El Ministerio de Energía Eléctrica, Corpoelec, Cadafe y Edelca (esta última bajo la dirección de nuestro camarada y amigo Igor Gavidia), están realizando una actividad intensa, para crear conciencia en la comunidad, en relación al gravísimo problema que tenemos con el embalse de Gurí, producto de la situación ocasionado entre otras cosas, por el fenómeno del Niño, lo cual ha originado un período de sequía muy prolongado y que el nivel del lago de Guri este en niveles sumamente bajos, que pone en riesgo la operatividad de la represa y como consecuencia de ello, de la generación de energía eléctrica para el país. La represa de Guri, genera el 70 % de la energía eléctrica que se produce para toda Venezuela.
Estamos entonces ante una situación de alarma nacional.
Si es así, ¿porqué a nivel de gobiernos locales (como es el caso de la Alcaldía de Caroní, en Ciudad Guayana) y empresas del estado, no se toman las medidas urgentes para contribuir con la racionalización del consumo de energía? ¿ ?Qué es eso, falta de conciencia? En Guayana tenemos un alcalde que en su corto período de gobierno, ha demostrado una gran eficiencia. ¿Pero porque entonces ocurren cosas como que muchas de las avenidas principales de Ciudad Guayana, permanecen alumbradas durante todo el día y toda la noche? Quienes dirigen las empresas básicas, fueron designados por el Ejecutivo Nacional (por Ministro, Vice-Ministro, etc.), es decir son piezas del gobierno nacional. ¿Por qué tanta indolencia ante una situación tan grave y que pudiera transformarse en un caos nacional, si no tomamos medidas ya?
¿Qué mensaje se está enviando a los ciudadanos comunes y corriente, a quienes se les raciona el uso de la energía en horas del día, si cuando salen a la calle, ven el derroche en pleno apogeo?
Espero estas reflexiones pueden ser leídas por los entes ya citados y que se inicie un plan de uso racional de la energía y entre todos (ciudadanos y ciudadanas), organismos públicos y privados, podamos aportar nuestro grano de arena, para aprovechar esta crisis para cambiar nuestra cultura de derroche, por una de valoración de nuestros recursos, que son inmensos, pero que como todo recurso natural no renovable, termina agotándose.