La batalla griega contra el neoliberalismo

La derecha europea pretende ahogar las aspiraciones griegas de justicia y de cambio mediante la asfixia económica.

Contra la pared

La situación es tan clara como dramática. El ministro griego de la Finanzas, Yanis Varoufakis la ha planteado como exigencia fundamental a resolver en las negociaciones con la Troika: Es necesaria la reestructuración de la deuda griega para poder cumplir los compromisos de pagos y poder avanzar en la recuperación del país. En otras palabras, la deuda griega, en las actuales condiciones establecidas, es impagable. No es posible la aplicación de la receta que prescribe la Troika. Son intolerables los recortes en los programas sociales y es inadmisible la continuación del salvaje sacrificio a que se ha sometido el pueblo en los últimos cinco años.

Esta deuda, por lo demás tiene un origen perverso. Tal como han demostrado los economistas Leonidas Vatikiotis (2011), Ozlem Onaran, Vicent Navarro y muchos otros (más recientemente), es una deuda inmoral e ilegal. Leyes reconocidas por las Naciones Unidas y por la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea fueron irrespetadas flagrantemente, sobre todo en lo que respecta a los derechos humanos; pues, las medidas exigidas para la obtención de nuevos préstamos en los últimos años han conducido al descenso de los salarios a niveles de los años sesenta del siglo pasado, a la reducción de las pensiones, al crecimiento significativo de la pobreza y al deterioro de elementales posibilidades de existencia de miles de griegos.

Las exigencias en la concesión de préstamos al Estado no pueden vulnerar ni las condiciones de vida de la población ni el disfrute de los derechos fundamentales.

Los huecos del déficit griego que han dado pie al crecimiento de la deuda pública son los exagerados gastos militares exigidos por sus compromisos con la OTAN, las subvenciones del Estado a capitalistas griegos y a los rescates financieros, la alta evasión fiscal de los sectores dominantes, el desangre provocado por políticos corruptos y el enorme peso que tiene el pago de intereses dentro del PIB griego. Acentuado todo esto por una industria incapaz de competir y sobrevivir ante el emporio industrial de alemanes y franceses.

La política por otros medios

La presión del FMI, el BCE y la CE es desvergonzada. Pretenden que el gobierno de Alexis Tsipras se arrodille y se someta a las medidas de recortes y sumisión diseñadas por la troika en función de los intereses de los países con mayor peso económico dentro de la Comunidad Económica Europea. Quieren que Syriza, la fuerza gobernante, olvide sus compromisos con el pueblo recogidas en las promesas electorales y refrendadas en la votación mayoritaria obtenida en las elecciones de enero del presente año.

Tsipras ha dicho con firmeza: "No vamos a enterrar la democracia europea en el país donde nació la democracia". Y es que en Grecia se está decidiendo si los gobiernos obedecen al pueblo que los eligió o, al revés de la justicia y la razón, obedecen al interés de los grandes capitales.

La lucha es titánica y de naturaleza política. Se quiere doblegar al pueblo griego mediante el sometimiento a recortes feroces, a la negación de préstamos y a la inflexibilidad en las exigencias de pagos. Apuestan a socavar la base popular del gobierno a través del hambre. Apuestan a la asfixia, a la caída del gobierno, a una nueva situación con autoridades dispuestas a complacer las exigencias, a sacrificar al pueblo para defender el capital.

Persiguen también tronchar los entusiasmos de otros pueblos por el cambio, por relaciones mas justas entre las naciones, por la defensa del planeta y por la solidaridad. El triunfo o el fracaso de la experiencia griega impactará positiva o negativamente en el crecimiento y la consolidación de las fuerzas del cambio en España, en Portugal, en Italia.

Las pautas de la troika

Lo que en Europa se ha dado en llamar la troika está constituida por representantes de la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional. Su actuación gira en torno a establecer y supervisar las medidas que según su criterio deben aplicar los países con dificultades económicas para acceder a préstamos que posibiliten la recuperación y la superación de las crisis económicas que confrontan hoy.

En la reunión del jueves 18 de junio, la troika ha reiterado su posición inflexible. En voz de Christine Lagarde, Directora del FMI, ha dicho que no habrá prórroga para los pagos por vencerse y ha desconocido totalmente la proposición griega de restructuración de la deuda.

Hoy se requiere de un gran movimiento mundial de solidaridad con Grecia. El comité internacional nombrado por el parlamento griego para hacer una auditoría de la deuda no ha vacilado en calificar esa deuda como ilegítima, inmoral y odiosa. Explícitamente dice: "La Comisión de la Verdad sobre la Deuda Pública de Grecia considera que el país heleno ha sido y es aún víctima de un ataque premeditado y organizado por el FMI, el BCE y la CE. Esta misión violenta, ilegal e inmoral tiene como objetivo exclusivamente trasladar la deuda privada al sector público". El corolario evidente lo establece esta misma Comisión: La deuda griega no puede ni debe pagarse.

 



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Rafael Hernández Bolívar

Psicología Social (UCV). Bibliotecario y promotor de lectura. Periodista

 rhbolivar@gmail.com

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