Las clínicas hospitalarias privadas están colapsadas por culpa de su propia clientela

 y de sus peseteros dueños

Sólo hace falta que usted tenga necesidad de alguna placa de rayos X, de algún servicio de tomografías, resonancias o iconografías para darse cuenta de ese colapso que se traduce en un servicio de colas y de madrugaderas y hasta con mala atención por la misma razón de que tales clínicas no se dan abasto.

Los servicios de oftalmología y otorrino corren igual suerte. Uno se pregunta por qué está ocurriendo eso, ya que, si a ver vamos, los escuálidos no son tan numerosos ni han crecido desde la revolución bolivariana para acá.

También resulta curiosa tanta demanda insatisfecha en una país que, a juicio de esos mismos escuálidos, se está desmoronando, dados los elevados precios de estos servicios privados ante los cuales ninguno de esos clientes o enfermos chilla, sólo callan y toleran porque eso parece formar parte de su protesta contra el gobierno que en paralelo ha creado múltiples servicios competitivos sanitarios con una tecnología superior a la de las clínicas más costosas de la llamada clase acomodada de Venezuela.

Está ocurriendo que el criterio comercial de esas empresas sanitarias lleva a muchos capitalistas a montar dichas clínicas con una mínima inversión en equipos y personal. De allí las colas y la toma de número antes de las 7am para esperar un numerito y terminar recibiendo el servicios eso del mediodía, pero eso sí, bien caro, ¡caro con esféricas!

Por supuesto, los clientes de esas empresas sanitarias, a sabiendas de que existen servicios públicos gratuitos de igual y hasta mejor calidad, prefieren seguir sufriendo esos malos servicios bien caros por culpa de sus complejos clasistas, por temor y vergüenza de que sus vecinos y amigos se enteren de que están recibiendo servicios del gobierno “castrocomunista”.

La Superintendencia de Precios Justos, en estos casos, debe afinar la regulación de la calidad-precios en estas clínicas privadas ya que no todo puede reducirse a costos, ganancias y precios. Es de suponerse que detrás de los precios justos de halla un servicio de calidad estándar, de buena a óptima porque los precios de los servicios de tercera deben ser inferiores a pesar de que los costes digan otra cosa.

Esas clínicas no están suficientemente dotadas para prestar esos servicios, pero tampoco hacen mayores inversiones porque su alienación y su política antigobierno las obliga aprestarlo en esas malas condiciones de atención oportuna, al igual que los supermercados no habilitan suficientes cajeros, ni almacenan suficiente cantidad de inventarios para que se generen largas colas que hagan ver que el país se halla en proceso de racionamientos políticos, que estaríamos en una economía de guerra, siendo que tales empresas son las que hacen guerra mientras el pueblo vive y desea vivir en paz. La paz, ciertamente, se les acabó a esos empresarios porque ya dejaron de tener a Pdvsa en sus bolsillos.



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Manuel C. Martínez


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