Chávez, hermeneuta universal

Este 5 de marzo, conmemoramos cuatro años de la partida física del comandante eterno Hugo Chávez; a quien rindo homenaje con el siguiente editorial (cuatro entregas) que escribí en el Diario VEA, un año después de su siembra en el 2014:

“Venezuela atravesaba en las tres últimas décadas del siglo pasado, una situación incierta en lo político, económico, social, cultural y militar; dentro un mundo sumido en una profunda crisis generalizada que comenzaba a descender por el abismo neoliberal. Un ejemplo fue la Unión Soviética, desmoronándose de la mano del socialdemócrata Mijaíl Gorbachov; quien promovía entre otros, la división internacional del trabajo o globalización, en pro de desregularizar los Estados y sus constituciones, y con ello la intervención de una economía de mercado, políticas fiscales restrictivas, libre movilidad del capital, reducción de barreras comerciales, privatización y “flexibilidad del trabajo”.

Venezuela no se escapaba de tal vorágine en descenso, con gobiernos adoptando políticas neoliberales ante una economía cada vez más desastrosa que provocaba enormes desigualdades, hambre, miseria y exclusión; a lo cual se sumaban partidos políticos desprestigiados y una fuerza armada corrompida presta a reprimir.

Fue así, cómo un joven cadete, bisnieto del guerrillero Maisanta, comenzó magistralmente a interpretar tal realidad con historicidad, elaborando ideas que se opusieran al monstruo neoliberal que se mostraba con toda crueldad clavando sus garras en una Venezuela desorientada y sin futuro; sin liderazgo, entregada a los intereses foráneos y con una burguesía apátrida, postrada ante las migajas de la renta petrolera.

El cadete ya teniente, sabía que debíamos partir de algo para enfrentar tal adversidad, que nos uniera fuertemente a todos desde nuestras propias raíces; donde resurgiera la identidad, el nacionalismo y el amor a la Patria. Ese algo que no sólo nos remontara a la lucha independentista, sino también a aquel pueblo bregador, difícil de doblegar; que abandonó para siempre ser sumiso ante los poderosos, cantando ¡Viva la Libertad!

Por eso, el teniente Chávez comenzó a reinterpretar con perfección y exactitud, el pensamiento de Bolívar, Rodríguez y Zamora; a la luz de los acontecimientos que se sucedían en nuestro país, durante la década de los 80. El 17 de diciembre de 1981 fue una buena oportunidad para ello, conmemorando la muerte del Libertador; cuando el teniente Hugo Chávez pronuncia ante el Samán de Güere y frente a varios camaradas de armas, el juramento que emulaba a Bolívar en el Monte Sacro: "Juro por el Dios de mis padres, juro por mi Patria, juro por mi Honor, que no daré tranquilidad a mi alma, ni descanso a mi brazo, hasta no ver rotas las cadenas que oprimen a mi pueblo por voluntad de los poderosos. Elección popular, tierras y hombres libres, horror a la oligarquía".

El 24 de julio de 1982 se conmemoraban 200 años del nacimiento del Libertador, cuando el teniente Hugo Chávez decidió fundar un movimiento militar revolucionario basado en la doctrina de Simón Bolívar, el MBR-200; dada la molestia que percibía en las filas militares que las obligaban a reprimir al pueblo protestando constantemente contra las políticas hambreadoras y excluyentes impuestas por los sucesivos gobiernos puntofijistas.

El propio teniente Chávez estaba consciente de que la fuerza armada la adoctrinaban con ideas foráneas enmarcadas en la guerra fría existente entre EEUU y la Unión Soviética; al propio estilo pretoriano para proteger a la burguesía, el Estado y a los gobiernos confrontando el comunismo. En Fuerte Tiuna donde él frecuentemente pernoctaba, se instaló la agregaduría militar de EEUU para dar instrucciones al alto mando militar y cazar insurrectos; así se sucedieron las masacres de Cantaura (1982), Yumare (1986), El Amparo (1988) y el Caracazo (1989).

Ascendido a teniente coronel en 1990 y realizando estudios de postgrado, Hugo Chávez comenzó a poner en práctica la hermenéutica crítica y la dialéctica de la interrogación, dando rienda suelta a su profundo pensamiento revolucionario, y escribir las primeras líneas de El Libro Azul; donde magistralmente interpretó al mundo de la época atrapado en el “fin de las ideologías”, mientras los pueblos se alejaban de sus raíces históricas, especialmente durante la última década de ese siglo “perdido”, como él lo catalogó.

En nuestro país, escribió Chávez, la incertidumbre y el caos hacían de las suyas, la Constitución imponía una democracia ficticia que asfixiaba al pueblo, el Estado y las instituciones estaban desprestigiados, y los partidos políticos se encontraban desideologizados; planteando con total acierto, alternativas ideológicas, políticas y constitucionales, como el Sistema Ideológico EBR (Ezequiel Zamora, Simón Bolívar y Simón Rodríguez), el Proyecto Nacional Simón Bolívar, el Estado Federal Zamorano, la Asamblea Nacional Constituyente y cinco Poderes del Estado.

Avizorando además cual profeta, dos décadas de transformación estructural a partir de esos años, con una región posible ubicada más allá del horizonte estratégico, definida por él como la Utopía Concreta Robinsoniana. Con ello, el teniente coronel Chávez interpretaba fielmente el sentir desesperado del pueblo venezolano; motivo por el cual no esperó más para dar a conocer sus ideas y emprender una rebelión militar el 4 de febrero de 1992, que lo catapultó hacia el poder, pocos años después.

