Memorias del corrupto aprehensivo

La alcoba es muy amplia. Su ventana mira al Ávila desde una lomita del Country Club. Costó plata esta mansión, pero había para eso y más. El hombre, trémulo, transpirando, da vueltas en rededor de esta mesita china que mandó importar directamente de Shanghai.

-Tengo miedo, rumia para sí.

Según parece, su camarada Presidente va en serio y el Fiscal también. ¿Habrán ya descubierto sus guisos? Está aprehensivo el caco.

Su memoria se remonta a 2006, cuando el Comandante Eterno logró la maravilla de que todos los Poderes obedeciesen sólo a su mando. Los tenía todos en su puño de hierro. Se acababan así esas veleidades pequeño-burquesas de la democracia representativa a las que nos tenía mal acostumbrados el Pacto de Punto Fijo.

-Dígame eso, se dice entre dientes el corrupto aprehensivo, Querían que los funcionarios acudiésemos a interpelaciones parlamentarias públicas frente a los diputados de oposición y los medios de comunicación, como con AD, COPEI y el MAS, ¡Ni de vaina, camarada!

Allá, al fondo de lo que le queda de conciencia al corrupto aprehensivo, una pregunta titila debilmente como una llama que se apaga: ¿Y eso no era parte del control social que la Revolución tanto pregonaba? Pero aparta de sí esa inquietud como si fuese un enjambre de moscas.

La oposición apátrida quería que, como en el pasado, el Contralor General fuese designado con su concurso y que el Presidente de la Comisión de Contraloría de Diputados fuese uno de sus diputados. Era una ley no escrita, un pacto tácito entre AD y COPEI... y luego el MAS. El corrupto aprehensivo aún puede escuchar la voz estentórea del Comandante Supremo:

-¿Qué es eso del check and balance?, ¡El contrapeso de los Poderes Públicos es una idea anacrónica de la democracia liberal burguesa!, Nada de eso, camaradas, Democracia participativa y protagónica...

Pero en vez de Todo el poder para los soviets, según el viejo adagio bolchevique, el Comandante Eterno dijo con Stalin, Mao y Fidel: Todo el Poder para el Partido. Así, como una peste, la mancha roja se fue desplazando de institución en institución. Camaradas los magistrados, camarada el Fiscal, camarada el Contralor, en fin... Burlándose del espíritu de la Constitución, renunciaban al partido el día antes de ser designados.

-Allá la oposición que se abstuvo y nos dejó la Asamblea sólo para nosotros.

Y la sombra larga del partido-Estado lo cubrió todo. Se pagaban y se daban el vuelto. Y, claro, así la corrupción de siempre se multiplicó hoy a la enésima potencia. Cosas tenedes que farán fablar las piedras, dijo el rey Alfonso al Cid.

A esta hora de la tarde, el Ávila va oscureciendo sus tonos de verde... esmeralda, ceniza, turquesa, jade. El corrupto aprehensivo desanda nervioso los corredores de su lujosa quinta. Recuerda, recuerda, recuerda.

Siendo entonces un camarada en el quinto tramo de la jerarquía partidista, lo designaron Presidente del Banco aquél recién estatizado. Repite la vieja sentencia que se adjudicaba a los adecos: yo no quiero que me den sino que me pongan donde haiga. Y donde había lo pusieron.

El petróleo brotaba como el maná bíblico... el pan, el cilantro y las hojuelas con miel del Éxodo. El dinero fluía y el Comandante Presidente era botarate y disoluto. Que se repartiera cuanto pudiera repartirse, aunque se vaciaran las despensas y aunque se produjese cada vez menos. No importa la inflación.

-Lo que ahora cuenta es que voten por mí, luego veremos, se le escuchó decir una vez.

El barril a $ 100. Todo el dinero. Todo el Poder. Y un país en paz entre 2003 y 2013: sin golpes, ni paros, ni sanciones. La oposición andaba en la ruta democrática y electoral. Se preguntan en los más reputados centros académicos del mundo: ¿Cómo se las arregló Chávez para fracasar? ¿Cómo hizo para heredar a su muerte un país devastado en lo institucional y arruinado en lo económico?

El corrupto aprehensivo metió mano entonces. Se repartía platica... créditos aquí, créditos allá... y algo quedaba en sus faltriqueras. Era natural. Luego se telefoneaba al camarada Superintendente de Bancos y se echaba unos tragos con él. A veces convidaban al Contralor General. Todo quedaba entre camaradas.

Transitó el caco revolucionario de la trama bancaria al ministerio de Transporte Terrestre y Obras Públicas donde un hijo de árabes le mostró el sendero a la cueva de los 40 ladrones. De allí fue trasladado a la Oficina Nacional del Tesoro donde una sargenta técnica, ex enfermera del Supremo en sus horas fatales, le enseñó los trucos del mercado cambiario y cómo establecer sus reales en una cuenta offshore en las islas Seychelles.

Y entonces ocurrió el milagro: lo nombraron para un cargo de importancia en la comercialización de PDVSA. Sumergida la nación en las aguas pantanosas de las sanciones gringas, inventando trueques y trasbordos de petróleo en alta mar, extraviados en el laberinto del mercado negro, el pillaje se transformó en un juego de niños.

Así pasaron los años. Hecha norma la discrecionalidad; saqueada la república a través de CADIVI (¡$ 28.000 millones dijo un ministro!); y sin contraloría alguna, el corrupto aprehensivo fue engordando sus bolsillos. Tintineaban las monedas como antiguos doblones de oro. Viajes ostentosos al imperio, Disney World incluido. Collares y sortijas de diamantes para su esposa. Relojes de plata para él. Un Ferrari para su hijo. Cuando volteó a ver, andaba nadando en una riqueza de jeque árabe.

Y he aquí que ahora al camarada Presidente le entraba este febril frenesí de cazar corruptos. Temeroso de sí y de los suyos, el caco aprehensivo decide dejar el pelero. Manda que su familia se radique en Roma. Que lo espere allá. Hoy ha hecho sus valijas. El avión privado espera.

-¿Será que me pillan?, se pregunta por última vez el corrupto aprehensivo.

Entonces, como si fuese el repique de una campanada mortal, suena el timbre de su puerta y luego el golpeteo de la pesada aldaba de bronce. El corrupto aprehensivo mira al portón con ojos de espanto. El rostro está desencajado por una mueca de horror. ¡¿Quién llama?!

Se asoma por el visillo de la ventana. Y entonces ve a decenas de policías con capuchas rodeando la casa, como tropas prestas al asalto. El corrupto aprehensivo baja la cabeza, va camino al patíbulo, y cierra los ojos.

-La comedia ha terminado, murmura, cual si Beethoven fuese.

Las memorias del corrupto aprehensivo cuentan el relato del festín petrolero y del latrocinio devenido en cultura. La crónica del partido-Estado. Se cometió el crimen de desinstitucionalizar la república, contraviniendo la Constitución que el propio Chávez se dio, a su saber y entender. Sin contrapesos ni controles, los granujas actúan a sus anchas. Si ya había corruptos antes, hoy son más. Antes que "operativos" episódicos, se requiere un Poder Ciudadano autónomo de veras.

El gobierno tiene la palabra.



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Enrique Ochoa Antich

Político y escritor de izquierda democrática. Miembro fundador del Movimiento al Socialismo (MAS).

 @E_OchoaAntich

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