Prieto Figueroa y la Autonomía Universitaria

He escrito en otras oportunidades sobre algunas de las ideas de Luis Beltrán Prieto Figueroa en torno a temas de educación (ver por ejemplo http://www.aporrea.org/educacion/a49437.html). Recordemos que para Rómulo Betancourt, el “Padre de la Democracia”, el maestro Prieto era “ejecutor más calificado y eficiente de la política educacional de Acción Democrática” (Venezuela: Política y Petróleo, 1956, p. 491). Si a esta afirmación le sumamos aquella famosa de que “adeco es adeco hasta que se muere”, tendríamos que Prieto Figueroa hasta sus últimos días fue uno de los más representativos portadores de la política educacional adeca. Yo no comparto esa visión tan simplista, yo creo que la gente puede cambiar, pero aquí estoy recurriendo a las palabras y forma de pensar del más grande adeco de la historia. ¿Por qué ocuparse del maestro Prieto en este momento?

En la discusión en torno a la recién aprobada Ley Orgánica de Educación (LOE), en especial la inclusión explícita y detallada del concepto de Estado Docente, se ha recurrido al nombre de Prieto Figueroa y de algunas de las ideas que éste promocionó para la educación en Venezuela. Pienso que muchos de los participantes en la discusión ha actuado con ligereza e inmadurez. Por ejemplo, la derecha, de manera errada, ha atacado ferozmente la LOE por su oposición ciega al Comandante Chávez y todo lo que hace este gobierno. Ya los veremos mañana defendiendo a capa y espada la LOE, tal como hacen hoy con la Constitución que tanto odiaban y que intentaron derogar en dos oportunidades, una por la vía del voto y la otra por la fuerza. Recurren a la mentira y a la distorsión de la realidad para adelantar su agenda desestabilizadora.

 

Uno de los temas que más han manipulado es el de la autonomía universitaria. Veamos que pensaba el maestro Prieto Figueroa al respecto. Para él la educación universitaria era un servicio público, el cual “(…), no puede desligarse de las necesidades y requerimientos de la nación. Sus planes de estudio y las profesiones que dentro de ella se cursan deben corresponder al plan de vida de la nación” (énfasis nuestro, p. 43). Partiendo de esta premisa concluía entonces que la autonomía “(…), no puede ser considerada como un desligamiento de las responsabilidades que le incumben o de interpretación caprichosa, fuera de las preocupaciones colectivas” (p. 43).

La autonomía universitaria se limitaría al ámbito administrativo. Resalta Prieto que esta autonomía administrativa no presenta las complejidades de la autonomía docente. Porque,

 “(…) ésta tiene que ver con los otros ciclos de la enseñanza y sus correlaciones con la ordenación de sus programas de estudio, del número y calidad de sus egresados y con la relación que éstos deben guardar con los requerimientos de los planes de desarrollo, ya que no puede haber desarrollo sin personal capacitado que lo realice.

De allí la necesidad de que la universidad participe en la elaboración de los planes y se ajuste en sus actividades a las obligaciones que éstos le fijen, obligaciones que escapan de la órbita de su autonomía y que la llevan a actuar mancomunadamente con los órganos de la nación, que junto a ella conforman, estimulan y dirigen las tareas del desarrollo” (énfasis nuestro, p.44).

Se oponía pues Prieto Figueroa a la idea de una autonomía absoluta de la universidad. Para él, ésta “(…) ha dejado de ser una idea revolucionaria y progresista para convertirse en una rémora para el progreso y conspira contra la reforma universitaria, porque tiende a desligar a la universidad de los problemas fundamentales de la época. Por eso a sui lado muchas veces a su pesar y aun en su contra creció la investigación científica y filosófica. Este desligamiento de los problemas ha hecho prosperar paralelamente a la universidad establecimientos y escuelas superiores de formación profesional y de investigación, medio de que se ha valido el Estado para colmar, no sólo las fallas de las universidades, sino para responder a la indiferencia de ésta frente a las necesidades y requerimientos de la nación” (p. 44).

Termina Prieto resaltando que “No puede seguirse sosteniendo honestamente la idea que hasta ahora ha prevalecido sobre la autonomía universitaria, (…). No puede seguirse mintiendo sobre la independencia de la universidad respecto del Estado mientras sea instrumento de fuerzas internas o externas que la ponen al servicio de mezquinos y transitorios intereses” (énfasis nuestro, p. 44).

Más claro no canta un gallo. Esto es lo que pensaba de la autonomía universitaria el “…, ideólogo fundamental de la educación democrática de la Venezuela contemporánea” (Rafael Fernández Heres, 2001, p. 373). Creo que con este breve artículo podemos ayudar a ir aclarando las ideas de la derecha, en sus diferentes matices, acerca de la autonomía universitaria.

Referencias

Betancourt, R. (1956). Venezuela: Política y petróleo.

Fernández Heres, R. (2001). Humanismo democrático y educación en el ideario de Luis Beltrán Prieto Figueroa. Revista de Pedagogía, No. 65, pp. 373-399.

Prieto Figueroa, L. B. (2007). El estado docente. Biblioteca Popular para los Consejos Comunales. Serie Inventamos o Erramos. Caracas: El Perro y la Rana.

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Julio Mosquera


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