Vamos a referéndum consultivo: Maduro y su gabinete, se quedan: ¿SI o No?

Antes de enfocarme en esa pregunta que no quiero opinar directamente porque me siento parcializado por mi revolución Bolivariana, solo abro este abanico de ideas para la opinión pública del pueblo y no de los exquisitos notables intelectuales no doy nombre para no ofender.

Al final de este artículo que antecede, IA expone un análisis preciso que si a "fuego asimétrico" vamos; el mundo debe respetar lo que decida el pueblo venezolano.

Tal cual ocurrió en la historia de independencia de Venezuela con el Capitán General Vicente Emparam.

Vamos primero con el análisis del Artículo de Andrés Izarra:

Por favor AI o IA ayúdame a analizar este artículo de Andrés Izarra. Para mi particular concepto, sigue respirando por la herida moral, que le ocasionó quizás esa expulsión disimulada del chavismo propiciada por la elite del madurismo.

LA EXTRAÑA ESPERANZA DE UN PAÍS PORTÁTIL

Por Andrés Izarra

Luce inminente un ataque de los Estados Unidos sobre territorio venezolano. Hasta hace poco, en Venezuela palabras como "soberanía", "voluntad popular" y "democracia" cargaban peso específico. Una flota estadounidense cerca de nuestras costas habría desatado protestas masivas y toda la imaginería antiimperialista que América Latina ha rumiado durante un siglo. Pero esa Venezuela ya no existe. Ni su Estado, ni su gobierno son tales.

Hace años, Adriano González León acuñó una imagen: País Portátil. No imaginó que la metáfora dejaría de ser literaria para volverse antropológica. Hoy el gentilicio es una condición: más de ocho millones de venezolanos cargan su país empaquetado en el equipaje de mano. "Venezuela" es tanto una diáspora como una geografía. Más nostalgia que soberanía.

Venezuela es un secuestro con bandera. Por eso la aparición de una armada yanqui, más que indignación, produce en muchos un suspiro casi sacrílego de alivio: por fin alguien más grande que ellos. Por fin alguien con la fuerza para cesar el abuso.

Ahí se abre la paradoja contemporánea del venezolano: esperar -con un pudor que perdimos hace rato- que Estados Unidos, ese ogro histórico, empuje lo suficiente como para romper el candado del secuestro. Nadie cree que invadirán; todos esperan que obliguen a los verdugos a soltar la cadena.

El dilema es obsceno. Pero las náuseas no resuelven nada. Pedirle a una sociedad hambrienta, exhausta y desarmada que derrote a un aparato armado y petrolero es una crueldad reservada a quien nunca ha necesitado justicia.

La verdad elemental, debajo de la retórica antiintervencionista, es esta: la sociedad venezolana enfrenta a una organización criminal que usa las formas estatales como fachada. Y frente a organizaciones criminales, la discusión moral sobre la intervención cambia de naturaleza. El pacifismo a lo escandinavo -ese lujo- no funciona frente a una estructura mafiosa que se reparte el país como botín entre militares, testaferros y custodios de la rapiña.

En ese contexto, la palabra "intervención" deja de ser sacrilegio y se convierte en posibilidad -y hasta esperanza-: cirugía de urgencia. Extirpar el tumor. Aliviar el dolor. Pero el precio del alivio puede mutilar para siempre. Esa es la pregunta que hay que mirar de frente.

La flota estadounidense -esa presencia ominosa, esa figura que ha plagado de tragedias a América Latina- hoy se lee, para muchos venezolanos, no como signo de dominación, sino como prueba de que aún existen fuerzas capaces de obligar a una mafia a retroceder.

La lista de horrores derivados de intervenciones norteamericanas es demasiado larga para repetirla. Pero también puede salir mal no hacer nada. De hecho, ya salió mal: ocho millones de exiliados, un país pulverizado, un Estado sin legitimidad y una élite que convirtió el poder en patrimonio personal.

