La Habana: víctimas y victimario

Según la manera como los medios de comunicación presentan la información referida a las conversaciones de paz en La Habana - ahora con la participación de las delegaciones denominadas “víctimas” - se pretende dejar por sentado que las FARC son los victimarios. Hacer tal sugerencia es desconocer los orígenes de la guerra. Tan víctimas son los guerrilleros que empuñan las armas, como la población que sufre las secuelas de la guerra. Vamos a tratar de desentrañar el equívoco. ¿Quiénes son las víctimas y quién el victimario?

En el conflicto social colombiano, tan víctima de la guerra es la población (campesina y obrera) que debió empuñar las armas para la autodefensa (guerrillas); como la población desarmada (campesina y obrera) que realiza actividades normales de subsistencia. La diferencia entre unos y otros la determina la conciencia, la actitud que se asume ante el conflicto, en el cual los sectores populares participan de variada manera.

Como cuestión elemental es necesario decir: sin base social es imposible la existencia de una guerrilla, por cuanto la guerrilla no está conformada sólo por el grupo armado, también por múltiples ramificaciones que permiten su existencia: (1) Suministros (alimentos, uniformes, medicinas, armas y municiones); (2) Financiamiento; (3) Información (inteligencia y contrainteligencia) (4) Propaganda (medios de comunicación oral y escrita); (5) Organizaciones populares (gremios, sindicatos). Esta extensa base social es lo que le da permanencia a las FARC y al ELN, y les ha permitido derrotar las campañas de exterminio ejecutadas por el ejército, la policía, los narco paramilitares y las ocho bases de los Estados Unidos instaladas en territorio colombiano, en violación de la soberanía.

La población armada (FARC, ELN), y la base social que los sustenta, tienen conciencia de clase, tienen conciencia de soberanía, tienen conciencia de los derechos civiles que le han sido conculcados: en primer lugar y por sobre todos los demás, el derecho a la vida; seguido por el derecho a la libertad personal; a la integridad física; a la inviolabilidad del hogar; al libre tránsito; a la asociación; a la seguridad ciudadana; a la libre expresión del pensamiento; a la libertad de conciencia. Sólo estos, para no enumerar los derechos políticos y económicos. Conjunto de derechos que los gobiernos de la oligarquía/jerarquía católica le han negado al pueblo colombiano. ¿Quiénes son las víctimas y quién el victimario?

En Colombia, en los últimos sesenta años ha habido una guerra civil, que es la continuación de las guerras habidas durante doscientos años de vida republicana. Es la continuación, por cuanto las causas que originan la guerra actual son las mismas que originaron las guerras anteriores que se dirimían entre liberales y conservadores. La guerra civil en Colombia debería denominarse, “guerra de los doscientos años”. García Márquez con sus “cien años…” se quedó corto. En esa interminable guerra ¿Quiénes son las víctimas y quién el victimario?

Durante 44 años (1886/1930), el partido conservador y la jerarquía católica dominaron el cuadro político colombiano con la sucesión de 15 presidentes. Se conoce como la “Hegemonía conservadora”. Durante esas cuatro décadas, como hechos más resaltantes, ocurrió: la guerra de los mil días; la separación de Panamá; la masacre de las bananeras y, el aplastamiento constante de todo intento de lucha por las reivindicaciones sociales, de manera especial, las luchas agraristas por cuanto la Iglesia católica, en Colombia como en toda Latinoamérica, era o es la mayor latifundista. Entonces ¿Quién es el victimario y quienes son las víctimas?

En 1930, el triunfo en las elecciones del partido liberal, lleva a la presidencia de la República a Enrique Olaya Herrera, con lo cual se le pone fin a la “Hegemonía conservadora”. Olaya Herrera abre la posibilidad de la organización campesina para la lucha por la tierra. En Chaparral (Tolima) y otras regiones, el partido liberal y el partido comunista promueven las luchas agraristas y comienzan a surgir las organizaciones campesinas y el reclamo legal por la tierra. Ese incipiente proceso de reivindicación campesina se mantiene durante los gobiernos liberales (Olaya Herrera, Alfonso López Pumarejo, Eduardo Santos). En 1946, el partido liberal va a las elecciones con dos candidatos (Jorge Eliécer Gaitán y Gabriel Turbay), pierden la presidencia. Cuan caro ha tenido que pagar el pueblo colombiano la necia actitud de la oligarquía liberal de impedirle al “negro” Jorge Eliécer Gaitán ser presidente de la República.

