No se caiga a mentiras con el comercio sustituya e invente, comidas y bebidas

Como dice el Papa Francisco, Dios está en la frágil sencillez de un recién nacido y Dios, que si se las sabe todas, también está en la sencillez del aprender, lo que me ha favorecido en este tiempo de guerra económica contra nuestra Venezuela.

Y me ha favorecido porque he comprendido e interpretado en buen empleo y uso ese dicho popular conocido que nos dice que “lo que no te mata te engorda”.

Así, he aprendido a mirar realmente las vidrieras de los comercios, a ver de cerca los desatados precios que les ha colocado ese tercer nivel especulador, es decir, los comerciantes, los mismos que venden un perol de mantequilla en más de Bs. 50 mil, un paquete de galleta salada en Bs. 45 mil y en un precio similar a la denominada galleta María, nombre con el cual vienen irrespetando desde hace décadas a la Virgen madre de Dios.

¡No olvidemos que ellos son así, solo creen en el dinero!

Me da igual si los malandros de las panaderías venden pan salado y dulce, pues no los compro. Así como deje de fumar hace años, antes de la guerra económica y me olvidé de los refrescos, dos productos perjudiciales para la vida.

He aprendido, siempre mucho antes de la guerra económica, que las marcas son un instrumento vil para destazar los bolsillos de la gente, aunque las personas creen que tocan el cielo con una mano cuando se ponen un pantalón o una franela de marca.

¡Qué pendejos!

Así diría el ilustre de “Las lanzas coloradas”, Arturo Uslar Pietri si estuviese vivo.

Hay que volver a los tiempos de las costureras y los sastres, que si saben hacer las cosas con el estilo y como uno quería, como nos mandábamos a hacer las camisas, los pantalones, los trajes y los zapatos en la década de los años sesenta.

Los seres humanos somos capaces de entender, el importante rol de la producción colectiva de bienes necesarios para la vida. Ni pendejo que sería un Estado de ponerse a fabricar autos por encargo y con las características que les exigiera el comprador. En eso estamos clarísimos, pero lo que sí es diabólico y necesariamente urgente de desterrar es la fragilidad de nuestro sistema judicial, que solo castiga a pendejos, mientras los comerciantes salen ilesos pese a la conducta deleznable que asoman.

Hoy día, por ejemplo, dicen y repiten en la calle, que hay mucho comerciante que prefiere bajarse de la mula con los policías y guardias nacionales, porque de ese modo, siguen especulando y sacan lo que han pagado a policías y guardias.

¡Ojo que eso es lo que se escucha en las calles!

Lo cierto de todo, para volver al asunto con el que iniciamos este artículo, es decir, lo del aprendizaje, es bueno reiterar que, si venden pan de jamón en Bs. 160 mil y hallacas en Bs. 50 ml cada una, pues no adquiera nada de eso, aprenda a hacer pan, mantequilla, leche condensada, ponches y los comerciantes que se traguen lo que vendan o que se les pudra.

¡Sustituya todo lo que pueda ciudadana/ciudadano, pero no se deje joder! Prepare su cena de navidad con amor, que es lo más importante y reúnase con su familia y no piense que si no hay hallacas, pan de jamón, uvas, vino o escocés, el mundo se le viene abajo. Coma como siempre lo ha hecho, prepare la comida en conjunto e invente, combine los alimentos y bebidas, pero no se caiga a mentiras con los comerciantes, que solo buscan su dinero.

¡Y que tengan buenos momentos!   



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Pedro Estacio


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