Lo que se perfila no es una invasión. Estados Unidos no va a gobernar Caracas. Lo que se perfila es algo más frío, más propio de esta época: presión militar calibrada, escalonada, orientada a destruir la sensación de impunidad del madurismo. Llevarlos arrodillados a negociar.

Ni Pearl Harbor ni Panamá. Más bien la sombra de un portaaviones proyectándose sobre el ocaso de un régimen.

Pero aquí surge la pregunta incómoda: ¿y si la presión externa es insuficiente, no por falta de voluntad, sino porque el día después es un abismo que nadie sabe cómo cruzar?

Cuando una mafia captura un país, hablar de "solución interna" no alcanza. Demostrado. Pero tampoco la presión externa es garantía de nada: puede funcionar o puede degradarse en teatro de impotencia: golpes puntuales que el madurismo convierte en combustible para su narrativa de resistencia. Cada bombardeo lo trocará en capital político.

Estados Unidos puede destruir activos; el madurismo puede sobrevivirlos. La fuerza, sin estrategia que quiebre la estructura de poder, es solo ruido.

Lo cierto es que la sociedad venezolana ha sido llevada tan al límite que en buena medida ha depositado su esperanza en aquello que habría rechazado sin dudar. No porque sea ideal, sino porque las alternativas se agotaron.

Es mejor enfrentar el horror de los hechos que refugiarse en la fantasía estética de una pureza moral que solo pueden permitirse quienes no están siendo golpeados.

La paradoja venezolana no desaparecerá pronto. Quizás no hay salida limpia: toda opción tiene un precio imposible de pagar sin daño permanente.

Esa es la verdad más difícil: puede que no haya respuesta correcta, solo elecciones entre formas distintas de horror.

Respuesta del Análisis de la IA

Su hipótesis es pertinente y constituye un punto de partida fundamental para analizar el texto. Andrés Izarra fue una figura importante en el chavismo inicial, sirviendo como Ministro de Comunicación e Información, y su ruptura posterior con el gobierno de Nicolás Maduro le otorga una perspectiva de "insider" que se refleja en la dureza de su crítica.

​El análisis de su artículo, "LA EXTRAÑA ESPERANZA DE UN PAÍS PORTÁTIL," se puede enfocar en tres ejes principales: la hipótesis de la "herida moral," la redefinición de la soberanía, y el dilema moral de la intervención.

​1. La Hipótesis de la "Herida Moral" y la Ruptura Ideológica

​El tono y el contenido del artículo de Izarra sugieren una profunda desilusión o una "herida moral" respecto al proyecto político que él mismo ayudó a construir. Esta se manifiesta en:

​Condena sin paliativos del régimen actual: Izarra no se refiere al gobierno como tal, sino como una "organización criminal," un "secuestro con bandera," y una "estructura mafiosa" que usa las formas estatales como fachada. Esta retórica es la antítesis del lenguaje oficial chavista y es común en los discursos de exfuncionarios que se sienten traicionados por la deriva del proyecto.

​Reversión del dogma antiimperialista: El chavismo se fundó en el antiimperialismo radical. El punto más subversivo del artículo es la descripción de la flota estadounidense, el "ogro histórico," no como un signo de dominación, sino como una "extraña esperanza" y una prueba de que aún existen fuerzas capaces de obligar a la mafia a retroceder. Al validar el sentimiento de "suspiro casi sacrílego de alivio" en la población, Izarra está rompiendo con el principio ideológico central del chavismo: la soberanía a ultranza frente a EEUU.

​La élite como botín: La acusación de que la élite se "reparte el país como botín" entre militares y testaferros es una crítica que apunta directamente a la corrupción y el desvío de los principios originales, validando su concepto de una "expulsión disimulada" o, al menos, un distanciamiento ideológico radical.