Es de esa manera que el partido conservador y la jerarquía católica vuelven al poder con la presidencia de Ospina Pérez. De inmediato comienza la violencia contra las organizaciones campesinas y obreras que luchaban por reivindicaciones agrarias y laborales, en lucha legal, promovida por el partido comunista. La zona del Tolima (Chaparral) donde el sector campesino había alcanzado mayor nivel organizativo, comienza a ser víctima de la violencia dirigida desde el gobierno y organizada desde el púlpito, la sacristía y el confesionario, con las bandas cristeras de chulavitas, copia de las bandas asesinas de los cristeros mexicanos. Como estudiante de bachillerato en Pamplona (1948), conservo en la memoria el odio que pregonaban los curas desde el púlpito con sus sermones contra el partido liberal y contra los comunistas. Ese odio clerical es el causante de la denominada “época de la violencia” que conduce al asesinato de Gaitán, por cuanto había asumido la denuncia de la masacre de las bananeras; la denuncia de la violencia contra las organizaciones campesinas y obreras; y la violencia contra el partido liberal. Entonces ¿Quiénes son las víctimas y quién el victimario?

La violencia desatada desde el gobierno conservador/ jerarquía católica, enciende la pradera. Los campesinos ante la creciente amenaza contra sus vidas por la policía y las bandas armadas de “chulavitas” (pájaros), se organizan para la autodefensa de masas y surgen las guerrillas liberales que adquieren mayor desarrollo en el Llano y en extensas zonas de las tres cordilleras desde el Tolima a Boyacá y los Santanderes. En esa situación de violencia creada por el gobierno conservador/jerarquía católica ¿Quiénes son las víctimas y quien el victimario?

Para asimilar mejor el conflicto colombiano es necesario profundizar en las causas ¿Y cuáles son esas causas?

En primer lugar, las luchas del campesinado colombiano por la tierra: luchas agraristas (época de la violencia con 200 mil muertos). En segundo lugar, la lucha del proletariado colombiano por derechos laborales (masacre de las bananeras). En tercer lugar la lucha de las mayorías nacionales por los derechos humanos y la participación cívica en la conducción del Estado: derechos políticos y ciudadanos (la democracia). En cuarto lugar, la lucha por los derechos sociales (familia, salud, educación, trabajo, salario, asociación, huelga). En quinto lugar la lucha por los derechos económicos (equitativa distribución de la riqueza).

La oligarquía y la jerarquía católica durante doscientos años, le han negado a las mayorías nacionales: el derecho a la tierra (Reforma agraria); el derecho a la soberanía popular (la democracia); el derecho a la equitativa distribución de la riqueza (exclusión, marginación, discriminación); y como consecuencia de lo anterior, han sembrado la violencia y la pobreza con todas sus secuelas. ¿Quiénes son las víctimas y quién el victimario?

Para mantener el dominio y privilegios, la oligarquía y la jerarquía católica instauran la guerra como forma de dominación y explotación. Es una guerra donde la oligarquía conservadora/ jerarquía católica, le disputaban el poder a la oligarquía liberal y ejercían la violencia contra las bases populares del liberalismo, lo cual da origen al surgimiento de las guerrillas liberales, cuyo gran auge amenaza la estabilidad de la oligarquía y la jerarquía católica en el poder. Por conveniencia política se unen conservadores/jerarquía católica/liberales, para dar el golpe de Estado liderizado por Rojas Pinilla (1953), cuyo objetivo inmediato era firmar un acuerdo con las guerrillas liberales que habían extendido sus frentes de lucha por toda Colombia. El acuerdo consistía en la dejación de la guerra y entrega de las armas (Casanare). Misión que Rojas Pinilla cumple y firma el acuerdo de paz con las guerrillas liberales (Guadalupe Salcedo). Rojas realiza algunas políticas populistas, entre otras, la Reforma Agraria (el INCORA) en cumplimiento de los acuerdos de paz. Esa y otras reformas no fueron bien vistas por la oligarquía citadina, la burguesía agraria y la jerarquía católica (gran latifundista), por cuanto, según ellos, había que firmar la paz, pero, sin concesiones de ningún tipo (pretensión actual de Santos). Firmar la paz para que todo continuara igual. Pero, ante el auge del gobierno populista/desarrollista de Rojas Pinilla, la oligarquía liberal/ conservadora/jerarquía católica - que lo habían llevado al gobierno - ven amenazados sus privilegios de clase y de nuevo se unen, firman un acuerdo de no agresión, dan el golpe militar que derriba el gobierno de Rojas (Junta militar de gobierno), crean el Frente Nacional (pacto de Benidorm 1956), que establece paridad tanto en senado y cámara como en toda la administración pública; además de la alternancia de un liberal y un conservador en la presidencia de la República (Lleras Camargo, León Valencia, Lleras Restrepo, Pastrana Borrero), con la exclusión de toda participación política que no fuera la de los dos partidos tradicionales. Durante dieciséis años se impuso la dictadura liberal/conservadora/jerarquía católica del Frente Nacional, encargada de mantener la violencia contra las mayorías nacionales: campesinos, obreros, estudiantes e intelectuales progresistas. Con Ospina Pérez, con Laureano Gómez, con Rojas Pinilla, con el Frente Nacional, es el mismo Estado agresor del pueblo colombiano, a éste, sólo le queda como mecanismo de autodefensa, la lucha armada, la guerrilla, las organizaciones gremiales y sindicales ¿Quién es el victimario y quienes las víctimas).

