Primeramente, nos gustaría elucubrar sobre el alcance práctico y económico de la anunciada y posible “Declaración de Patrimonio Cultural” de la obra reveroniana.
Estos preavisos tienen la particularidad de ser jugosamente aprovechados por el comercio burgués en el más amplio sentido de la palabra. Es que hasta la más modesta de las familias automáticamente revaloriza comercialmente todo lo que tenga, y más en estos casos de mercancías artísticas.
Aparte, queremos saber también si el Estado está consciente de que una declaración como esa catapulta los precios de hasta los borradores más insustanciales y menos artísticos e insignificantes que algún mercachifle o anticuario del Arte pudiera tener consigo.
Las obras de Arte todavía no han sido reconocidas como bienes de primera necesidad, por sus elevados precios, pero sobre todo, porque este tipo de bienes siempre los ha disfrutado de preferencia la clase explotadora de hasta los mismos pendejos pintores de la clase proletaria, salvedad hecha de los peseteros como Picasso o Dalí, por citar dos de los más connotados y adinerados.
Pensamos en aquellas obras del pintor Armando Reverón que desde hace años son propiedad privada, ¿acaso se congelará su tráfico, mismo que por lo general es habitual entre los comerciantes del Arte, de las más afamadas galerías y subastadoras del mundo burgués?, ¿sus precios serán justos?, ¿qué grado de tolerancia mostrará el Estado frente a esos nuevos ricos que ya comenzarían a frotarse las manos.
Nos gustaría saber si quienes asesoran sobre estas materias se pasean previamente por sus efectos económicos mercantiles, o se asesoran en tal sentido bien con ellos mismos, o con especialistas. No hacerlo sería seguir coadyuvando con el drenaje de petrodólares hacia los comerciantes rentistas y parasitarios.
Recordemos que la Todología tiene muchos adeptos en esta Venezuela de la riqueza facilona y la del tartufaje que prendió divinamente en nuestra sociedad restisticopetrolera de la 4ta. República.
