Una nueva revolución docente

Para salir de los sistemas escolares que hacían del pasado un fin por si mismos; debemos hacer del conocimiento del pasado un medio para comprender el presente.

La educación del mañana requiere no millones de docentes ligeramente instruidos trabajando al unísono en tareas infinitamente repetidas como los sistemas escolares de antaño que se aplican en el presente, con metodología cultural externa. Maestros que aceptan los métodos educativos sin pestañar inconscientes de que el capital del futuro del país está en sus manos. Sino docentes capaces de realzar nuestras raíces, educando con conocimientos culturales propios, para abrirse camino a nuevas relaciones en una realidad socialista sometida a cambios.

Ya no basta que ustedes maestros comprendan el pasado. Ni siquiera es suficiente que comprendan el presente, pues este cambia cada 24 horas. Deben aprender a prever el cambio revolucionario del futuro, aun ritmo técnico de una nueva metodología social. Por consiguiente para crear una educación humanista de solidaridad, respeto, amistad, y con carreras técnicas que no engrosen las hordas de profesionales que cada año salen de las universidades a un futuro incierto por la falta de trabajo, por que el sistema se encuentra saturado de ellos. Si no a una educación con alternativas para el futuro, sobre trabajos, profesiones y vocaciones que necesitamos aquí y ahora. Profesionales sanitarios, ambientalistas, turismo con idiomas, profesionales en energías alternativas con tecnología limpia etc etc, en una educación que promueva la unión familiar y sobre las clases de problemas éticos y morales de toda la sociedad, empezando a trabajar inmediatamente después de graduados, para ayudar al proceso técnicamente e impulsar los principios ideológicos.

Solo creando estas presunciones, definiéndolas, discutiéndolas, sistematizándolas y poniéndolas constantemente al día se podría deducir la naturaleza de las condiciones cognoscitivas y afectivas que necesitara la educación del mañana.

Debemos crear un concejo del futuro socialista en cada escuela y en cada comunidad; equipos de hombres y mujeres dedicados a ensayar el sistema en interés del presente. Proyectando presuntos pensul, estableciendo respuestas docentes adecuadas a estos, sometiendo las alternativas a debate público; estos consejos podrían producir un poderoso impacto en la metodología de la educación.

Ya que nadie tiene el monopolio de la visión del mañana, estos concejos deberían ser democráticos. Cierto que los especialistas son vitalmente necesarios. Pero si cae en manos de profesionales de la educación, los mismos maestros que se oponen por oponerse o de alguna elite no representativa, no triunfaran. Así los estudiantes deberán intervenir en ellos desde el primer momento, y no para asentir las mociones de los adultos, sino para contribuir en la dirección, si no a la creación de estos concejos, de modo que estos futuros hombres y mujeres de la patria, formulen y debatan por si mismos la situaciones y problemas que crearan en el futuro con esa educación. Estos concejos brindaran en un corto plazo una manera de escapar del callejón sin salida en que se encuentran las escuelas, colegios y universidades; atrapadas en un sistema docente capitalista fracasado, encaminado a convertirles en anacronismos vivientes. Los estudiantes de hoy y de siempre tienen derecho a revelarse, en ellos esta esa fuerza joven rebelde que manifiesta la dignidad de un pueblo.

La creación de fuerzas de trabajo desde el colegio, hacia lo por venir, moldeará el futuro de la educación y podría revolucionar la revolución de los jóvenes.

A los maestros que reconocen la quiebra del sistema actual, pero no están seguros de las medidas que se van ha tomar. El movimiento del consejo podría proporcionarle un objetivo y fuerza a través de la alianza con la juventud del pueblo. Y al atraerse la participación de los padres, hombres y mujeres de negocios y la comunidad, sindicalistas, científicos, el movimiento será un apoyo importante para la revolución en el campo de la educación.

La revolución docente debería perseguir tres objetivos: Transformar la estructura organizada del sistema docente, revolucionar los programas educativos y dar una orientación enfocada al cambio socialista. Enfocado en ese creciente numero de padres de familia intelectualmente preparados para asumir algunas de las responsabilidades que hoy se confían a las escuelas, para aumentar el nivel de la educación impulsando una industria fundada y basada en el desarrollo endógeno, en la producción social. Y con esas dos horas para la capacitación que el gobierno debe ofrecer a las fábricas y comercios, se puede prever una significativa tendencia de los padres a sacar a sus hijos del sistema de educación muy brevemente, sustituyéndolo por la instrucción familiar de valores y principios.

Los padres podrán firmar con los estudiantes contratos docentes de corta duración con la escuela más próxima, comprometiéndose a enseñar y a aprender en talleres y cursos alternativas de educación; médicos, ingenieros, arquitectos, abogados, obreros, administradores, podrían formar parte de una facultad externa encaminada a otra clase de aprendizaje social.

Muchos cambios parecidos flotan en el aire. Apuntan a modo de ensayo a la destrucción que habría debido producirse hace ya tiempo, de la escuela construida sobre el modelo neoliberal, con un conocimiento que se vuelve rápidamente anticuado, y en el alargamiento de la vida muestran claramente que es muy poco probable que las enseñanzas aprendidas en la juventud, conserva la importancia en la vejes. Por consiguiente la educación socialista tendrá que prolongarse sobre una base de innovación durante toda la vida.

Por tanto si la educación tiene que durar toda la vida, es poco razonable obligar a los niños a dedicar toda la vida a la escuela. Para muchos niños y padres, será más satisfactorio e instructivo dedicar parte del tiempo a la escuela y otra parte a pequeños trabajos al servicio de la comunidad.

Esto implica enormes cambios en las técnicas docentes. Es un error suponer que el sistema actual no cambia en absoluto. Por el contrario está experimentando cambios, pero una gran parte de estos, no son más que un intento de afinar la maquinaria existente, haciéndola más eficaz para conseguir objetivos anticuados, incoherentes, sin dirección y lo que es peor, se anula así mismo, ha faltado una dirección consistente y un punto de partida lógico. La dirección actual es el cambio adecuado, educativo, social y el punto de partida del futuro socialista en la educación.

Actualmente las conferencias siguen dominando en las aulas. Este método simboliza la propia estructura vertical jerárquica del capitalismo. El hombre oligarca fue modelado por las escuelas para que ocupe una casilla relativamente permanente en el orden social y económico, al servicio de la oligarquía. La educación socialista debe preparar a los jóvenes para actuar en organizaciones sociales, en empresas de producción social y en la familia para mantenerla unida.

Actualmente los niños que ingresan a las escuelas descubren que forman parte de una estructura estándar e invariable; un adulto (el profesor) y niños subordinados en bancos fijos de cara aquel, es el sistema educativo básico, uniforme de la escuela capitalista y aunque suban de un curso a otro permanecen siempre en ese marco estructural fijo. Así asumen su reto en el sistema social, familiar y profesional. No adquieren experiencia en otro marco de organización.

Las presentes estructuras docentes administrativas basadas en el burocratismo, no podrán hacer frente al ritmo de cambio, inherentes al sistema educativo socialista que se acaba de describir.

rcpuma061@yahoo.com





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Raúl Crespo


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