El contrabando: ¿la guerra de los cien años?


La cultura del contrabando en la frontera colombo-venezolana es una tradición de muchos años la cual ha tenido sus vaivenes y como en el futbol, a veces la pelota ha estado del otro lado de la cancha pero en los actuales momentos, pareciera estar de nuestro lado.

Como andino, nacido en un pueblo muy cercano a la frontera con el Departamento Norte de Santander, como lo es La Grita y sus alrededores, crecimos desde niños viendo como muchos venezolanos se formaron y en numerosas familias - hay incluso muchos profesionales - fruto de la ganancia de sus padres, quienes traían algunos productos desde Cúcuta o del Puerto de Santander hacia el Táchira; así como también lo hacían los zulianos desde la Guajira, de lugares como Paraguachón o Maicao hacia Venezuela, para ganarse la vida.

Eran otros tiempos desde luego, donde los productos más cotizados y transportados por los “maleteros” hacia Venezuela, a través de las picas desde Colombia eran telas, calzado, medicinas, café, cigarrillos, cueros y ropa de vestir, entre otros rubros.

La Guardia Nacional de aquellos tiempos se hizo famosa en nuestras fronteras y los contrabandistas, eran sus amigos o enemigos, atendiendo a su pago por su trabajo de “policías de Valera, ante lo clandestino, porque se pagaba “peaje”; palabra común en la frontera por un trabajo, el cual la mayoría de las veces lo hacían de noche, pero en pequeñas proporciones; es decir, nunca imaginables ni comparables a los niveles que alcanza el contrabando de nuestros días pero en dirección inversa, de Venezuela hacia Colombia.

Los productos contemporáneos del contrabando de hoy son los alimentos y la gasolina pero en unas cantidades tan exorbitantes y jamás imaginadas, que han pasado a ser una amenaza para la estabilidad del Estado venezolano; cosa que nunca ocurrió en el pasado, cuando las aguas corrían a la inversa o mejor dicho,hacia este lado de la frontera.

El desabastecimiento, situación que ha llevado al Gobierno Bolivariano a aplicar una estrategia directamente con la FANB llamada “guerra contra el contrabando” es de otra dimensión. Como lo dijera recientemente el embajador venezolano en Colombia Rincón Urdaneta, “la guerra está dirigida por bandas paramilitares”, donde también cuenta con la presencia de ciudadanos venezolanos quienes ya están globalizados; o mejor dicho, no tienen Patria porque son ciudadanos del dinero y se venden al mejor postor.

Es importante comprender la cultura fronteriza donde se mueve el contrabando en la también conocida como frontera viva. Resulta muy común en la frontera encontrar ciudadanos con las dos nacionalidades.

Allí cualquiera compra por un mínimo monto, su ciudadanía y tiene para identificarse las dos cédulas. Esta cultura se acentuó en los tiempos de Uribe, porque desde Cúcuta hicieron los más descarados negocios del narcotráfico y del contrabando en complicidad con políticos, militares y gobernadores venezolanos de la oposición; quienes permitieron fácilmente el paso de la gasolina por generar, según “expertos”, mayores dividendos que la cocaína.

La cultura del “contrabando natural” o del pasado; si se le puede llamar así, ha sido superada. En ningún momento la justificamos, pero podemos decir que antes era de fácil control.

Hoy los volúmenes del dinero que está en juego y ronda por la frontera, supera los límites inimaginables de cualquier economía de un país latinoamericano; incluso, como ya se ha podido comprobar por la política emprendida por el Presidente Nicolás Maduro, están involucrados desde hace mucho tiempo – presuntamente - los viejos vicios de muchos soles, oficiales y miembros de nuestras Fuerzas Armadas y sus cómplices, quienes venían operando en nuestras fronteras desde la IV y ahora lo querían continuar en la V ; donde es un “Secreto a voces” bajo la vieja filosofía adeca: “a mí que me pongan donde haiga”.

A decir verdad en Venezuela, desde hace muchos años, por razones de geopolítica hemos sido penetrados por una “quinta columna” y por eso nuestra FANB le pone el cascabel al gato. Hemos sido presa fácil de una estrategia de estrangulamiento y de saqueo, planificada y orquestada por el imperio para destruirnos a través de un “caballo de Troya” desde Colombia, con la única intención de tumbar la Revolución Bolivariana.

Es ingenuo pensar - como lo dijo el historiador Luis Brito García - que el Estado colombiano no este enterado del subsidio que favorece a más de diez millones de colombianos – cifras citadas por el gobernador Vielma Mora – con la cual Venezuela mantiene y subsidia en los 2.219 kilómetros fronterizos a los departamentos de Guajira, Cesár, Norte de Santander, Boyacá, Arauca, Vichada y Guainía.

La guerra contra el contrabando apenas comienza. La misma “pica y se extiende” porque a la vez es “mutante”; al igual que la oposición venezolana, quien se alimenta de ella y cuenta además con aliados, como los “neo contrabandistas colombo-venezolanos” quienes no tienen Patria, porque son “mercenarios” quienes han vendido su alma al diablo y lo único que los mueve es el dinero fácil; como el generado por el negocio del contrabando, primo hermano del narcotráfico y el cual ha sembrado sus raíces en nuestras fronteras.

La “guerra de los 100 años”, apenas comienza.

¡Amanecerá y veremos!



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Marco Tulio Arellano

Jubilado en Pdvsa

 arellanomt@hotmail.com      @Homugria

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