A principios de 1999, Hugo Chávez asume la presidencia de la República por voluntad del pueblo expresada en las urnas electorales; cuando no sólo decidió convocar a la Asamblea Constituyente, sino también a una cumbre de países exportadores de petróleo para rescatar los precios del crudo que estaban por el suelo, consciente de la necesidad de recuperar la economía para poder emprender las transformaciones necesarias; además de decretar una ley de hidrocarburos que lograba la plena soberanía petrolera y recuperaba PDVSA para benefició de la Nación. Iniciativas del presidente Chávez que molestaron al imperialismo, para fraguar un golpe de Estado.

Fue entonces que salió a relucir en el presidente Chávez su magnífica intuición para comprender la realidad que le rodeaba ese año 2002 y decidir con absoluta libertad, no enfrentar a los sediciosos. Simplemente se entregó, dándole mayor facticidad al hecho de un pueblo que seguro iba a reaccionar con firmeza y convicción; al igual que la fuerza armada, donde había sembrado la semilla del nacionalismo, el amor a la Patria y el apego irrestricto a la Constitución Bolivariana.

A finales de ese mismo año, el presidente Chávez consciente de lo que sucedía en la Plaza Altamira y el sabotaje petrolero emprendido por la burguesía, actuó de acuerdo a la experiencia vivida meses antes, signada por la complejidad de un Estado aún secuestrado por la burguesía; pero a su vez, percatándose de una creciente unidad cívico-militar pocas veces antes vista que lo condujo a minimizar los posibles errores en la interpretación de la realidad acontecida y tomar en consecuencia, decisiones prácticas, no violentas, dejando que la paciencia hiciera el trabajo y que los mismos golpistas se cocinaran en su propia salsa.

Surgió entonces en el presidente Chávez, una de sus tácticas más ingeniosas, el contrataque; despidiendo a miles de empleados de PDVSA plegados al sabotaje y tomando el control definitivo de la industria petrolera, depurando la fuerza armada y arrestando a los militares alzados, desplazando de una vez por todas a las élites que dominaban el escenario político y económico, desburocratizando el Estado, creando las misiones sociales y reglamentando el uso radioeléctrico en los medios de información y comunicación.

El pueblo al sentirse complacido con tal genialidad, sensibilidad y solidaridad, ratificó al presidente Chávez en el referendo del 2004 y lo reeligió en el 2006 con el 62,84 % de los votos emitidos; un porcentaje histórico, no conseguido en comicios anteriores.

El presidente Hugo Chávez sabía muy bien que no podía emprender transformaciones profundas en Venezuela durante la primera década del presente siglo, si no cambiaba radicalmente el escenario internacional; especialmente, la región que la circundaba. Fue así que interpretó el sentir de los pueblos latinoamericanos y caribeños hacia nuestro país; y al unísono, el despertar y rebeldía de los mismos ante la ideología de la dominación que los oprimía y explotaba, y que veía en Venezuela una referencia cierta para emprender cambios políticos, económicos y sociales en sus respectivos países.

Pero el presidente Chávez no estuvo sólo en ello, Fidel Castro, Néstor Kirchner y Lula Da Silva lo acompañaron; emprendiendo varias acciones antimperialistas en la región como el rechazo del ALCA y la creación de ALBA, UNASUR, PETROCARIBE y la CELAC. Pero hubo un acontecimiento verdaderamente histórico y universal, cual fue la intervención del presidente Chávez en la Asamblea General de la ONU en el año 2006; señalando “Ayer vino el diablo aquí, ayer estuvo el diablo aquí, en este mismo lugar. Huele a azufre todavía esta mesa donde me ha tocado hablar”, interpretando a todos los pueblos oprimidos del mundo, con su repudio al imperialismo estadounidense, el acción militar genocida en varias partes del planeta y el peligro que representaba y representa hoy en día para la humanidad.

De esta manera, el presidente Chávez desarrolló magistralmente en esos años la hermenéutica emancipadora, denunciando intenciones funestas de la sociedad globalizada, capitalista e imperialista; y aupando en los pueblos del mundo, liberarse del pensamiento único neoliberal. Llegando el presidente Chávez a convencerse de enmarcar toda interpretación crítica en la hegemonía ideológica del socialismo, con una praxis social igualmente crítica ante los efectos de tal interpretación. Por ello, el presidente Chávez reconoció en las intersubjetividades manifiestas del pueblo, la necesidad de alejarse de los intereses burgueses técnico-instrumentales que privilegian la racionalidad fundamentada en el mercado y el comercio.

Desde entonces, la construcción del socialismo se constituyó en la principal bandera del presidente Chávez, la cual plasmó en el Plan de la Patria 2013-2019; para ser aprobado por el pueblo, en dos elecciones presidenciales. En conclusión, el presidente Chávez se proyectó por los siglos de los siglos como un excelso hermeneuta universal, quien supo interpretar con suma sensibilidad, compresión y solidaridad, el sentir y lucha del pueblo venezolano y de los pueblos del mundo, por liberarse del yugo capitalista e imperialista, imponer la hegemonía del socialismo y preservar la vida en el planeta.”



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Sergio García Ponce

Ex-vicerrector de Desarrollo Territorial de la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV).

 sagarciap@yahoo.es

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