La abstención no gana elecciones. La participación sí transforma

Reflexión sobre el deber ciudadano y la legitimidad del voto en el proceso electoral venezolano del 27 de julio de 2025

En el contexto político venezolano contemporáneo, es frecuente escuchar la frase: "la abstención ganó las elecciones". Esta expresión, aunque popularizada en ciertos círculos, carece de fundamento técnico cuando se analiza el proceso electoral con objetividad, criterios estadísticos claros y conocimiento de la estructura del sistema electoral venezolano.

Abstención: un concepto mal interpretado

La abstención no es una fuerza política, ni una entidad con capacidad de decisión. Es, por definición, la ausencia de participación activa en un proceso electoral. A menudo se interpreta erróneamente como una forma de expresión colectiva o como una declaración de rechazo, pero en términos reales, la abstención no otorga representación, no incide en los resultados y no construye institucionalidad.

En el caso venezolano, existe un factor determinante que distorsiona la lectura del abstencionismo: la migración masiva. Millones de venezolanos se encuentran fuera del país y una proporción significativa de ellos no han actualizado su domicilio en el Registro Electoral, por tanto no ejercen su derecho al voto desde el exterior. Esta situación no es solo administrativa: en la mayoría de los países receptores, los migrantes venezolanos han solicitado refugio o asilo político, lo cual les impide legalmente cambiar su residencia electoral o registrarse ante consulados sin poner en riesgo su estatus migratorio.

Por tanto, esta población es parte del índice de abstención activa y es parte de la estadística, pues se trata de una decisión política individual de no participar, una imposibilidad técnica y jurídica.

Contra las frases vacías y los marcos narrativos fabricados

Ya es momento de superar la repetición mecánica de frases construidas con fines propagandísticos o desinformativos. Frases como "la abstención ganó" no son verdades; son narrativas impuestas que pretenden anclarse en la memoria emocional y política de los ciudadanos, tanto dentro del país como en el ámbito internacional.

El país no necesita más consignas vacías ni diagnósticos automáticos. Necesita rigor, datos, comprensión institucional y un enfoque maduro. Es tiempo de romper con esa narrativa diseñada para desmovilizar, para sembrar frustración y para legitimar la inacción como postura política.

La abstención como estrategia de exclusión

Además, es necesario señalar con responsabilidad que hacer llamados sistemáticos a la abstención con el argumento de "vaciar las instituciones" o "no legitimar el proceso" ha tenido consecuencias negativas en la cultura cívica venezolana.

Los factores opositores que se encuentran en el exterior que tampoco votan, convocan a no participar en elecciones y debilitan la voluntariedad del principio democrático individual siendo su estrategia impedir que otros sectores opositores ejerzan su derecho a postular, competir y ser elegidos. En la práctica, esta postura termina siendo excluyente, profundamente egoísta y funcional al estancamiento político de ellos.

Negarse a participar para que nadie más lo haga no es una estrategia política: es una imposición del silencio sobre los demás. La democracia se basa en opciones, no en bloqueos. En permitir que todos hablen, no en forzar a todos a callar.

Elecciones del 27 de julio de 2025: participación, no silencio

Durante las elecciones municipales del 27 de julio de 2025, se registró una participación oficial cercana al 40 % del padrón electoral nacional. Este dato, más allá de su lectura política, revela una voluntad ciudadana clara y un compromiso democrático operativo.

Millones de venezolanos acudieron a las urnas, no necesariamente por una corriente ideológica específica, sino por conciencia institucional. Votaron por las opciones que consideraron pertinentes y al hacerlo, cumplieron con un principio central de la República: elegir de forma pacífica y directa a quienes los representan.

El voto: una obligación con el país

El sufragio no debe entenderse únicamente como un derecho. Es un acto de soberanía activa y una obligación cívica frente al país. En Democracia Participativa y Protagónica, quien no participa deja que otros decidan por él. La abstención, cuando es voluntaria y posible de evitar, no protesta: renuncia. No confronta: delega.

Los cambios verdaderos se inician con responsabilidad, no con ausencia. El poder legítimo se construye con votos, no con vacíos.

Democracia es participación, no discurso

El proceso del 27 de julio transcurrió con orden y sin alteraciones graves. Ese solo hecho demuestra que el mecanismo electoral venezolano continúa operativo y que millones de ciudadanos aún creen en la vía pacífica, electoral e institucional como método de expresión política.

A quienes votaron (más allá de la opción) se les reconoce por haber reafirmado con hechos el valor del sistema democrático. En un país que ha enfrentado crisis prolongadas, votar sigue siendo un acto de valentía ciudadana.

Conclusión

La abstención no gana elecciones. La participación sí transforma.

El país necesita claridad, compromiso y conciencia. No frases prefabricadas ni posturas personalistas.

No se trata de resignarse, ni de callar, ni de ceder. Se trata de actuar con responsabilidad, de construir con decisión, de elegir con valentía.

Porque cuando el ciudadano vota, elige. Y cuando elige, transforma.

Mientras exista participación libre, consciente y activa, La República Bolivariana de Venezuela seguirá siendo una República con futuro.

 

*Dra. Seguridad y Defensa de la Nación

 

pentesilea99@gmail.com



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