El acuerdo de paz con Rojas Pinilla (dejación de la guerra y entrega de las armas), sólo ocurre con las guerrillas liberales cuya conciencia política no iba más allá de derribar el gobierno conservador/jerarquía católica, para derogar la Constitución goda y traer de regreso al poder el partido liberal. En eso se diferenciaban las guerrillas liberales de las guerrillas comunistas que no participan del acuerdo de paz por cuanto su visión política tiene la trascendencia de la lucha de liberación nacional contra la explotación capitalista, por el socialismo y la conquista de los derechos humanos, sociales, políticos, económicos.

Un pequeño grupo de esas guerrillas liberales (Manuel Marulanda, aun cuando liberal), no participan del acuerdo de paz de Rojas Pinilla y mantienen la lucha guerrillera (origen de las FARC). Igual actitud asumen otros frentes guerrilleros que, ante la violencia de la policía y las bandas armadas de chulavitas, se organizan para la autodefensa en lo que se dio en llamar las “repúblicas independientes” (Marquetalia, Rio Chiquito, El Pato, Guayabero), territorios en los cuales no existía la presencia del Estado, sino, la organización campesina (comunista o comunitaria), para la economía de subsistencia; y la guerrilla, como instrumento de autodefensa contra las razzias del ejército, la policía y los chulavitas (fanáticos cristeros de escapulario y camándula), promovidos desde el púlpito, que dieron origen al bandolerismo (Sangre Negra, Efraín González); y posteriormente a los narco paramilitares de Álvaro Uribe, Pablo Escobar, los hermanos Castaño y demás integrantes del cartel de la cocaína, que fue creciendo y fortaleciendo su poder con la participación de senadores, diputados, gobernadores, alcaldes, ministros, embajadores y presidente de la República (Álvaro Uribe). ¿Quienes son las víctimas y quién el victimario?

El Estado es el ente generador de toda violencia. Parece ser, ésta, su función primordial. Pero, la violencia que impone el Estado oligarca y burgués, como clase (1%), para mantener sus privilegios de dominio y explotación capitalista (dictadura burguesa), no es la misma a la violencia del Estado proletario (99%), para la conquista de los derechos sociales, políticos y económicos de las mayorías nacionales (dictadura proletaria). Lenin decía: “el Estado es la clase”.

En Colombia, la oligarquía y la jerarquía católica como clase, han mantenido su hegemonía en el Estado y lo han utilizado para ejercer la violencia contra el pueblo, contra las mayorías nacionales, mediante doscientos años de guerra, durante los cuales se han cometido crímenes, masacres y violación de los derechos humanos inenarrables por su monstruosidad (corte de corbata, corte de franela, perfeccionados por el descuartizamiento con motosierra). El modelo de esa forma de violencia la instauró el arzobispo/virrey, Caballero y Góngora (1781), al violar el acuerdo de paz que le permitió contener la Rebelión Comunera de El Socorro y condujo al posterior apresamiento, tortura y ejecución de sus líderes (José Antonio Galán), cuyas cabezas fueron quemadas y exhibidas en jaula de hierro. Esa misma violencia de la oligarquía/jerarquía católica está presente en el asesinato del Mariscal Antonio José de Sucre, en Berruecos. Está presente en el destierro de Bolívar, que lo conduce a la muerte en Santa Marta (“El general en su laberinto”). Está presente en el asesinato del general Uribe Uribe luego del acuerdo de paz que le puso fin a la guerra de los mil días. Está presente en la masacre de las bananeras contra obreros que reclamaban sus derechos laborales negados por la compañía extranjera, United Fruit Co. (mamita yunait). Está presente en la “época de la violencia” y los 200 mil muertos (Chaparral, Tolima). Está presente en el asesinato de Gaitán, a los meses de haber pronunciado su famoso discurso “la oración por la paz”, en reclamo y protesta por los crímenes del gobierno conservador/jerarquía católica contra el pueblo liberal. Está presente en el asesinato de los jefes de las guerrillas liberales (Guadalupe Salcedo), luego del acuerdo de dejación de la guerra y entrega de las armas. Está presente en el asesinato de los miembros de la Unión Patriótica (5.000 activistas), al violar el acuerdo de apertura a la participación cívica en la política, de los guerrilleros que dejaran las armas. Está presente en el frustrado intento de paz de El Caguán, que conduce al escalamiento de la guerra en un nuevo intento de elevarla al clímax para el exterminio de los frentes guerrilleros. La legislación colombiana no contempla la pena de muerte. Esa violencia se acrecienta en la fase actual de la guerra que, ante la imposibilidad del ejército, la policía y paramilitares (700 mil efectivos en armas, ocho bases militares gringas), de derrotar la guerrilla, de impedir las protestas campesinas (Catatumbo), y las reivindicaciones obreras; el gobierno de Santos, para acumular mayor poder bélico, firma un acuerdo de colaboración con la OTAN.

