Nicolás y la Revolución

El problema no es que desde el gobierno se lleguen a acuerdos con distintos sectores del país para que las políticas que impuse el gobierno del Presidente Maduro se lleven a cabo, el Presidente Chávez durante sus 13 años de gobierno en lo que mejor se destacó fue en su capacidad de establecer acuerdos con los distintos sectores, incluso con los de la burguesía, poniendo por delante los intereses del pueblo, por supuesto.

El problema no es que Nicolás Maduro insista en establecer acuerdos con “sectores económicos poderosos”, a los fines de lograr que el aparato productivo del país se coloque al servicio de los intereses de la Patria, teniendo claro que los capitalistas se empeñaran en que sus márgenes de ganancias sean convenientes, sin pretender que asuman las ideas del Socialismo, también el Presidente Chávez transitó este camino, con muy poco éxito, por cierto.

El asunto no es que el gobierno, a pesar de haberlo planteado el propio Presidente Maduro, no logre dar pie con bola en la lucha contra la corrupción y la “boliburguesía” mantenga un poder que la hace intocable aún, el Presidente Chávez a pesar de tener un diagnóstico certero del hecho (corrupción), tampoco logró avanzar mayor cosa en la materia, aunque en sus planes de el período inconcluso 2013-2019, estaba previsto dar una batalla en tal sentido, como el mismo lo expresara públicamente.

No, camaradas, el asunto es mucho más complejo. El asunto es que la Revolución no se nos desdibuje. Que no se confunda el gobierno con la revolución. Que no creamos que porque el 8D se superó a la MUD por más del millón de votos la Revolución llegó al punto del no retorno. Que el exceso de optimismo, que tanto denunciara Lenin en la Revolución Bolchevique, disminuya la iniciativa que debe imponerse en las filas revolucionarias en nuestros tiempos.

El asunto pasa porque el debate ideológico, la crítica y la autocrítica, de la que tanto nos habló el Comandante siempre se hagan presentes y que discutamos nuestros errores y que no reparemos en reconocer que a pesar de los avances estamos lejos de la meta. Que aceptemos, sin complejos, que a pesar de que la unidad prevalece en la revolución, como lo imploró el Comandante el 8D en su despedida, entre nosotros conviven corrientes y tendencias que podemos y debemos debatir nuestras diferencias con la convicción de que será lo mejor de dichas corrientes lo que se impondrá entre todos y todas.

El asunto vital para nuestra revolución es que ella quedó orientada por nuestro Comandante al Socialismo, pero a un Socialismo que si ciertamente tiene referentes históricos que no podemos obviar, también está planteado que debemos irlo construyendo a nuestra propia medida, según nuestras propias realidades (que no sea ni calco ni copia, a decir de Mariátegui).

El dilema del gobierno del Presidente Maduro, relegitimado el 8D, es el mismo que tuvo el gobierno del presidente Chávez durante 13 años, saber diferenciar las tareas del gobierno de las demandas de la Revolución y conciliar el ejercicio del poder entre gobernar y construir la revolución para avanzar hacia el horizonte del Socialismo Bolivariano que el chavismo se ha planteado.

P.D: ya el PCV se pronunció contra la designación del nuevo Ministro de la Secretaria de la Presidencia Hugo Cabezas, por carecer del perfil ético que tal responsabilidad supone.



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Carlos Luna Arvelo


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