Autogol es gol

Dentro del legado del Eterno Comandante Hugo Chávez se destaca la denuncia permanente a dos de las principales amenazas que ponen en peligro el proceso revolucionario: La burocracia y La corrupción

Si examinamos las múltiples lecturas de la corrupción, partiendo de sus génesis en el régimen de producción capitalista y su impacto en el conjunto de las relaciones sociales, podemos afirmar que corrupción es la infracción de una norma o violación del código ético. Y de ese fenómeno mi Cmdt. Chávez, siempre estuvo consciente, tanto del riesgo como de las implicaciones que esta tiene en el actual proceso de cambio.

¿Dónde está el funcionario contralor cuando un funcionario público obtiene más bienes que la que la dieta le puede pagar? ¿Qué a pasar cuando a pocos meses de haber asumido un cargo público compra tremendo carro, una buena casa o compra una parcela? Señores empleados públicos, concejales, alcaldes y gobernadores, en la administración pública hasta el último centavo ES del pueblo, muy especialmente del pueblo pobre.

Compatriotas militantes del PSUV y del polo patriótico, es necesario que nos convirtamos en vigilantes y contralores revolucionarios. No hemos de permitir que a la llegada de un compatriota a ocupar un cargo realice un cambio sustancial en su forma de vida, tanto en los bienes que en lo personal el suma, como aquellos allegados inmediatos.

Hoy podemos demandar el estado de sospecha sobre todas aquellas personas vinculadas al proceso revolucionario que ayer conocimos con hoyos en los zapatos y que hoy ostentan vehículos caros, ropa de marca, abultadas cuentas bancarias y buenas viviendas.

En la actual sociedad en transición, el corrupto puede ser identificado por el afán de vivir y ser reconocido por los patrones de consumo antes descritos, impuestos por capas sociales que poseen un alto poder adquisitivo, siguiendo modas y estereotipos inducidos por promociones comerciales enajenadas, las cuales se encuentran más allá de lo que permite el ingreso legal de dicho funcionario.

Por ello, una alerta temprana de este proceso de corrupción son los indicios reveladores de que el funcionario tiene un modo de vida que no coincide con sus ingresos

Sin embargo; el combate a la corrupción no puede reducirse a la penalización del individuo solitario, sino que este proceso demanda el desarrollo de un enfoque donde se articule lo político – económico y lo socio-cultural, más allá de sus límites jurídicos como corrupción administrativa.

La llamada corrupción administrativa en su gran mayoría involucra una relación entre funcionarios públicos y actores del sector privado, los cuales hacen negocios en perjuicio del interés colectivo. En esa perspectiva, para que haya corrupción se necesitan dos delincuentes: el corruptor y el corrompido. Quien viola la norma y cobra por el servicio prestado; quien paga y se favorece lucrativamente. Comúnmente se denuncia a los funcionarios públicos que se corrompen, pero nunca a los empresarios que corrompen.

El proceso de corrupción administrativa involucra un conjunto de hechos tipificados como delitos: fraude fiscal, apropiación indebida, malversación, adjudicación ilícita, prevaricación, tráfico de influencia, entre otros.

Tales delitos se hacen parte del modelo de acumulación parasitario-rentístico en Venezuela, por lo que tiene pertinencia el término lumpemburguesía, que son aquellos seres que tienen poca autoconciencia o base económica y apoya a sus amos coloniales, ya que la riqueza que detentan los grupos económicos son el resultado de un rapaz proceso de expropiación y de robo al erario nacional.

Estos indicadores del asalto al patrimonio público conforman una escala de valores, métodos y procedimientos convertida en matriz de la cultura adeco-copeyana, lo que en lenguaje coloquial se concreta en frases muy conocidas: ¿Cuánto hay pa´eso ? ¡Póngame donde haiga¡,Quítate tú pa´ponerme yo.

Como ya hemos reseñado el fenómeno de la corrupción no puede reducirse a la conducta desviada del individuo o a la comisión de una violación legal-moral, siendo pertinente rescatar el enfoque que globaliza su origen, ubica la estructura que la soporta, puntualiza el proceso donde ocurre y los actores involucrados.

Como la corrupción se ha convertido en un modo de vida, se requiere impulsar un proceso de insurgencia cultural que permita redefinir las necesidades y los patrones de consumo, sustituyendo los valores de cambio por los valores de uso, superando el afán posesivo con proyecto de vida basado en el SER y no en el TENER.

Comparto y apruebo en todas sus partes la batalla contra la corrupción que promete y ya ha emprendido el Presidente Nicolás Maduro. Un cáncer social que amenaza con engullir a nuestra Socialismo Bolivariano, y que está acabando con la Patria. No olvidemos nunca que pequeños cambios pueden producir grandes transformaciones.

Una recomendación al observador interno, estas acusaciones que cualquier compatriota le haga a algún líder de la revolución no se lo tomen con ligereza, no le reste importancia, utilizando argumentos vacíos como: "si nos dedicamos a defendernos de todas las acusaciones que nos hagan no tendremos tiempo para trabajar". Realmente no sé cómo pretendemos cosechar lo que nunca hemos sembrado. Mi humilde recomendación es que trabajemos fuertemente con la gente y por la gente, pero que también defendamos nuestra reputación.

Decía Mi Gral. Muller Rojas: "No hay que enseñar valores, sino vivirlos".

El presidente Nicolás Maduro al igual que en su momento lo hiciera nuestro eterno comandante ha pedido al pueblo revolucionario que con él a la cabeza, "ha pasado a la ofensiva en la batalla contra la corrupción, batalla que de veras es decisiva, y no la abandonaremos. Por eso mismo llamó al pueblo a no permitir la corrupción ni a los corruptos; a no tolerar la corrupción, sea ésta de cuello blanco, de cuello rojo-rojito o de cuello amarillo: es el mismo hamponato, vístase como se vista, la misma conducta apátrida y anti popular."

A lo cual debemos responder: CÚMPLASE, pero para que el pueblo pueda ayudar en el combate contra la corrupción, entre otras cosas, se necesita que no se criminalice la denuncia bien fundamentada. Hay personas dentro del proceso a quienes se le colocan sellos de opositor, de escuálido, de V columna, brinca talanquera, revoltoso, conflictivo… entre otros epítetos, aquellos quienes comete el error o tiene la osadía de manifestarse en contra de irregularidades administrativas diversas. Ciertamente, necesitamos reforzar las leyes anticorrupción, pero leyendo y creyendo en el pensamiento de Bolívar, la actuación de Zamora y la dirección de Chávez.

Solo me queda repetir unas palabras del libertador Simón Bolívar y que marca el camino del hombre, considerando que la honestidad es un valor medular. Que es el hilo conductual de todos los actos que una persona realiza y del que depende si algo se hace como se debe con apego a la verdad y la justicia. "El talento sin probidad es un azote" Lo cual es una especie de huella genética que está presente en todo lo que haces y que te define como una persona "de fiar o no". Lamentablemente no es un punto que se aprenda en la escuela, en el liceo o en la universidad, simplemente es un valor que se inculca en el seno familiar y que, cuando se es adulto, se tiene o no se tiene.

Chávez vive La Lucha sigue.. . Donde el pueblo puede la patria se crece

 

fmmrmoran@gmail.com

 



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Aristides Muñoz L.

Sargento Segundo. Comandante del Frente de Milicia Misión Ribas Morán

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