La conferencia que sirvió como presentación
del libro de Isabella Lorusso “Voces del POUM”, en el Instituto Cervantes
de Moscú, se celebró en el contexto de protestas contra el
resultado electoral fraudulento que dio recientemente el triunfo electoral
al partido de Putin y Medvedev, Rusia Unida. En Moscú se está
viviendo últimamente un momento políticamente muy tenso y de
mucha actividad, lo que hace que las conferencias públicas, gratis
o de pago, estén de moda. La idea de los organizadores de la conferencia
de Isabella Lorusso era atraer a la gente que se interesa por la historia
de los movimientos de izquierda, los servicios de inteligencia y, en general,
de España. Se publicitó ampliamente la misma en varias universidades,
a través de las comunidades de blogs, facebook y en la página
web cultural “Theory&Practice” http://theoryandpractice.ru/seminars/23232-zhizn-i-politicheskaya-borba-chlenov-poum-19-12,
dónde se puede leer en ruso: “El POUM, Partido Obrero de Unificación
Marxista, en cuyas filas militó el famoso escritor George Orwell,
se fundó en Barcelona en 1935. Era un pequeño partido independiente
de Moscú y de la Tercera Internacional. Por lo que fue criticado y,
finalmente, destruido por los agentes de Stalin. Isabella Lorusso hablará
de algunos de los militantes de este partido, y de los anarquistas, a los
que ella consiguió entrevistar tras su regreso del exilio.”
A pesar de los atascos del siempre caótico tráfico moscovita
y del horario (19 H.), muy incomodo para garantizar asistencia de público;
se personaron unas 40 personas que, a juzgar por las preguntas que realizaron
en el debate posterior, se mostraron muy interesados. Entre los asistentes
había estudiantes, profesores, jóvenes historiadores, un redactor
de una editorial de libros de historia y, por supuesto, amigos de Isabella.
Un historiador intervino, en el debate posterior, preguntando sobre las relaciones
entre los servicios de inteligencia rusos y españoles durante la Guerra
Civil.
En primer lugar se proyectó "Operació Nicolai" (Операция Николай),
“que relata cómo fue secuestrado y asesinado el líder del POUM
Andreu Nin”, según informaba asimismo “Theory&Practice”. Posteriormente
habló Isabella en su manera más humana y emocionante, pero
muy concreta a la par que estructurada.
Tras la conferencia, Isabella fue abordada por muchos asistentes; gente muy
interesada en la historiografía de la Guerra Civil, quienes, en palabras
de Isabella, habían quedado muy impactados al conocer la tragedia
de Nin tras la proyección del documental. Al mismo tiempo Anna Shkolnik,
traductora de la conferencia y profesora de Historia de España del
siglo XX, conversaba con algunos de sus estudiantes que también habían
asistido, con la intención de deducir qué era lo que habían
comprendido. Resultó que habían quedado bastante impresionados
a pesar de que esta generación ha crecido ya en la época de
la Glasnot (transparencia) y están al tanto de la perfidia del régimen
estalinista. Anna había impartido ese mismo día una conferencia
sobre la guerra civil española, la cual, según sus propias
palabras, quedó mucho mejor digerida y mentalizada. Como ejemplo de
la percepción y del interés que despierta la historiografía
de la Guerra Civil; una chica le preguntó si consideraba práctico
que se hiciera la revolución dentro de la guerra para ganarla.
El director del Instituto Cervantes en Moscú, Josep María de
Sagarra, en el debate que siguió a la conferencia y siendo él
mismo traductor de literatura rusa, subrayó la vigencia de las traducciones
de los clásicos rusos que hizo Andreu Nin y que muchos catalanes hayan
conocido a Tolstoi y Dostoievski gracias a Nin.
Antes de la conferencia, Isabella y Anna fueron entrevistados durante una
hora por Serguey, periodista de “Ogonyok”; una veterana revista que dejó
de ser política y ahora se centra en las historias de la gente. Por
esta razón el periodista habló mucho sobre la personalidad
de Andreu Nin, antes y después de la conferencia, tratando de completar
el retrato. No hay ninguna garantía de que se publique el material
debido a la censura. De todos modos es para el número de febrero;
habrá que esperar si finalmente Serguey consigue publicar la información.
