El Perú con sabor extranjero

Algo pasa en el Perú, con la gente del Perú. Algo ocurre con la gente respecto del arraigo. Mis respectos al Perú, pero también mi sentir y criterio. No es hora ni espacio para el análisis sesudo sobre el famoso tema de la identidad latinoamericana. Es hora para un comentario.

Usted ve a un hombre como Vargas Llosa y de inmediato reconoce que es peruano, aunque él no parezca muy alegre con que se lo reconozcan. Se hizo español. Asumió esa nacionalidad, y uno puede decir que lo hizo por causa de su oficio como escritor. Luego tú miras en un nipón como Fujimori (realmente nació en Japón), quien gobernó al país... Y ves, en general, muchas cosas que se mueren por lo extranjero. Es una opinión, no un insulto.

He conocido peruanos que han delirado por los claros ojos y el cabello dorado de una gringa o europea, por el sólo hecho del color y la condición. No los culpo, porque belleza es belleza, de donde sea. Pero descubro que lo hacen per se, porque sí, como si mezclar sus genes con aquellos otros de tal tonalidad los rescatara de algo desconocidamente temible. Los he conocido renegándose de su origen, pero también los he descubierto muy en el fondo honrándose de su sangre inca.

Llevan quizás la lucha interna de todo latinoamericano, revoltijo de sangres y etnias, de culturas, crisol humano que somos, raza cósmica. Hay tanto conflicto en eso que llaman el ser latinoamericano y tanta devastación moral, tanta demolición cultural, tanto aculturamiento extranjero, tanta desculturación, neoculturación. Y lo habrá seguramente hasta que Perú se transculture en aquello que olvida lo que es y fue.

No voy tan lejos para ejemplificar, y lo hago en el aspecto político, para mayor emblemaje. Hoy, cuando Perú es electoral, mis ojos se desorbitan cuando descubren la dolencia de la que hablo, cuando noto que los peruanos parecen vacilar entre un nativo y dos iconos extranjerizantes: Ollanta Humala, Keiko Fujimori y Pablo Pedro Kuczynski, respectivamente. Mis ojos se brotan cuando los oídos oyen hablar al último: ¡ni siquiera habla familiarmente el español! Pero, incluso así, tiene un favor electoral y anda cerca en la contienda. ¡Es como si en ese país fuese necesario que te hagas extranjero para luego ser peruano!

Una locura. Por eso habrá sido que Vargas Llosa se hizo español para luego pretender ser un peruano ejemplar, tanto así como postularse a presidente de la antigua nación inca. Pero la cosa es que ni el mismo Humana ─el más nativo─ se salva del todo: estudió en un colegio peruano-japonés y fue como militar a la Escuela de las Américas, donde los gringos preparan al soldado extranjero para renegar de su nacionalidad originaria.

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Oscar J. Camero

Escritor e investigador. Estudió Literatura en la UCV. Activista de izquierda. Apasionado por la filosofía, fotografía, viajes, ciudad, salud, música llanera y la investigación documental.

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