Mucho se habrá escrito con respecto a este tema. Es más, lo ignoro. Pero esta ignorancia no me impide para escribir estas reflexiones sobre lo que veo y siento, desde una perspectiva humanista, como es la vivencia en carne propia de la “mentalidad capitalista”. Mentalidad que tiene el poder en todo el mundo, por ahora.
Si Marx escribió sobre el capitalismo en lo económico y lo político, hasta ahora no he leído nada de la psicología capitalista, de la mentalidad del capitalista. Sí se ha hablado de la mente alienada del explotado, pero no de la mente alienadora del capitalista. Pero, repito, esto no es un estudio minucioso con cifras y datos, que muy bien se puede realizar y lo traigo aquí como una proposición para quien lo quiera retomar. Mientras, sólo será una preocupación natural, libre de prejuicios y escrita a manera de reflexión.
Amigos muy cercanos tengo que el sólo hecho de haber engranado en la psicología capitalista se han transformado en otras personas, además desconocidas. Y esto sucede no cuando eran asalariados, sino cuando se convirtieron en inversionistas en el área del comercio, producción o servicio. Me imagino que hay sus excepciones que, confieso, no conozco. Menos mal que esta mentalidad capitalista ya comenzó a ser removida por la Revolución Bolivariana en Venezuela.
Estos amigos cuando se vieron convertidos en inversionistas o pequeños (pequeñísimo, digo yo) capitalistas, lo primero que comenzó a deformárseles fueron sus valores humanos. Al inversor tener éxito, se dispara su ambición. Seguidamente los sentimientos de solidaridad se ven afectados por los fríos cálculos.
El inversionista, se puede decir también el capitalista, comienza a vivir la soledad de su riqueza y el temor por lo que posee. Las relaciones con sus amigos y familiares están precedidas por sus maquinaciones mentales “utilitarias”: un contrastar de sus intereses, ideas y nuevos sentimientos los introduce como un virus en las relaciones humanas, familiares o no. Lo humano lo coloca en un plano tan lejano de sus prioridades, que se hace un desconocido.
Conocí a un gran capitalista que me dijo que para mantener su “status”, se refiere a su cualidad de explotador, tenía el corazón encerrado en un cofre y que la palabra “No” era su palabra preferida, que eran apenas dos letras, que usaba a menudo y sin gran esfuerzo. Este amigo del cofre… murió solo y su fortuna se esfumó, quizás en el fisco de aquel tiempo.
Recordé todo esto cuando oí hablar desesperadamente a Marcel Granier. Un ser común y corriente haciendo el papel de lo que no es, sólo para cumplir con su mentalidad, una mentalidad capitalista, egoísta y dañina. Ojalá que en su desesperación comprenda que es primeramente humano, pero lo dudo.
La deshumanización de la mente capitalista es la ideología contra la que debemos luchar en la Revolución Bolivariana y evitar su reproducción. De esta manera desarrollaremos y comprenderemos la Ideología Bolivariana, cuyo precursor fue Simón Bolívar y su maestro, Simón Rodríguez.
El proceso revolucionario que llevamos a cabo en Venezuela, que es una proposición para el mundo, comienza a cerrar el gigantesco abismo que hay entre la pobreza y la riqueza en la que nos había sumido el mundo capitalista.
La mentalidad capitalista puede contaminar a cualquier ser humano, por lo que debemos estar alertas de la relación entre el dinero y lo humano, en el que el primero nunca, pero nunca más debe estar sobre lo humano.
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