Alexei Gusev, del grupo Praxis, editor en ruso de “El POUM en la historia”,
de Wilebaldo Solano, participó asimismo en el debate e informó
que la edición en ruso del libro ya estaba en imprenta. Parafraseando
a Wilebaldo, tras la celebración de esta conferencia; hay que decir
que por fin, tras largos años de lucha, se ha reivindicado el nombre
de Andreu Nin en Moscú. [Nota de Pello
Erdoziain]
Buenas noches a todos y muchas gracias al Instituto Cervantes por invitarme
a presentar el libro “Voces del POUM”. Muchas gracias a Tatiana, a Eva y
muchas gracias al director. La emoción es grande porque Moscú
no es cualquier ciudad y aprovecho la ocasión para agradecer su asistencia
(a todos ustedes) en nombre de la Fundación Andreu Nin de Madrid y
Barcelona, de Cristina Simó y Silvia Ortíz Nin; nietas de Andreu
Nin, y de todos los militantes del POUM y de sus familiares.
Acabamos de ver el extraordinario documental “Operación Nikolai” sobre
el caso emblemático del secuestro y la desaparición de Andreu
Nin, líder del POUM bárbaramente asesinado en Alcalá
de Henares en plena guerra civil española a manos estalinistas. Poco
importa si los ejecutores materiales de semejante acto fueron Luigi Longo,
Palmiro Togliatti, Vittorio Vidali, José Diaz, Jesús Hernández,
Dolores Ibarruri o Alexander Orlov; el cónsul soviético en
Barcelona. La responsabilidad política fue de los hombres y
de las mujeres de la Tercera Internacional que intervinieron en España
para apoyar a la República y reprimir una revolución.
Este documental fue realizado por iniciativa de Dolors Genovés y de
la televisión catalana después de 1989, cuando fueron accesibles
al mundo entero los archivos soviéticos del KGB. Como os podéis
imaginar presentar mi libro en Moscú, así como hablar de los
hombres y de las mujeres del POUM, es sumamente importante para recuperar
una memoria histórica que el tiempo y el olvido dejó encerrada
en un cajón. Andreu Nin vivió en Moscú desde 1921
hasta 1930, conoció personalmente a Lenin, a Trosky, Bujarin, Zinoviev
y a Stalin. Llegó aquí en plena revolución y tuvo que
escaparse diez años después con su esposa Olga Tareeva y con
sus dos hijas, Ira y Nora, porque, tras la muerte de Lenin, como Mayakovsky
y como otros revolucionarios atentos a los cambios sociales; había
apoyado las posiciones de izquierdas y criticado la burocratización
del partido y el alejamiento de los dirigentes políticos de las masas
populares.
Llegado a España Nin creó la Izquierda Comunista, luego se
unió con Joaquín Maurín, del Bloque Obrero y Campesino,
y en 1935 fundaron el POUM, el Partido Obrero de Unificación Marxista.
Cuando estalló la guerra civil en julio del 1936, la URSS intervino
para apoyar a la República y, de paso, eliminar la oposición
trotskista, anarquista y libertaria. El POUM era un partido incómodo
para los dirigentes de la Tercera internacional y “La Batalla”, el órgano
oficial del partido, fue el primer periódico del mundo en denunciar
las purgas estalinistas. Como os podéis imaginar esto bastaba para
que las iras de Stalin, con todas sus consecuencias, se dirigieran contra
ellos.
Nin conocía bien la situación en Rusia y sabía lo que
arriesgaba. La táctica estalinista en España era: primero ganamos
la guerra y luego hacemos la revolución, pero era un eufemismo para
reprimir las colectivizaciones de fabricas y tierras que en Cataluña
y en Aragón proliferaban como setas, y eliminar la milicia; la maravillosa
experiencia de realizar un ejército popular capaz de discutir las
órdenes militares y de combatir al enemigo, incluso en el Frente.
