Para la política massmediatizada posmoderna, propia de esta época, el proceso histórico luce como una serie de competencias de dificultades que se le ofrecen a los jugadores, como pruebas de inteligencia, habilidad y fuerza. Así, a la cúpula del Partido-Gobierno-Fuerza Armada (o más bien, el Partido Militar con brazos civiles) se le presentaron varias dificultades importantes a raíz de la muerte del Comandante Chávez: mantener la confianza y la fe en un liderazgo que el gran líder había mantenido en la sombra, enfrentar una pasmosa crisis económica, patente en desabastecimiento, florecimiento del “bachaqueo” y la aplastante inflación, adobada con una crisis eléctrica y, lo más terrible, la caída en picada del precio del petróleo, lo cual imposibilitaba la práctica consuetudinaria y rentista de resolver las cosas a realazos, sin ningún seguimiento y control, con una corrupción galopante. A esto se sumó el avance significativo de la oposición en las elecciones parlamentarias. La cosa estaba bastante complicada y el pronóstico era reservado.
Con el reciente jaque mate a la propuesta del referendo revocatorio, a los ojos de esos activistas que se consideran leales al chavismo, la cúpula del Partido Militar parece haber superado todas las pruebas y haber reafirmado una ya declinante esperanza. Es como el remate de una serie de respuestas que, por lo menos recuperan algo de la confianza perdida. Volvió a llover, y con ello se superaron los apagones y el racionamiento eléctrico. Los CLAP, aunque no cubren a toda la población, con todos sus problemas de organización y su uso sectario y excluyente se presentan como “la solución” a un problema que, de nuevo, se presenta como únicamente de abastecimiento, ocultando la raíz de la baja productividad del país. Se afirma, con la fuerza de una propaganda repetida mil veces, que las colas bajaron (aunque todas las evidencias muestren lo contrario). Los “motores” lucen como un inicio de salida para echar a andar unos “sectores productivos” mediante el “diálogo” con el gobierno. Hasta el rollo cambiario, clave según muchos economistas de toda la crisis y la “guerra económica”, también se presenta como resuelto, y se trae a colación el acuerdo con el gobierno colombiano de derogar una medida que permitía actuar con libertad a las casas de cambio en la frontera, así como el “alcance” del dólar para “neutralizar” el “dólar today”. Para completar, el presidente luce afanado en el logro de un acuerdo internacional para “estabilizar” los precios del petróleo (esperanzas nuevas de reavivar el tan maldecido, pero, a la vez, tan echado de menos, rentismo petrolero).
Todavía en el plano de la observación de la competencia medio deportiva de la política, tiene que reconocerse la ayuda que el gobierno recibió de la ineptitud de una oposición fragmentada, emocional, torpe, que ayudó muchísimo en estos avances del Partido Militar con brazos civiles. Tal vez sus errores comienzan por sacar las imágenes de Chávez y Bolívar de la AN (violencia simbólica innecesaria para una fuerza que quería recoger los restos derrotados del chavismo), anunciar que su único objetivo era sacar a Maduro de la presidencia, con lo cual propician un cierre de filas en el chavismo y evidencia su falta de proyecto-país, el abandono de una perspectiva de diálogo para resolver el principal problema para la gente: el económico, y quedar encallejonados en una polarización que sólo podía resolverse con una confrontación violenta que sólo podía ganarla quien tuviera las armas, es decir, el Partido Militar. Los errores tácticos siguieron: convirtieron en problema de principio la incorporación de los diputados de Amazonas, lo cual ayudó a la virtual inhabilitación de la Asamblea Nacional vía TSJ, poder que ya se sabía que estaba en manos del adversario. Había la opción de insistir más bien en nuevas elecciones en la zona. Y, para rematar, la división y la demora en definir una táctica para cambiar al gobierno, lo cual llevó a proponer el revocatorio tarde, demasiado tarde, dadas las condiciones conocidas por todos: un Poder Electoral y un Poder Judicial en manos del adversario.
Hoy, como es lógico, a la derrota política por el jaque mate al revocatorio (la brocha a la que se aferró la oposición), sucede la desmoralización, el desconcierto. El Partido Militar avanza y avanza en los juegos parciales y no se detendrá. Habrá “persecución en caliente”. No me extraña que pronto caigan presos los dirigentes de la MUD y la migración de los jóvenes clase media (y otros) aumente. Aunque el CNE tenga previstas unas elecciones en 2017, ni siquiera hacen falta. Únicamente para mantener las apariencias democráticas del dominio del Partido Militar que tiene todavía que darle lustre a su brazo civil.
Ya el plan del gobierno del Partido Militar está hecho: seguir pagando y renegociando la espeluznante deuda como sea, apagar cualquier “candelita” con la fuerza, resolver día a día con las importaciones que permitan el pequeño aumento del precio del petróleo (una especie de rentismo minimizado), asociarse con el capital transnacional para explotar las abundantes riquezas minerales del Arco Minero del Orinoco, seguir con las “misiones” ofreciendo cosas con un bolívar cada vez más depreciado. La inflación seguirá para arriba. La productividad en veremos. La corrupción si freno, porque es cuestión de “lealtad”. La inversión dependiendo de más y mejores beneficios para el capital extranjero. “Resolver” con los CLAP, con toda su potencialidad de control político de la población, y callar las voces independientes u honestas que todavía hay en las comunas y organizaciones populares. Ese es el proyecto para los próximos años.
La necesidad de construir una alternativa distinta se hace cada vez más imperativa.