El hombre del maletín

En 1972, el partido demócrata cristiano COPEI, a la sazón partido de gobierno con Rafael Caldera en la presidencia, celebró una convención nacional para escoger a su candidato presidencial para las elecciones de 1973. Dos reconocidos dirigentes de esa tolda política eran los favoritos en dicha contienda. Lorenzo Fernández, un apacible ministro vinculado al OPUS DEI, y el carismático Luis Herrera Campins, un aguerrido diputado que representaba a los sectores más progresistas de esa organización. COPEI, un partido de derechas, vinculado desde su fundación a la oligarquía venezolana, contaba, pese a sus raíces, con algunos grupos progresistas, sobre todo de gente joven, influidos por encíclicas papales que anunciaban un mayor compromiso de la Iglesia con los pobres en un continente como América Latina, donde la Iglesia había estado tradicionalmente al lado de las élites y los poderosos. Vistas así las cosas, la candidatura de Luis Herrera, un hombre del pueblo llano, era vista con resquemores dentro del establishment de su propio partido, que bajo la égida de Caldera, movilizó sus piezas para impedir el triunfo del popular llanero en la publicitada convención que se desarrollaba en el Teatro Radio City de Caracas. Luis Herrera, a pesar de la oposición de los altos jerarcas copeyanos, había logrado despertar simpatías entre los asambleístas, hecho que presagiaba una derrota de Lorenzo Fernández, candidato del líder fundador Rafael Caldera. Entonces apareció el hombre del maletín.

Se dice que durante los días que duró la Convención, el Hombre del Maletín repartió con el mayor desparpajo dinero en efectivo, dólares norteamericanos, para ser más precisos, entre algunos asambleístas. Las remesas provenían, al parecer, de una conocidísima partida secreta de la que disponían entonces los presidentes para gastos no presupuestados, para operaciones encubiertas y en fin, para cometer toda clase de desaguisados. Pese a los reclamos de los partidarios de Luis Herrera, el Hombre del Maletín, terminó comprando los votos necesarios para garantizar el triunfo de Lorenzo Fernández, pero por una extraña razón, nunca se supo a ciencia cierta quien era el célebre Hombre del Maletín, quien quedó enraizado en el imaginario popular como sinónimo de la corrupción y la bellaquería política que comenzaba a ponerse en evidencia en Venezuela.

Ahora otro Hombre del Maletín aparece en el escenario político venezolano. Con nombre y apellido, Alejandro Antonini Wilson, un empresario aragueño residenciado en los Estados Unidos, se mantiene en el ojo de un huracán que un sector de la oposición en Venezuela quiere conducir, a como de lugar, hasta el propio presidente de la República Hugo Chávez Frías.

El presidente Chávez estaba dando los primeros pasos de su reciente gira sudamericana, cuando estalló el escándalo. El señor Antonini Wilson trató de introducir, de manera ilegal, unos 800.000 dólares norteamericanos en Argentina, en un hecho que aún esta siendo investigado pero que ciertos medios de comunicación social han utilizado para tratar de enlodar la figura del presidente venezolano. En efecto, antes de conocerse la identidad del Hombre del Maletín, se llegó a decir que el dinero era transportado por un oficial activo de la Guardia Nacional de Venezuela y que estaba destinado a contribuir con la campaña presidencial de la senadora Cristina Kirchner, esposa del presidente Néstor Kirchner, quien es la favorita para ocupar el sillón presidencial de la Casa Rosada en las próximas elecciones argentinas. Se dijo también que el dinero era un aporte que enviaba Chávez a los famosos piqueteros –organizaciones de desocupados del Gran Buenos Aires- o a las a no menos conocidas Madres de la Plaza de Mayo que lidera Hebe de Bonafini, impenitente admiradora del Presidente Chávez.

Conocida la identidad del Hombre del Maletín se dijo que era un empresario vinculado a la alta jerarquía de Petróleos de Venezuela (PDVSA) o al Presidente de PDVSA Argentina, cuyo hijo viajó con Antonini Wilson en el avión alquilado por ENARSA, la empresa estatal de energía argentina. En todo caso, un hecho puntual, que implica la comisión de un ilícito cambiario en Venezuela, o un delito de contrabando en Argentina, o un caso de corrupción, que implicaría sobornos o pagos de comisiones ilegales, que involucraría a funcionarios de ENARSA o de PDVSA, está siendo utilizado descaradamente para responsabilizar al propio presidente venezolano en la comisión de un hecho punible.

Cuando las investigaciones concluyan y se tenga una noción mas precisa de como ocurrieron los hechos, los fiscales procederán con las imputaciones correspondientes y se abrirán los debidos procesos para encausar a los presuntos culpables. El escándalo que han montado en torno al Hombre del Maletín algunos sectores de la oposición, tanto en Venezuela como en Argentina, más que buscar que se haga justicia, pareciera mas bien encaminado a desprestigiar a los presidentes Chávez y Kirchner. Pero todo parece indicar que ambos mandatarios saldrán sin máculas de este confuso episodio.

Cinco años después de haber sido derrotado por el Hombre del Maletín en la convención de su partido en el Radio City de Caracas, Luis Herrera Campins fue escogido candidato de COPEI y resultó electo presidente de Venezuela para el período 1979-1983. El Hombre del Maletín no era más que un desagradable recuerdo para entonces. En el gobierno de Luis Herrera Campins hubo importantes hechos de corrupción, pero muchos venezolanos, entre los que me cuento, consideramos que el expresidente es un hombre esencialmente honesto. En el gobierno del presidente Chávez también se han producido innegables hechos corrupción. Pero a pesar de casos como el de este nuevo Hombre del Maletín, muchos venezolanos, entre los que también me cuento, seguimos pensando que Chávez parece ser un hombre honrado.

El Hombre del Maletín, con o sin nombre, sinónimo de corrupción en Venezuela y en América Latina, más que un desagradable recuerdo, es el verdadero villano en esta historia. El Hombre del Maletín y quienes le utilizan para promover los oscuros intereses de unos pocos que van en contra de los claros intereses de las grandes mayorías.


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