Desde luego casi todas las potencias europeas apoyaban a Franco: Mussolini
desde Italia, Hitler desde Alemania, Salazar desde Portugal. Y Francia, Rusia
e Inglaterra, con la bendición del Vaticano, firmaron un tratado de
“no intervención” para volver sus miradas hacia otro lado y dejar
a la República que luchara sola contra las tropas franquistas. Pero
nadie respetó este tratado; ni los aviadores alemanes que bombardearon
Guernica, ni los soldados italianos que atacaron en Guadalajara, ni los voluntarios
rusos, franceses e ingleses que acudieron a defender la República
y a salvar la revolución.
Era una guerra difícil de ganar pero, aún así, en Cataluña
y en el resto de España los hombres y las mujeres soñaron lo
imposible. Sindicalistas, anarquistas y poumistas se unieron para trasformar
fábricas, hasta entonces de producción civil, para la fabricación
de armamento y así producir fusiles, balas y granadas. Las mujeres
también dejaron sus hogares y se lanzaron a combatir al frente.
Por primera vez en la historia de España una mujer poumista, Mika
Etchébére, llegó a ser capitana de una milicia popular
y defendió Madrid y Sigüenza, antes de que las tropas estalinistas
la obligasen a huir del país.
Del mismo modo, unas veinte mil mujeres anarquistas se organizaron y crearon
la agrupación “Mujeres Libres” y talleres de alfabetización,
donde enseñaron a muchas mujeres a leer y a escribir. Cerraron prostíbulos,
lucharon contra la homofobia e intentaron dar a toda mujer que lo quisiera
trabajo como modista, periodista, sindicalista y/o esteticista. En Cataluña,
en 1936 y con el apoyo de la ministra anarquista Federica Montseny, se consiguió
que el aborto fuera libre y gratuito, la mayoría de edad pasara de
los 21 a los 18 años y hombres y mujeres se casaron y se separaron
sin la bendición de Dios ni de la Iglesia.
Las mujeres del POUM, lideradas por Pilar Santiago, Maria Manonelles, María
Teresa Andrade y Teresa Rebull no sólo publicaban regularmente en
el periódico feminista “Emancipación”, sino que gestionaron
una radio de mujeres que transmitía desde las ramblas de Cataluña.
Los temas eran la doble moral y la doble explotación en la calle,
en la casa y en el frente. Estas mujeres tuvieron el valor de luchar no sólo
contra los fascistas y los estalinistas, sino contra los hombres de sus propios
hogares y de su partido; cosa que, en plena guerra civil, no era simple ni
fácil para nadie.
Esta era la situación cuando el escritor inglés George Orwell,
militante del Independent Labour Party (ILP) primero y del POUM después,
llegó a Barcelona y escribió su precioso libro “Homenaje a
Cataluña”. Pero luego vinieron los “Hechos de Mayo”, cuatro sangrientos
días que produjeron más de 500 muertos y dos mil heridos. La
misma “Pedrera”, de Gaudí, se manchó de la sangre de los hombres
y de las mujeres que lucharon por la revolución. Por un lado estaban
los estalinistas, lo del PSUC (Partido Socialista Unificado de Cataluña)
y los del PCE que querían el control del edificio de la Telefónica;
por el otro lado los poumistas, los anarco-sindicalistas y los “Amigos de
Durruti”.
Una guerra civil dentro de la misma guerra civil mientras, fuera de Barcelona,
las tropas franquistas avanzaban. Barricadas en la Ramblas, en Vía
Layetana y en todo el barrio chino. Fue necesaria la intervención
de dos ministros anarquistas, Federica Montseny (de sanidad) y García
Oliver (de justicia), para que toda aquella masacre tuviera fin.
Pero esto no fue suficiente para los estalinistas. Una vez tomada la Telefónica,
pensaron echar la culpa a los “trotskistas” e intentaron con todos los medios
de que disponían poner fuera de la ley al POUM, detener y torturar
a todos sus militantes y simpatizantes, cerrar “La Batalla”; su órgano
de prensa, eliminar la milicia, y, por si esto fuera poco; acusarlos de ser
trotsko-anarco-fascistas, amigos de los falangistas y enemigos del “pueblo”.
