Punto de coincidencia: Autocreación del hombre por su trabajo

La llamada “confrontación política” entre Mijaíl Bakunin y Karl Marx, a mediados del siglo XIX, va desde un cuestionamiento, de parte de Bakunin, contra Marx, a quien catalogaba de burgués, hasta las directrices o líneas que debería seguir la Asociación Internacional de Trabajadores, impulsada por Marx, que Bakunin consideraba débil por el hecho no renunciar definitivamente al modelo Estatal explotador, sino simplemente tratar de incluirse en él bajo la figura de un Estado Obrero.

En textos como “Eslavismo y anarquía”, Bakunin explica las razones por las cuales discrepa de un Socialismo que no se atreve a erradicar el modelo capitalista-liberal, sino a explicarlo y a buscar dentro de él un proceso de transición que lo ayude a mejorar las condiciones de la clase obrera. Bakunin, en su “Escrito contra Marx”, redactado entre noviembre y diciembre de 1872, resalta las enormes diferencias con otras formas el carácter revolucionario o de izquierda radical, acusando a los socialista de encubridores de un Estado omnipotente y explotador. Pero a su vez, los socialistas reclaman a Bakunin sus “paradojas” en ese pensamiento anárquico: ¿Cómo puede ser que quien elaboraba en 1865 un programa casi anarquista para su sociedad secreta revolucionaria se dirigiese sólo tres años antes al zar Alejandro II para pedirle que encabezara una cruzada de los pueblos eslavos? Es decir, exiges posturas absolutas pero tú antes dejaste ver la posibilidad de conciliación y reencuentro con el aparato imperial de la Monarquía.

El lenguaje de Bakunin, aunque expresa la destrucción inmediata del régimen político, es aún democrático. Su esquema es el de liquidación social, muy cercano a portavoces del federalismo democrático como Pi y Maragall, en el que la libertad exige la igualdad económica y social construyendo la sociedad de abajo a arriba y no como hasta el momento. La centralidad del Estado deja paso a la del municipio; el anti estatismo no ha sido llevado aún a sus últimas consecuencias. Las diferencias son claras: Marx apuesta porque la asociación participe de las cuestiones políticas y filosóficas del momento, a través de un socialismo intelectual; mientras que Bakunin recuerda que la Alianza, sección de la Internacional en Ginebra, rechaza la acción política. Bakunin expresa, de manera abierta, que se tiene que abolir todo Estado y no hay que participar, como esgrimía el Partido Demócrata Socialista de los obreros alemanes de Liebknecht y Bebel, de la lucha por la conquista del poder político.

Bakunin dice que ese intelectualismo del socialismo, socialismo científico, de Marx no tiene sentido, ya que dirige únicamente a los trabajadores cultos o que, por su vanidad o ambición, aspiran a transformarse en nuevos burgueses. La revolución, para Bakunin, tiene que venir del proletariado, entendiendo como tal a la gran masa, los millones de no civilizados analfabetos que necesitan y quieren la igualdad económica. A ellos, les llama canalla popular y por ellos. La Internacional no puede tener ninguna referencia política ni religiosa; no se puede declarar atea, porque está, de plano, en contra de todo cuanto manipulación sea posible, hasta considerarse ateo implica que uno pueda estar influido por la no-creencia, y eso también manipula.

En este sentido, la Internacional, a juicio de Bakunin, tiene que ser simplemente la Asociación que permita la igualdad económica entre toda la masa oprimida por el capital; esa masa tiene la pasión instintiva de dicha igualdad económica. Por eso, lo que hace Marx, y su discípulo Engels, como le llegó a llamar Bakunin, es un socialismo científico donde la masa permanecerá oprimida de igual forma que en otro tipo de gobierno.

A todas estas, Bakunin asume que lo que propone el socialismo marxista es una nueva forma de dictadura, un nuevo despotismo donde se apuesta por la esclavitud a favor de la unidad. Bakunin no cesa de insistir en los estatutos originales del a Asociación que dejan completamente fuera la cuestión propiamente política, que es la exclusión. Es necesario, reitera Bakunin, liberar a la masa de la opresión a la que está sometida por culpa del capital. La ruptura entre Marx y Bakunin, se produce en la Conferencia de Londres, dirigida por el mismo Marx, donde se suscribe la prioridad de la acción política de la clase obrera y la formación de partidos políticos.

Lo descrito anteriormente tuvo una reacción inmediata en Bakunin, quien en un escrito titulado “Carta a los internacionales de Bolonia”, dice que en Londres no hay representación y que únicamente habla un individuo, algo totalmente opuesto al federalismo internacionalista; los verdaderos adversarios se convierten en lo que proponen a los obreros organizarse políticamente para hacer la revolución, frente a la expulsión dictada por Marx en el Congreso de la Haya, Bakunin opta por retirarse de la militancia activa, él había ya hecho el llamado, desde una fundamentación teórica, le tocaba al proletariado llevar a la praxis estas ideas, porque solamente la revolución desde las manos del pueblo puede llevar a cabo su propia revolución para abolir las diferencias económicas.

En estos días del III Congreso del PSUV, valga recordar aquella diatribas entre dos hombre que apostaban a la libertad y a la democracia, pero que, desde el respeto de las posturas, mostraron una manera de ver la realidad, sin que con ello se llegara a las deslealtades. Bakunin, contrario de la politización de las organizaciones, marcó sus desavenencias dentro de la AIT, allí criticó a Marx, y le manifestó que no era correcto orientar a la AIT, a ser un instrumento para hacer política, en lugar de ser un instrumento para la libre asociación de trabajadores en la búsqueda de su liberación; Marx, por su parte, mantenía su postura de la lucha de clases, basada en el devenir de las fuerzas productivas; pregonó el salto dialéctico del capitalismo al socialismo por la Dictadura del Proletariado: el obrero cada vez está más alienado, más negado como hombre. Coincidió con Bakunin, en cuanto a que el Estado como tal, tendería a desaparecer, convirtiéndose de instrumento de equilibrio social en consejo de administración de la sociedad, aunque Bakunin era más radical, pregonaba la abolición total.

Lo que si ambos coincidieron es que el hombre será, al triunfar la revolución socialista, perfectamente consciente de su responsabilidad y las condiciones objetivas de la sociedad, que permita la autocreación del hombre por su trabajo; es, a partir de allí, que será plenamente el hombre genérico y se habrá destruido la alienación.



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Ramón Eduardo Azocar Añez

Doctor en Ciencias de la Educación/Politólogo/ Planificador. Docente Universitario, Conferencista y Asesor en Políticas Públicas y Planificación (Consejo Legislativo del Estado Portuguesa, Alcaldías de Guanare, Ospino y San Genaro de Boconoito).

 azocarramon1968@gmail.com

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