Tackles Política Adentro 36

Ser Socialista en Siglo XXI: ¿Qué significado tiene, que asume y que reivindica? ¿Sirve la simple declaración?

Es un principio, pero no una condición imprescindible. Puede ser un autoengaño o tal vez una treta. No se trata tampoco de descalificar a nadie, pero el socialista de hoy dista mucho de ser lo que fue en el pasado, en especial después del triunfo y fin de la Revolución Soviética. Y me refiero a quienes vivieron dentro o fuera del sistema.

La pretensión uniformadora hoy es estéril. Cuadra mejor la manifestación Mao Zetuniana de las mil flores. Para luchar por el socialismo hay muchos caminos y muchas trincheras. Debe privar la tolerancia y la agregación. No la negación ni la eliminación, no es aceptable la guerra entre quienes luchan por la paz. La paz es el primer escalón de la justicia y la violencia sólo la justifica la autodefensa popular.

¿Cómo podemos entonces identificar a un socialista?

Si lo vemos transitar por los antiguos moldes del socialismo estalinista o post estalinista, estaremos tentados a descalificarlo de acuerdo a lo aprendido y de acuerdo a los valores hoy mejor aceptados y mejor comprendidos. Pero no se trata de descalificar a nadie. Estamos en una etapa de restauración cuidadosa de una obra social aparentemente quebrada. Debemos romper con el pasado al mismo tiempo reivindicamos su esencia.

En otras palabras ya no somos marxistas, ni leninista ni estalinianos, esa es historia, pero no olvidamos que los ideales y las construcciones teóricas fueron un esfuerzo acumulativo que debemos continuar. Quienes están en la política activa y proclaman ser socialistas, tampoco pueden escapar a su responsabilidad histórica y su construcción puede o no ser conductora de procesos sociales progresistas o desviar la acción y crear nuevos desvíos y retrasos con toda su cuota de desesperanza y sufrimiento.

El socialismo post marxista, y por supuesto post leninista y post estalinista, ya no condiciona su legitimidad y su autenticidad a la pertenecía ni a la lucha de clases, sin que esto signifique negar su existencia. Ha pasado mucha agua debajo del puente y no podemos ser tan ingenuos de creer en la pureza obrera. Ni aun en la proletaria. El odio no es el caldo de cultivo del amor.

El socialista de hoy y del futuro es quien ama a la humanidad y a todos sus integrantes, a la naturaleza y al universo en general. Quien desea el bien, el bienestar y la conservación de la naturaleza está en el camino directo hacia el socialismo post marxista.

Si hay odio no es contra las personas ni contra las clases sino a las prácticas discriminantes y a la injusticia social.

La responsabilidad en todo caso es abrumadora, pero no podemos escapar a las exigencias del presente y eso lleva a observar como las banderas deberán ser sostenidas entre tanto por individuos aún guiados por el pensamiento socialista de los siglos anteriores con toda su cuota de interpretación ilusoria de las posibilidades del desarrollo humano y los métodos autoritarios que tanto daño han hecho a la comprensión del socialismo.

No podemos justificar ninguna forma de individualismo, de egoísmo o de egocentrismo, que sea perjudicial para la sociedad y sus miembros Igual sea esta dada en el campo de la economía o de la política. Nadie tiene carta blanca ni es inmune, tampoco nadie es imprescindible.

La iniciativa individual hacia la construcción, la producción y la organización no está de ninguna manera reñida con el socialismo, tan socialista puede ser un empresario como un trabajador. Todo dependerá del fin que busque y los medios que utilice. No toda iniciativa individual favorece a la comunidad, ni tampoco lo contrario.

Reivindicamos la propiedad privada como inherente al ser humano nadie puede estar seguro y confiado si no posee sus propias cosas, casa, enseres y medios de trabajo y comunicación. Reivindicamos la iniciativa personal como inherente a la persona humana de hoy y no propiciamos una utopía de eliminación de la propiedad y la iniciativa individual, que lejos de perfeccionar nuestra sociedad actual, la esteriliza artificialmente, sin que por ello la sociedad adquiera alguna ventaja o superioridad.

El socialismo del siglo XXI debe ser un socialismo humano a la medida de un hombre libre y feliz, con deseos de superación y de crecimiento. No quisiera ver a mí alrededor esa abulia y falta de gusto personal por las cosas cotidianas que se observaba a simple vista en las sociedades socialistas del siglo XX.

El socialista de hoy es un revisionista, aspira a un socialismo diferente, aspira a mejorar lo conocido e incorporar a la nueva sociedad lo que el ingenio humano y la creatividad de esta humanidad le han dado. No queremos el inmovilismo ni el estancamiento, queremos el continuo progreso que nos conduzca al equilibrio ecológico, dentro de patrones de justicia social y fraternidad humana.

El siglo XXI es el siglo del conocimiento, la información y la comunicación. Nada que perjudique o interfiera en ello puede ser aceptado. El hombre socialista debe ser algo más libre que el hombre en el capitalismo; sino deja de tener sentido.

Ese es el hombre nuevo. El que venció los temores a la libertad y a la fraternidad.

Tomado del Blog “Socialismo en un nuevo siglo”, por Jorge Hernaldo Jiménez Bustamante. Publicado el 23 de septiembre de 2009.


yjmosqueda@gmail.com t


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Ysaac Mosqueda

Representante de la Fundación Por La Dignidad de Aragua. Luchador Socialista. Militante del PSUV. Miembro de la vieja vanguardia del MBR (Paracaidista 76-86).

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