Una verdadera caza de brujas sin lógica ni sentido, por lo menos para
los que verdaderamente luchaban contra las balas y el horror falangista.
Nin fue secuestrado en las ramblas de Barcelona en julio de 1937 y nadie
más supo de él. Fue interrogado, torturado, trasladado a Valencia
y luego a Alcalá de Henares. Lo obligaron a traicionar sus ideales
y a sus amigos, pero él no firmó nada; ni para salvar su vida.
Murió bajo tortura y los estalinistas hicieron desaparecer su cadáver.
Nin era un personaje incomodo; consejero de justicia de la Generalidad de
Barcelona, líder de un importante partido marxista, escritor, intelectual,
traductor al español y al catalán de obras de Tolstoi, Dostoievsky,
Turgueniev y Chejov, hablaba con fluidez el ruso y otros idiomas. Para su
liberación se movilizó la Cruz Roja Internacional y varias
otras organizaciones internacionales de derechos humanos, aunque no se consiguió
nada; los estalinistas se encerraron como tortugas en sus caparazones.
Largo Caballero, el primer ministro socialista, no firmó el acta oficial
de represión contra el POUM por lo que fue obligado a dimitir y fue
sustituido por Negrín, su compañero de partido; más
cercano a la política exterior de Moscú. Los militantes del
POUM escribían en los muros de la ciudad: « ¿Gobierno
Negrín, dónde está Nin?» y todavía hoy,
después de más de setenta años del final de la guerra
civil española, del cuerpo de Nin nada se sabe; sigue desaparecido.
Teresa Carbó que aparece en el documental “Operación Nikolai”,
militante del POUM y de su organización de ayuda “Socorro Rojo”, fue
la única persona que vio vivo a Nin tras su detención, en Barcelona.
Como enfermera tenía acceso a las cárceles de la CHEKA, vio
a Nin, le habló y estuvo dispuesta a testimoniar. Encontré
varias veces a Teresa en Barcelona, en Palafrugell y la última vez
en Francia; en una residencia de ancianos. El año pasado Teresa tenía
102 años y volvió a decirme lo mismo: «me han secuestrado,
me han torturado, me han encarcelado durante meses, me han hecho de todo,
pero mi versión no la cambio por nada al mundo: vi a Nin, le hablé,
nadie puede obligarme a decir lo contrario».
Tuve la posibilidad de filmar a Teresa y de grabar sus palabras. Mi libro
habla del testimonio de muchas personas que, como ella, no son tan famosas
como Nin pero sí tan importantes como él. No se trata de “simples”
memorias de militantes de la guerra civil, son el testimonio de un entero
grupo marxista que tuvo que luchar contra los fascistas de Franco y los comunistas
de Stalin y que sobrevivió a la tortura, al exilio, al hambre y al
olvido.
Entre otras menciono a Pilar Santiago; los estalinistas le mataron al marido
en el frente y fue encarcelada y torturada sólo por reclamar su cadáver
en la comisaría de Barcelona; y Maria Manonelles, compañera
de José Rovira comandante de las milicias del POUM, quien vio como
detenían a su marido, como lo torturaban, como disolvían la
milicia y como la policía estalinista negaba todo aquello (o sea:
la detención de su marido y la disolución de la milicia); e
Ignacio Iglesias que, pudiendo escaparse, se quedó en Barcelona para
documentar la represión contra el partido, más tarde acabaría
en un campo de concentración en Alemania donde unos fanáticos
estalinistas seguían acusándolo de ser un colaborador de Franco.
Historias para nunca acabar, como la de José Grimalt que pasó
casi toda su vida en las cárceles de Valencia acusado de ser comunista
y anticomunista a la vez. Resulta una paradoja pero para los estalinistas
todo era posible; los del PSUC lo encerraron por ser poumista y, cuando avanzaban
las tropas de Franco, lo dejaron en la celda y comentaron sarcásticamente:
“ahora vienen tus “amigos” los falangistas y te liberarán.” Pero los
falangistas lo torturaron y lo dejaron en prisión durante décadas
en un cuarto que no daba ni para soñar. Cuando lo encontré
tenía más de noventa años, cuarenta de los cuales los
había pasado en cárceles y lo único que pude hacer por
él fue abrazarlo en una calle de Valencia. En el libro “Voces del
POUM” se oyen las voces de tantos libertarios y militantes poumistas, de
Solano, de Alberich, de Víctor Alba, de Antonia Adroher, de Carmel
Rosa, de Elvira Godás, de Diego Camacho y de muchísimos otros
que murieron defendiendo la República y la revolución española.
