—Compadre, ¿qué está tomando? ¿Está enfermo o qué? —Aquí tomándome un loperam. —A caramba, le pegó mayo entonces. —No gracias a Dios —Y entonces para qué se está tomando es pastilla. ¿Eso es para trancar la diarrea? Verdad. —Eso es cierto. Pero lo estoy haciendo porque hombre precavido vale por dos. —Y cómo es eso.
—Le cuento compadre, es que el otro me fui para la farmacia para preguntar por un protector gástrico para el suegro, llego muy sonriente y le pregunto a la muchacha —Tienen protector gástrico. —Sí, si tenemos, respondió la moza. —Y ¿a cuánto lo tienen? — A tres millones.
—Menos mal que estaba agarrado al mostrador, porque si no me caigo del susto, me puse pálido. Sentí unos pálpitos extraños y me salí calladito. Sentí unos retortijones en la barriga y me fui para la casa.
Cuando llegué al rato la nieta me dice —Abuelo, me puedes preguntar en la farmacia por una vitamina B, de esos que son complejos B. —Claro, no faltaba más, ahorita cuando salga voy pregunto. Ya en la tarde, salí y me acorde del mandado de la nieta y me fui derechito para la farmacia.
Llego, así como el que no quiere la cosa. Mirando para los lados y con mucho cuidado. Hay otra muchacha en el mostrador y me envalentoné —Señorita, ¿tienen complejo B? —Sí hay, lo quiere en cápsulas o inyección. —En cápsulas está bien, y aquí viene la bendita pregunta, ¿Y a cómo la tienen? —A tres millones, señor. —Y el frasquito parta muestra de orina ¿A cómo está? —Ese a 350 mil ¿Se las va a llevar?
—Yo sentí algo entraño en las tripas. No sé si era frío o calor, o las dos cosas a la vez. Vengo luego, le dije. Yo iba raro. Mayo es poco, le voy a confesar. Y sin detergente. Así me fui para la casa, ajilaito.
Y de ahí me juré, por ésta. Que si volvía a salir a preguntar precios un loperam me tomaba, no voy a estar pasando pena en la calle. A la mujer o quien fuera le dejé aquel desastre y, por supuesto, que no compré ninguna medicina ¿con qué? Yo después las oí a todos en el lavandero que se lamentaban y se lamentó.
