A un paso de la implosión revolucionaria

En el año 2006 advertí en un artículo con gran angustia, como tres fuerzas de ocupación galopaban impunemente en el seno del proceso revolucionario: el quintacolumnismo, paramilitarismo y la mayoría de los medios de comunicación privados; también indiqué que el único antídoto para este mal era una acertada combinación de la organización, la politización y la ideologización de los cuadros, lo que implicaba que la primera tarea de la revolución era elevar el nivel de conciencia de nuestro pueblo, tarea de la que solo se ocupaba el Presidente Chávez; después de aproximadamente 2920 días casi nada ha cambiado en esta materia, y el tiempo perdido, hasta los santos lo lloran.

Solo una plena conciencia revolucionaria podría constituirse en un escudo de acero e impenetrable, frente al avance de la contrarrevolución, cuyos actores principales del mismo seno del proceso se transforman en detonantes de la implosión que se acerca paso a paso y amenaza con borrar las huellas en lo político y lo social, como los principales avances de la revolución, no ocurriendo lo mismo en el plano económico, principalmente por el desprecio al conocimiento de las ciencias económicas al no seleccionar cuadros con experiencia, conocimiento y liderazgo en la materia.

El imperio decidió acertadamente apuntar a nuestras neuronas, con su efectiva estrategia en lo educativo a través de lo comunicacional, introduciendo confusiones e imponiendo valores, ocultando con maestría sus verdaderas intenciones, ante la inexistencia de debate, criminalización de la crítica y hacernos los locos con la autocrítica; ya Marx, al referirse a la educación le calificaba como un elemento más de la clase opresora para crear en la clase oprimida la falsa conciencia. Tergiversaba la verdad. Lograba introducir en el proletariado (la clase dominada) lo que la burguesía (la clase dominante) pretendía que creyera. Es decir, que los valores que se impartían no eran valores universales sino burgueses que favorecían el dominio del capitalismo.

¿Se podrá desactivar lo que los camaradas Toby Valderrama y Antonio Aponte denominan el arma secreta de la oligarquía?

Indiscutiblemente que si, lo primero es decir la verdad sobre la crisis por la que atraviesa el país; realizar una autocrítica sobre la responsabilidad que se tiene sobre el asunto, hay que moralizar a las masas; dar verdaderas muestras de enfrentamiento a la corrupción y la burocracia; dar un debate nacional bien organizado con todas las corrientes ideológicas que en el campo de la izquierda plantean criticas y salidas a múltiples problemas nacionales, volver a las fuentes del poder constituyente, arrinconado junto al poder popular por un poder constituido, apoltronado, muchas veces ciego, sordo y mudo. Solo un debate similar a un terremoto de 7,9 grados en la escala de Richter, con epicentro en Miraflores podrá retrasar una implosión en el proceso revolucionario venezolano.

Mientras escribía estas líneas y miraba un conocido noticiero de televisión, el Ministro de Salud, Francisco Armada declaraba que: no hay escasez de medicinas, sino de algunas marcas; lo que según él, también ocurría con los alimentos. ¿En qué país del planeta desarrolla este ministro sus actividades gerenciales?. Definitivamente, a veces uno pierde la brillante oportunidad de quedarse callado.





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Roger Lázaro


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