Críticas marxistas al eurocentrismo

Semejanzas analíticas entre Alessandro Visalli y Carlos X. Blanco, sus teorías sobre los imperios y la Historia Mundial.

a) Crítica al capitalismo occidental y visión de decadencia

Ambos autores coinciden en diagnosticar una crisis profunda de Occidente, entendida no solo en términos económicos, sino también culturales, espirituales y geopolíticos. Visalli habla del "vacío en el corazón de Occidente" y del "estado zombi del individualismo desesperado", mientras Blanco denuncia el "capitalismo globalista" como un sistema que ha destruido el tejido social, la soberanía nacional y la cultura tradicional.

b) Marxismo heterodoxo y no eurocéntrico

Visalli se inscribe en una corriente marxista que integra elementos decoloniales, reconociendo la centralidad histórica de civilizaciones como China e India, y criticando el eurocentrismo del marxismo clásico. Blanco, por su parte, desarrolla un marxismo estratégico, influido por autores como Gianfranco La Grassa, que supera el economicismo y se centra en dinámicas de poder geopolítico y cultural.

c) Enfoque histórico-mundial y cultural

Ambos comparten una visión de la historia como proceso mundial, no centrado en Europa. Visalli analiza los ciclos de lucha anticolonial y la transición hacia una era multipolar, mientras Blanco se apoya también en autores como Spengler para hablar de civilizaciones en decadencia y renacimiento, con especial atención a Eurasia, China y Rusia.

d) Multipolaridad y crítica al hegemonismo

Visalli y Blanco coinciden en que el mundo está transitando hacia una multipolaridad, donde el dominio occidental (especialmente estadounidense) está siendo desafiado por nuevos polos civilizatorios. Ambos ven en China una alternativa viable, aunque con matices.

2. Conexión con el enfoque spengleriano

Carlos X. Blanco ha escrito directamente sobre Spengler, filósofo poco apreciado por marxistas como él, aplicando su teoría de las culturas a la Hispanidad y Europa. Visalli, aunque no cita a Spengler explícitamente, hasta donde se nos alcanza, comparte con él una visión cíclica de la historia, donde las civilizaciones nacen, florecen y decaen. Ambos autores rechazan el progreso lineal ilustrado y el universalismo occidental, lo que los acerca a una ontología pluralista de las culturas.

3. Frente a la "leyenda rosa" del Imperio Español

a) La leyenda rosa como mito legitimador

Los discípulos de Gustavo Bueno, como se ha documentado, defienden la idea del Imperio Español como "generador", en contraposición a la leyenda negra. Esta visión idealiza el papel de España en América, negando o minimizando los aspectos conflictivos del colonialismo. Se presenta una España civilizadora, portadora de racionalidad y orden frente al caos indígena. Muchos de estos discípulos, a excepción del marxista heterodoxo Santiago Armesilla, reactualizaron ideas neoimperialistas de la Falange o del Carlismo, especialmente bajo el impulso del hijo del profesor Bueno, Gustavo Bueno Sánchez. Esta influencia empobreció a la escuela y al sistema conocido como "Escuela de Oviedo", iniciándose así una senda de sectarismo y neoderechismo (con ribetes sionistas y neoliberales muchas veces). Blanco rechazó muy pronto estas tendencias del "materialismo filosófico", pese a ser uno de los contribuyentes en la segunda generación del mismo, y desarrolló su teoría alternativa de los imperios, con base marxista: imperios aglutinantes (como el Chino y, parcialmente, el Español) e imperios absorbentes (como el romano). Los imperios depredadores, de origen pirático como los anglosajones, son incapaces de aglutinar etnias, regiones, identidades locales, principados, etc. porque solamente pueden aplicar por multiplicación una "cuadrícula" homogénea para las élites que se lanzan a dominar las periferias. Así las cosas, Roma, con todo su poder supuestamente "generador" (en términos de Gustavo Bueno), fue también destructora de un sinfín de culturas y civilizaciones en Europa (como, por ejemplo, el mundo celta en el Occidente europeo). De la misma manera, España fue "generadora" de una Nueva España en las Américas (una cuadrícula multiplicada y exportada a la manera romana), pero también destructora de las culturas nativas. Los discípulos de Bueno o de Marcelo Gullo llevan razón en que esas culturas indígenas también eran despóticas, caníbales, "inhumanas" las más de las veces, pero hay que hacer constar que el poder aglutinador de los españoles no fue tan eficaz con culturas muy heterogéneas respecto de la española, como sí lo había sido durante la Reconquista peninsular en los siglos precedentes.

b) Crítica desde Visalli y Blanco

Visalli y Blanco no se alinean con esta visión neoimperial hispanista de los secuaces de Gustavo Bueno o Marcelo Gullo. Aunque Blanco reconoce elementos positivos en la tradición hispánica, que vendrían a coincidir con el carácter "generador" según la jerga de Bueno, no idealiza el Imperio. Su enfoque es más geopolítico y crítico, reconociendo que el imperialismo español fue parte de un sistema de dominación que hoy se replica bajo formas nuevas (OTAN, globalismo, etc.).

Visalli, por su parte, se distancia de cualquier forma de eurocentrismo, incluyendo el hispanismo idealizado. Su análisis de China y África muestra una apertura a otras formas de civilización, sin caer en el paternalismo ni en el relativismo ingenuo. No se trataría de fomentar un auto-odio entre nosotros los europeos, sino de valorar nuestras aportaciones culturales al lado de aquellas que han ofrecido otras civilizaciones.

4. Lo que tienen en común frente a la leyenda rosa

Rechazo del excepcionalismo occidental: Ambos autores critican la idea de que Europa (o España) tenga un papel providencial en la historia.

Defensa de una ciencia de la historia plural y conflictiva: No hay una única narrativa legítima; la historia debe ser vista desde múltiples perspectivas.

Crítica al uso político de la historia: La leyenda rosa sirve como instrumento ideológico para justificar posiciones conservadoras o nacionalistas que ignoran las contradicciones del pasado. Un análisis objetivo del Imperio Español debe implicar el estudio de su papel decisivo como antesala de la Modernidad y del Capitalismo global. También debe tomarse en consideración su papel como "intercomunicador" planetario. De otra parte, el sesgo castellanista de la Escuela de Oviedo (o lo que resta de ella) es muy notorio. En realidad, los orígenes de este imperio se remontan a la Monarquía Asturiana (718-722) y a la resistencia popular de los pueblos del norte ibérico ante el imperialismo musulmán.

Apertura a nuevas formas de civilización y al multipolarismo: China, Rusia, África, América Latina son vistas como actores legítimos en la construcción de un nuevo orden mundial. Se trata de planteamientos, éstos de Visalli o Blanco, que enraízan en el marxismo "tercermundista", las teorías de la dependencia, el espíritu de Bandung y la lucha de los pueblos por su autodeterminación.



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