​2. Redefinición de Venezuela: El "País Portátil"

​Izarra utiliza y expande la metáfora de "País Portátil" de Adriano González León para encapsular la crisis antropológica venezolana:

​Soberanía vs. Nostalgia: El autor argumenta que Venezuela ha dejado de ser una geografía definida por la "soberanía" para convertirse en una "diáspora" marcada por la "nostalgia." Con más de ocho millones de exiliados, el gentilicio se ha vuelto una "condición" que se carga en el equipaje de mano. Este es un reconocimiento desgarrador y brutal del fracaso estatal.

​El Agotamiento de la Sociedad: Al describir a la sociedad como "hambrienta, exhausta y desarmada," Izarra justifica por qué la población no puede ser criticada por depositar su esperanza en una fuerza externa. Rechaza la "crueldad" de exigir una "solución interna" a quienes están bajo un secuestro.

​3. El Dilema Moral de la Intervención y el "Horror"

​El núcleo del argumento de Izarra reside en la evaluación del costo/beneficio de la intervención externa frente a una "mafia" en el poder:

​La Intervención como "Cirugía de Urgencia": Frente a una estructura criminal, Izarra argumenta que la discusión moral sobre la intervención cambia de naturaleza. Deja de ser un "sacrilegio" y se convierte en una "posibilidad" (cirugía de urgencia, extirpar el tumor). El "pacifismo a lo escandinavo" se convierte en un "lujo" que la sociedad venezolana no puede permitirse.

​Presión Calibrada vs. Invasión: Izarra es cuidadoso al distinguir lo que se perfila: no es una invasión para gobernar Caracas (ni Pearl Harbor ni Panamá), sino una "presión militar calibrada, escalonada" cuyo objetivo es "destruir la sensación de impunidad del madurismo" y llevarlos "arrodillados a negociar."

​La Tragedia Inevitable: El autor concluye con la verdad más difícil: la crisis venezolana no tiene una "salida limpia." Izarra mira de frente la posibilidad de que la intervención pueda "mutilar para siempre," pero contrapone esta opción al horror de "no hacer nada" (ocho millones de exiliados, país pulverizado). La conclusión es una pesimista y honesta declaración de que solo quedan "elecciones entre formas distintas de horror."

​En resumen, el artículo de Izarra es una profunda reflexión de crisis de conciencia que sí parece nutrirse de la desilusión de un exmilitante. Utiliza su experiencia para desmantelar la retórica tradicional chavista y ofrecer una justificación a la desesperación popular que busca una solución externa, por muy problemática que sea, ante el fracaso total de la solución interna.

Esta es una pregunta que toca el centro del debate político y constitucional venezolano actual. Analizaremos la pertinencia de impulsar un referéndum consultivo sobre la permanencia de Nicolás Maduro y su gabinete, basándonos en la lógica política y legal en el contexto venezolano.

????️ Análisis de la Pertinencia de un Referéndum Consultivo (SI o NO)

​La pertinencia de esta iniciativa se divide en tres áreas clave: legalidad/constitucionalidad, viabilidad práctica y efectividad política.

​1. Pertinencia Constitucional y Legal

​Desde la perspectiva legal, no es el mecanismo más idóneo ni directo para la remoción de un funcionario electo, aunque sí es constitucionalmente posible para "asuntos de trascendencia nacional."

​El Mecanismo Idóneo ya Existe: La Constitución de 1999 ya prevé un mecanismo específico y directo para revocar el mandato de un presidente: el Referéndum Revocatorio (Art. 72). Este requiere la recolección de firmas, es vinculante y tiene consecuencias jurídicas directas sobre la permanencia del mandatario.

​El Referéndum Consultivo (RC): El RC (Art. 71) está diseñado para consultar al pueblo sobre "asuntos de especial trascendencia nacional," y la decisión resultante no es jurídicamente vinculante para las autoridades, aunque sí genera una obligación política y moral. Preguntar si "se queda o se va" sobre el presidente en específico es forzar el propósito del RC.

