Lenguaje: Teniente-coronel “golpista” (parte final)

Otra de las acusaciones, al estilo de burla o sátira, para descalificar al Presidente Hugo Chávez es la de ser un Teniente-coronel “golpista”, por aquello de su participación protagónica aquel 4 de Febrero de 1992. Según la teoría de la oposición venezolana al gobierno del Presidente Chávez, nadie que haya participado en una acción de violencia contra el Estado  puede optar a ocupar un cargo de tan alta investidura como la de Primer Mandatario de una nación. Sin embargo, no tuvo escrúpulo, por lo menos una buena parte de la oposición, de plegarse incondicionalmente al gobierno de 48 horas que encabezó Carmona Estanga luego del golpe de Estado contra el Presidente Chávez el día 11 de Abril de 2002. Vemos que lo que resulta bueno para la oposición lo tiene por malo si se ejecuta contra ella.
Nadie puede saber ni enseñar más que la Historia y, especialmente, la humana. Desde el desmembramiento de la Comunidad Primitiva hasta nuestros días en que domina la fase más atroz de la historia, la globalización capitalista salvaje, ha sido un proceso de evolución y cambios donde la violencia ha jugado el papel de partera de la nueva sociedad. No es una expresión de devoto religioso por la violencia, sino de reconocimiento a la realidad histórica que no puede ser violada como hace de los mandamientos el pecador.
El triunfo de la revolución de la cual continúa gozando el capital para acometer todas sus atrocidades fue, sépase, por medio de una violencia que costó mucho sacrificio, sangre, sudor y lágrima –especialmente- a la pequeña burguesía y a los sans-culotte, y éstos eran y siguen siendo, con otras caras por herencia, los explotados y oprimidos por los mismos, con otras caras por herencia, que llevaron a disfrutar del poder político burgués. Si la burguesía hubiese cifrado sus esperanzas de triunfo sobre el feudalismo en las manos bondadosas de Dios, tal vez, Descartes les hubiera aguado la fiesta y el Diablo, aprovechando el descuido del Señor por estar tan concentrado en los asuntos internos de la Tierra, le hubiera tomado el reino de los cielos por asalto y no por insurrección. Todo capital financiero posee, entre sus cuentas, un Malaparte para el Golpe contra cualquier gobierno que no rinda buenos dividendos a sus intereses económicos. Por supuesto, también, en todo proceso profundamente revolucionario hay un Lenin y un Trotsky pensando en una insurrección contra la burguesía.
La democracia representativa venezolana disfrutó de cuatro décadas gobernando el país gracias a la rebelión armada de militares y civiles que derrocó al gobierno del general Marcos Pérez Jiménez. Acción Democrática, el partido político privilegiado de esa democracia y que más años gobernó, hizo violencia justa contra la violencia injusta de la dictadura bonapartista. De no haber hecho AD resistencia armada, quizás, el Partido Comunista hubiese ejercido el gobierno tan pronto la Vaca Sagrada alzó vuelo con el depuesto general dentro. Si los demócratas hubiesen cifrado su esperanza de victoria contra el gobierno del general Marcos Pérez Jiménez en las oraciones de la Iglesia, quizá, los obispos más comprometidos con la dictadura hubieran determinado el curso de la historia y nuestro pueblo, todavía, estaría rezando y pleno de incertidumbre pidiendo la intervención de Dios para salir del bonapartismo, que es el régimen intermedio entre democracia representativa y fascismo. Los comunistas, en cambio, no hubieran rezado pero sí actuado.
Utilizar la acusación que Chávez es un teniente-coronel “golpista” para descalificarlo por ello y querer vetarlo en su aspiración de reelegirse como Presidente de la República, sólo podría ser creíble en boca de la oposición, si ésta misma hubiese solicitado hacer presos y juzgar a todos los participantes del golpe de Estado del 11 de abril de 2002. No, eso es imposible pedirlo, porque más bien los tiene como héroes y los defiende a capa y espada como los inocentes o víctimas frustrados en su intento de  consolidar la supuesta ‘democracia’ contra la supuesta ‘dictadura’ chavista por medio de un golpe de fuerza.
Los aborígenes fueron vencidos y colonizados por la acción armada de los conquistadores y no por la prédica de una palabra bondadosa y pacífica que ofrecía justicia y libertad en la ‘paz’  esclava impuesta por los vencedores. La independencia venezolana de España jamás hubiese sido posible concebirla sin la violencia revolucionaria, lo demostró y verificó la historia de la misma. De haber cifrado su esperanza de victoria los patriotas –incluyendo a Bolívar- en algún obispo venido de la Metrópolis a denunciar los crímenes de la monarquía contra sus colonias, seguramente Piar hubiera sido el Gran Mariscal de todos los campos de batalla en toda la América Latina.
Toda la vida republicana ha sido una historia de violencia y golpes de Estado como de intervención de fuerzas foráneas en nuestros asuntos internos. La oligarquía es la primera fuerza que se aferra a los golpes de timón cuando algún gobierno se le enfrenta representando intereses de los sectores populares. Lo evidenció, una vez más, el 11 de abril de 2002. Y ahora continúa, a veces, entre bastidores y, en otras, abiertamente maquinando su conspiración para derrocar al tenido por teniente-coronel ‘golpista’. Lo que sucede es que no encuentran la forma de llevarlo a cabo sin que millones de hombres y mujeres del pueblo produzcan el contragolpe victorioso como aconteció el 13 de abril de 2002. Saben que derramar demasiada sangre los primeros tres días de un golpe que le resulte exitoso al imperio y a la oligarquía “criolla”, desencadenará una guerra civil que sólo acabará cuando los acérrimos enemigos del pueblo venezolano queden reducidos a la nada. Y en ese momento es cuando se alza bien alto la bandera de una revolución por el socialismo.
Lo que olvidan ex profeso el imperio, la oligarquía económica y la derecha política es que Chávez no tomó el gobierno durante el Golpe del 4 de Febrero de 1992, sino en un inobjetable triunfo por la vía electoral en 1998. Que haya sabido convertir la derrota militar del 4 de Febrero de en una victoria política electoral es obra de la audacia combinada con la inteligencia de Chávez y sus seguidores, por un lado, y, por el otro, de la desgastada democracia representativa y sus partidos políticos en la credibilidad de la mayoría de las masas del pueblo venezolano. El 3 de diciembre se dará una prueba más que la mayoría de los venezolanos y venezolanas no quieren vuelta atrás. Por eso, Chávez será reelegido como Presidente de la República.


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Freddy Yépez


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