La patria de Snowden

Snowden es uno de los hombres más vigilados y perseguidos del mundo, como ya sabemos, permanece en una zona de una terminal aérea de Rusia mientras resuelve asuntos atinentes a su posibilidad de exilio en algún país que no le tema a Estados Unidos y que privilegie la dignidad, la soberanía y la independencia por encima de la genuflexión.

Suspira Snowden por una patria a la que ya no podrá regresar, pues para ser querido por su gobierno, tendría este joven en cuestión que haber guardado silencio ante las múltiples tropelías de Estados Unidos y aceptar que su orgullo y su fidelidad patria debía expresarlas callando ante la miserable actitud de un país que insiste en espiar a todo el mundo.

Como ya sabemos, o deberíamos saber, Estados Unidos exige a sus nacionales que se solidaricen con todas las acciones y tareas que adelanta eficientemente en función de encender el mundo por los cuatro costados. Sin grandes dudas uno pudiera inferir que llevar la guerra a todo el planeta es el objetivo estratégico del gobierno de Obama.

Este país guerrerista, eliminador de voluntades populares y fracturador de soberanías y territorios, no perdona que uno de sus jovenes se coloque al lado de la verdad, de la justicia y de la libertad. Quien asuma semejante delito será perseguido y encarcelado por traición a la patria. En consecuencia, sin un joven soldado difunde fotos y videos que revelen la forma como los gringos violan los derechos humanos de los prisioneros, entonces lo cuestionable no es la violación de tales derechos sino el hecho de ser denunciada la situación. Así las cosas, para Estado Unidos lo malo no es que ellos hayan espiado y continúen haciéndolo a cuanta persona país o institución consideren pertinente. Eso, en opinión de ellos, no constituye el problema. Lo malo es que alguien lo denuncie y en consecuencia debe ser declarado traidor a la patria. Cualquiera que tenga la ocurrencia de invocar aquello de asilo humanitario o político en función de garantizar un país para vivir conforme a la norma internacional de las naciones justas, debe ser amenazado y hostigado.

Para la ejecución de la amenaza se convoca a sus socios europeos, algunos de los cuales alguna vez fueron naciones y hasta imperios pero que hoy son caricaturescas colonias de la potencia del norte.

El inmenso imperio que invade países y derroca gobiernos antes del almuerzo, considera que lo verdaderamente detestable es la acción de los “traidores” que advierten al mundo de la sistemática canallada y de los reiterados delitos del coloso guerrerista.

Ahora le corresponde la suerte del paria a este joven que se atrevió a enfrentar al imperio dejando al descubierto una gigantesca violación a la privacidad y a la soberanía de personas y naciones que desde mucho adelanta el gobierno de Estados Unidos.


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Miguel Mendoza Barreto


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