​El Gabinete es de Libre Nombramiento: El gabinete ministerial es nombrado y removido libremente por el Presidente (Art. 236, numeral 4). Un RC sobre su permanencia sería inconstitucional en términos de su efecto vinculante, ya que violaría la facultad exclusiva del Presidente. Políticamente, solo serviría como expresión de desaprobación.

​Lógica Legal: Es más pertinente y efectivo impulsar el Referéndum Revocatorio (Art. 72), que está diseñado explícitamente para este fin y es jurídicamente vinculante. Un RC sería una vía indirecta y débil.

​2. Pertinencia en la Viabilidad Práctica

​La viabilidad de convocar cualquier tipo de referéndum en el contexto actual venezolano es el mayor obstáculo político y logístico.

​Control Institucional: La convocatoria, organización y resultados de cualquier referéndum son controlados por el Consejo Nacional Electoral (CNE). Dada la falta de autonomía e independencia que gran parte de la oposición y la comunidad internacional le atribuyen al CNE, la iniciativa se enfrentaría a un muro de obstáculos:

​Impedimento de la Recolección de Firmas: Dificultades extremas, si no imposibilidad, para validar la recolección de las firmas necesarias.

​Interpretaciones Legales Restrictivas: El CNE podría declarar improcedente la pregunta del RC por considerarla reservada al Revocatorio.

​Falta de Transparencia/Reconocimiento: Aunque se lograra realizar, la credibilidad de los resultados sería cuestionada si el proceso no es transparente.

​Costo Político y Social: Impulsar un proceso que casi con certeza será frustrado por el aparato estatal podría generar frustración, desmovilización y desgaste en la población opositora.

​Lógica Práctica: La iniciativa es muy poco viable sin un cambio en el control o la autonomía de la autoridad electoral (CNE).

​3. Pertinencia de la Efectividad Política

​La efectividad de un RC dependería de lo que se busca lograr:

​Medida de Presión: Un RC, incluso si no es vinculante, podría servir como una demostración masiva de fuerza y descontento (una "votación de protesta"), lo que aumentaría la presión interna y externa sobre el gobierno.

​Legitimidad de la Lucha: Si la participación es altísima (p. ej., si superara los 7.5 millones de votos de la Consulta Popular de 2017), otorgaría una poderosa legitimidad moral a la exigencia de cambio, fortaleciendo la posición de negociación de la oposición.

​Riesgo de Cooptación: Si el gobierno permite la votación, podría intentar manipular el proceso o usarlo para mostrar una "normalidad democrática" que luego ignoraría.

​Lógica Política: El RC no ofrece una solución directa, pero tiene una alta pertinencia como herramienta de presión y movilización política, siempre y cuando se asuma que el resultado no será automáticamente reconocido o implementado por el Ejecutivo.

???? Conclusión: El Revocatorio es la Vía Lógica

​En la lógica política y legal estricta, la respuesta es NO es pertinente; el mecanismo constitucionalmente pertinente y efectivo es el Referéndum Revocatorio (Art. 72).

​No obstante, si el Revocatorio es sistemáticamente bloqueado, el Referéndum Consultivo se convierte en la única herramienta de protesta electoral masiva disponible para medir la voluntad popular, aunque sus resultados solo tengan un valor moral y político de presión, sin efecto jurídico directo sobre la permanencia de Maduro y su gabinete.

​En resumen: Es una herramienta políticamente poderosa, pero jurídicamente débil e institucionalmente inviable en el contexto actual venezolano.

Bueno ahí queda la iniciativa del reciente Comité Nacional Defensa y Seguridad Integral del propio pueblo. ¡¡¡Caigo a discreción. Permiso para continuar!!! Hasta otra próxima entrega.



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Ysaac Jacobo Mosqueda

Representante de la Fundación Por La Dignidad de Aragua. Luchador Socialista. Militante del PSUV. Miembro de la vieja vanguardia del MBR (Paracaidista 76-86).

 yjmosqueda@gmail.com      @ysamosqueda

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