Las masacres en las zonas campesinas tienen tal magnitud que han hecho del territorio colombiano una fosa común por el número de desaparecidos (“falsos positivos”), por el empeño del gobierno y las fuerzas militares de destruir la base social de la guerrilla, lo cual ha provocado cinco millones de desplazados internos. Más los desplazados hacia países vecinos (5 millones a Venezuela, 500 mil al Ecuador). Si ésta es la realidad ¿Quiénes son las víctimas y quien el victimario?

Si la oligarquía, la jerarquía católica y el imperialismo, en las conversaciones de paz que se adelantan en La Habana, pretenden sentar en el banquillo a las FARC y al ELN, deben comenzar por traer a ese esperpéntico tribunal de Núremberg a Bolívar, San Martín y todos los próceres de la gesta de independencia americana, junto a los líderes que en cada país han empuñado las armas en defensa y conquista de los derechos humanos: Zapata, Farabundo Martí, Sandino, Argimiro Gabaldón, Fidel, el Che, también a Lumumba, Kadaffi, al pueblo saharaui, Hamas y Hesbolá que luchan por la soberanía de Palestina y El Líbano. Según la pretensión del gobierno de Estados Unidos, todos los luchadores sociales por la independencia y soberanía de sus pueblos, deben ser llevados al banquillo, por “herejes”, según la concepción católica o por “terroristas” según la concepción gringa. Ser “hereje” en la Edad Media o “terrorista” en el siglo XXI, significa sentencia de muerte en la hoguera o por “bombardeos humanitarios”, con “daños colaterales”.

Tan víctimas de la guerra son las guerrillas (pueblo armado) como las mayorías nacionales (pueblo desarmado). Ambos sufren las secuelas de la guerra (daños colaterales), impuesta por la oligarquía/jerarquía católica/imperialismo.

El único y exclusivo victimario es el Estado colombiano que, por disposición constitucional, tiene la obligación de mantener la paz. Si se rompe el contrato social, es el Estado y su gobierno el encargado, en primer lugar, de reconstruir el contrato social y restablecer la paz. En sesenta años, el Estado colombiano y el gobierno de la oligarquía/jerarquía católica, ha hecho lo contrario, ha promovido la guerra, no sólo interna, sino que la ha llevado allende sus fronteras por el bombardeo del territorio ecuatoriano (Sucumbíos). De igual manera ha sembrado la inestabilidad en la frontera con los demás países limítrofes (Venezuela, Brasil, Perú, Panamá) que deben mantener movilizados contingentes militares para resguardar las fronteras, lo cual le ocasiona gastos al erario público. Es por ello que, en el resarcimiento de las víctimas, debe figurar el resarcimiento a los países vecinos, también víctimas de la guerra.

En conclusión, el único victimario es el Estado colombiano que, con su impudicia, ha alimentado esta guerra infame contra las mayorías nacionales.




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León Moraria

Nativo de Bailadores, Mérida, Venezuela (1936). Ha participado en la lucha social en sus diversas formas: Pionero en la transformación agrícola del Valle de Bailadores y en el rechazo a la explotación minera. Participó en la Guerrilla de La Azulita. Fundó y mantuvo durante trece años el periódico gremialista Rescate. Como secretario ejecutivo de FECCAVEN, organizó la movilización nacional de caficultores que coincidió con el estallido social conocido como "el caracazo". Periodista de opinión en la prensa regional y nacional. Autor entre otros libros: Estatuas de la Infamia, El Fantasma del Valle, Camonina, Creencia y Barbarie, EL TRIANGULO NEGRO, La Revolución Villorra, los poemarios Chao Tierra y Golongías. Librepensador y materialista de formación marxista.

 leonmoraria@gmail.com

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