Guatemala: sociedad podrida

Hace dos días leí en las redes sociales, el siguiente comentario:  “Amigos y pueblo de mi querida Escuintla, a tomar medidas de precaución, el traslado de más de 160 privados de libertad de la mara 18 a la supuesta cárcel de máxima seguridad El Infiernito implicará el traslado de familiares y amistades de estas personas; y por ende habrá un aumento en los índices de violencia y estos seguro trasladarán sus operaciones a nuestro municipio. Suficiente teníamos ya con la delincuencia local, ahora esperemos que las autoridades nos brinden la seguridad necesaria y si no pues a defendernos y repito tomar más precauciones.” El texto venía acompañado de un enlace de un  medio de comunicación guatemalteco con el titular: “Incidentes en cárcel El Infiernito de Escuintla.” 
 
El Infiernito es una cárcel de máxima seguridad situada en el departamento de Escuintla, Guatemala. Del comentario se pueden desglosar muchos estereotipos,  y si a estos les agregamos nuestra buena dosis de racismo, clasismo, mente colonizada y presunción tienen como resultado lo que está sucediendo en Guatemala: que buena parte de la sociedad está exigiendo a gritos la pena de muerte para los parias. 
 
Por todos lados se ve a gente compartiendo en las redes sociales su enojo por la ola de violencia “común,” los recientes secuestros de niños, los asesinatos de taxistas que se unen a los asesinatos diarios de pilotos de autobús y  las extorciones; a lo que resumen con su apoyo a la Pena de Muerte. 
 
Son en su mayoría personas que votaron en su momento por Arzú, Berger, Otto Pérez Molina y últimamente por el flamante Jimmy Morales. Es gente que sigue negando el Genocidio, que está en contra del aborto y el Matrimonio Igualitario. Gente que mantiene con hecho y pensado el patrón patriarcal machista, abusador, racista y clasista porque los beneficia. Gente que  cree que pertenece a un tipo de linaje en peligro de extinción. 
 
Poco se le puede pedir a Guatemala con una sociedad podrida, que no tiene moral para exigir un gobierno transparente pues éste es el reflejo de lo que son sus votantes. 
 
Uno se pregunta, ¿por qué no exigen la Pena de Muerte para los genocidas y los culpables de desapariciones forzadas? No es que yo esté a favor de la Pena de Muerte, pero surge la duda, cuando los veo lanzar espuma por la boca y  ensañándose contra los más golpeados del sistema. Negando el  derecho al aborto como si ellos tuvieran jurisdicción en el cuerpo de otras personas. O así  mismo pidiendo la Pena de Muerte como si ellos tuvieran derecho a decidir en arrebatarle la vida a otra persona. ¿En dónde está pues su defensa de la vida con la que pelean tanto la negación del derecho al aborto pero sí apoyan la Pena Muerte? ¿No es acaso eso una enorme contradicción? 
 
¿Por qué ensañarse contra los parias? ¿Por qué esa parte podrida de la sociedad guatemalteca no sale a las calles  a exigir la renuncia de Jimmy Morales? ¿Acaso siguen creyendo en su oratoria de pastor consagrado y ungido por el Espíritu Santo? 
 
¿Acaso no tienen dos dedos de frente para darse cuenta que los están manipulando? ¿Qué los secuestros de niños, los asesinatos de pilotos de taxi y autobús, que las extorciones son parte de la estrategia con la que las verdaderas mafias que pululan en el gobierno desean atemorizarlos y distraerlos? Porque mientras más torpe, manipulada, estereotipada y patriarcal sea una sociedad, más beneficio para los tentáculos que desangran al país. 
 
¿Cuándo esta sociedad podrida alzará la voz y tomará las plazas de toda Guatemala para un cambio que no suene a la farsa de refundación?   ¿Quieren un motivo para indignarse? Ahí están las violaciones sexuales de niñas, niños, adolescentes y mujeres. Ahí están los feminicidios de todos los días. La pobreza y la miseria. Los hospitales sin medicina. Miles de guatemaltecos migrando sin documentos. Razones las tenemos lo que sucede es que somos chambones, hipócritas  y descarados. 
 


Esta nota ha sido leída aproximadamente 1348 veces.



Ilka Oliva Corado

Escritora y poetisa guatemalteca. Se graduó de maestra de Educación Física para luego dedicarse al arbitraje profesional de fútbol. Hizo estudios de Psicología en la Universidad de San Carlos de Guatemala, carrera interrumpida por su decisión de emigrar a Estados Unidos en 2003, travesía que realizó como indocumentada cruzando el desierto de Sonora-Arizona.
Es autora de doce libros: Historia de una indocumentada. Travesía en el desierto de Sonora-Arizona; Post Frontera; Poemario de luz de faro; En la melodía de un fonema; Niña de arrabal; Destierro; Nostalgia; Agosto; Ocre y desarraigo; Relatos; Crónicas de una inquilina y Transgredidas, publicados en Ilka Editorial.
Una nube pasajera que bajó a su ladera la bautizó como “inmigrante indocumentada con maestría en discriminación y racismo”.
Sitio web: https://cronicasdeunainquilina.com/

 cronicasdeunainquilina@gmail.com      @ilkaolivacorado

Visite el perfil de Ilka Oliva Corado para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Ilka Oliva Corado

Ilka Oliva Corado

Más artículos de este autor