"Yo estoy cansado de decir estas palabras"...

Del país profundo: El warao Joaquín Aranguren

“…Como yo he sido civilizado desde pequeño en la misión de los padres capuchinos no he creído mucho sobre eso del Kanobo, pero si me acuerdo de una vez que antes de ir a la misión vi un espíritu vivo, no en el sueño, sino afuera.

Era medianoche por el morichal para adentro, allá donde nunca entra una persona que esté bien vestida, bien encorbatada, como dicen, con un sombrero negro y con unos lentes que no usa ni el presidente. A medianoche, cuando me desperté vi a la persona, todavía mi papá y mi mamá no se habían muerto y yo era pequeño y dormía solo en un morichito, un chinchorrito pequeño, y en el sueño me dijo una persona ¡despiértate y no te muevas y verás!, me lo dijo en warao, y verdaderamente, cuando desperté vi a la persona, tenía sombrero bueno y era gente blanca, como del color del americano, y aquí no hay gente así, blanquito con sus lentes y su sombrero. La luna estaba clarita, porque usted sabe que uno cuando está más joven y es niño todavía, tiene mejor vista, y entre más viejo es uno, ya la vista se le va acabando. Vi a ese hombre que era más o menos alto, lo vi encorbatado y con su flux, lo vi de medio cuerpo, porque de la cintura hacia abajo no se que usaba, entonces, sin mover nada me quedé como una hora viéndolo, pero cuando me moví el hombre se agachó y en ese momento miro de nuevo hacia donde estaba y ya había desaparecido. Solamente quedó allí un perro, ¡Ah!, y otra cosa, allá como al lado mío había un muchacho, y entonces cuando amaneció, eso muchacho también amaneció grave, nunca tuvo diarreas, ni fiebres, ni vómitos, ni nada, amaneció con una enfermedad que no se conocía y como a las 9 de la mañana murió. El dueño del Kanobo fue el hombre que yo vi y que vino a llevarse al muchacho aquel…”

KANOBO ES UNA PIEDRA SIMPLEMENTE, PERO ES MUCHO MAS, PORQUE TIENE SU DUEÑO

“Al día siguiente yo conté a mi papá y a mi mamá y entonces mi papá fue adonde está el piache que se llama Wisiratu y la contestación que dio el Wisiratu a mi papá fue que era Kanobo el que había aparecido.

Kanobo es una piedra simplemente, pero es mucho más porque tiene su dueño que es un alma que no se puede ver, usted sabe que el espíritu no tiene hueso ni carne y así es Kanobo también, el gran espíritu que come yuruma y morocoto, el que cuida la piedra, nuestro abuelo más grande que truena y anda por los cielos y necesita bañarse con la yuruma, revolcarse en la yuruma, y no es la piedra la que va a revolcarse sino el dueño de la piedra llamada Kanobo, pero esa piedra no la puede ver uno, solamente la ve el piache, pero en mi pensamiento de niño esa vez yo creí, y si hay dios, pensé yo, ese es Kanobo, que está arriba, porque cuando la gente va al morichal y saca la yuruma y se guarda en un tambor que hacemos con el vástago del moriche llamado najanamu, Kanobo está arriba en una troja, por eso se hace el baile donde vienen de todas las comunidades muchachos, mujeres, hombres, ancianos, todos vienen y esas son las fiestas del najanamu que se hacen después que Kanobo aparezca en un sueño”.

EL HIJO DE MANUEL CON EL APELLIDO ARANGUREN.

Tenía 52 años Joaquín Aranguren el hijo de Manuel cuando lo conocí en la isla de Guara en 1980. ¿Manuel Aranguren era tu padre? le pregunté. Me respondió: “Simplemente Manuel, porque los padres misioneros me sacaron ese apellido y no sé verdaderamente que significa ni cómo se llamaba mi papá, porque en warao nos ponían otros nombres, pero yo no tengo nombre warao, ni mi papá tampoco, yo tengo el nombre que me han puesto en la misión”.