No sé cuántos de ustedes conocían el POUM, así
que quisiera comentarles cómo me acerqué a este partido hace
ya unos años. En 1995 tenía que acabar mi carrera de Ciencias
Políticas en la Universidad de Bolonia y para escribir mi tesis fui
a Barcelona a realizar un trabajo de investigación sobre la guerra
civil española. Era un trabajo académico y no de historia oral,
así que me dediqué a buscar libros e informaciones en las bibliotecas
y en los archivos de la ciudad. Allí encontré un libro de Julián
Gorkín sobre la represión del POUM a manos estalinistas, me
quedé asombrada porque algo había leído; pero la realidad
superaba a la ficción.
Empecé a tener problemas con mi profesor en Italia. Él hubiera
querido una tesis sobre el glorioso papel del partido comunista ruso, español
e italiano durante la guerra civil y lo que yo encontraba iba en dirección
contraria. Para él era fácil; estaba sentado en una cátedra,
no conocía militantes poumistas y anarquistas, no había visto
todavía la película de Ken Loach: “Tierra y Libertad”. Para
mí era todo diferente y no sabía cómo arreglármelas.
Pregunté al director del Centro de Estudios Históricos Internacionales
si algún militante del POUM estaba vivo y me dijo que sí, que
conocía a Víctor Alba, uno de los intelectuales del partido,
y que podía darme su teléfono. Cuando llamé a Víctor
no sabía ni qué preguntarle y él me dijo: “esta semana
nos reunimos en Barcelona, cerca de las ramblas, si te apetece te acercas
y te presento a los otros. Somos los supervivientes de la represión
franquista y estalinista, unos simpáticos ejemplares de museo, nos
vas a reconocer seguro ¿eh?” Lo que siempre me fascinó de ellos
fue su sentido del humor (el ojo de Víctor).
Fui a verlos y quedé para las entrevistas. Para mí era fundamental
grabarlos porque mi profesor en Italia seguía sosteniendo que los
militantes del POUM eran una invención de la propaganda falangista
anticomunista; o sea que no existían. Pero yo les hablaba, me tomaba
un café con ellos; ¿cómo podía sostener él
que eran fruto de mi fantasía y que yo fuera cómplice de la
propaganda falangista?
Transcribí las entrevistas y se transformaron en un libro y en una
tesis y en algo que en estos años he defendido frente a los ataques
que me han venido de muchos frentes. Trabajé durante años en
Madrid y en Cuzco y un día contactó conmigo la Fundación
Andreu Nin porque, excepto mi trabajo de investigación, nadie había
escrito sobre los militantes del POUM. Aquí tenemos el libro en versión
italiana y castellana y, esperemos que un día, también en versión
rusa.
La importancia de este documento es que son los protagonistas los que hablan
y nadie habla por ellos. Hemos dado voces a los que no tenían voz,
a los que ni los estalinistas ni los falangistas pudieron callar y es por
esto la elección del título: “Voces del POUM”. A veces me parece
que sigo hablando con Víctor, con Elvira, con Pilar. Siguen vivos
en mi memoria porque siguen vivos en mis recuerdos. Han sobrevivido al fascismo,
al estalinismo, a los campos de concentración, al exilio y al olvido.
Pero un día como hoy vuelven a levantarse con todo su ímpetu
revolucionario como si estuviesen luchando detrás de las barricadas
de Barcelona o en las milicias del Frente de Aragón. Si los recordamos
por lo que fueron volverán a vivir en nosotros y nadie más
podrá olvidarlos.
Muchas gracias en nombre de los revolucionarios militantes del POUM, si hoy estuviesen aquí, estarían contentos.