Por ese apellido sabemos que en la historia de Venezuela aparece Pedro Aranguren, un general del ejército revolucionario de Simón Bolívar, otro sería Antonio Aranguren, un empresario vinculado a los comienzos petroleros del país, y tratando de indagar en el pasado su relación con el Delta, descubrimos por Felipe Natera Wanderlinder que hubo un Francisco Aranguren, margariteño poblador de Tucupita, pero es vasco el origen del apellido que nos llegó con el desplazamiento de tantos españoles a estos confines. Allá en el viejo mundo existió la Casa de Aranguren con torre, puente, molino y ermita, que debió estar situada en la rivera de un río en Biskaia y en el gentilicio vasco guarda referencia con un límite o frontera, curiosamente entre los espacios de fronteras de ese gran delta del Orinoco y el mar Caribe habita Joaquín Aranguren, por allí está otra casa de Aranguren que es una ranchería, también en la rivera de un río.

Desde la isla de Guara a las bocas del Arawabisi que corre hacia el atlántico hay un tiempo de viaje de 6 horas si se navega en una lancha a media potencia con motor de 48 caballos de fuerza y él hizo todo el recorrido con su gente para estar aquí en Guara, al oeste del caño Manamo. Sería testigo excepcional del primer encuentro del pueblo warao organizado con representantes de todos los sitios deltanos y de otros pueblos indígenas pertenecientes a distintas regiones del país.

Mucho debate, mucha alma de la raiz warao en varios días de discusiones sobre su sentido de pertenencia a las antiguas costumbres de antepasados. Fue en esos menesteres donde le conocí como líder de aquellos warao que trajeron una demostración del baile del jabi sanuka con sus maraquitas, ochenta maraquitas anudadas con fibra del moriche al tobillo de cada danzante, el dulce sonido de la lluvia, un mataro con plumas y cien piedras dentro, los tonos del pito y los cánticos alargando la noche con sabor a rancherías y a morichales era lo que escuchaba. España se llama un sitio cercano a las bocas del Arawisi donde viven ellos y al otro lugar lo nombran Kuberuna. Aquella vez hablé largo con mi amigo warao, porque quería conocer más de los cantos mortuorios y de los cantos alegres para el nacimiento, fue cuando me explicó que le llaman nakajoa a ese tipo de canto que se hace si la mujer va a dar a luz en el nejimanoko, que es el rancho o la choza adonde se retiran las mujeres menstruantes o las mujeres que van a parir. Entonces supe que fue en un nejimanoko apartado donde también nació Joaquín Aranguren, cuando estuvo tres días él solo con la madre antes de que lo bautizaran con aquel apellido. Esa sería la casa de Aranguren, una parte del mundo warao.

LOS DÍAS MAS DUROS

“Hubo un tiempo en que ya nosotros no teníamos la agricultura, tiempos de nanú, en que nos dieron muchos golpes en la cara y las aguas se pusieron salobres y no había ni caña ni ocumo, ni batata, ni plátano, nada de eso, no había agricultura, pero quedaban las costumbre de uno, íbamos al morichal junto al río y estábamos dos o tres meses y volvíamos a ir otra vez porque no había ocumo para alimentarnos, íbamos a buscar yuruma del moriche para comer con morocoto, solo ese comíamos. Eran los días más duros, tumbábamos el cogollo del moriche para sacar la yuruma raspando la concha. La presa era el pescado y el moriche el pan. Así pasábamos meses comiendo solo eso. No había nada, nada más, después por la necesidad tuvimos que salir a buscar trabajo cortando el palmito, cortando un hombre 60 cogollos y cargándolos en el hombro por una tierra fangosa para venderlo a la fábrica del palmito en un lugar que llaman la horqueta, allí se maltrató mucho a la mujer y al hombre warao como obreros de fábrica usando máquinas eléctricas y sierras, explotando el palmito y pagándole a los indios lo que los dueños quisieran pagarles a su antojo, porque siempre nos pagaban menos que a los criollos, para ellos los indios no valíamos nada. No solo que nos explotaban a nosotros los warao sino que nos violaban a la familia. Si yo me pongo a contar todo lo que ha pasado no acabo nunca y usted de dará cuenta de las barbaridades que se han cometido aquí, el desastre de las fábricas del palmito y el desastre de los aserraderos que han ido acabando con toda la naturaleza del Delta, por eso repito de nuevo que yo estoy cansado de decir estas palabras…”.

Benito Irady y Joaquín Aranguren en 1980 junto a niños deltanos
Credito: Rafael Salvatore




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Benito Irady

Escritor y estudioso de las tradiciones populares. Actualmente representa a Venezuela ante la Convención de la UNESCO para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial y preside la Fundación Centro de la Diversidad Cultural con sede en Caracas.

 irady.j@gmail.com

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