Caracas. Después de sesionar en 91 ocasiones desde el pasado 25 de enero y haber oído a 230 testigos, además de las continuas intervenciones de los 15 abogados defensores, el Tribunal Militar 1° de Juicio de Caracas declaró cerrado el juicio contra los 100 presuntos paras colombianos y seis oficiales venezolano detenidos en la Finca Daktari el 9 de mayo de 2004. Al cierre de esta edición, no se conocía la decisión del Tribunal.
Alrededor de un centenar de efectivos militares custodiaron el teatro del Ministerio de la Defensa donde se llevó a cabo la sesión número 91 del juicio a los presuntos paramilitares colombianos y los 6 militares venezolanos. Mientras la sesión discurría en el teatro, afuera hacían cola para entrar familiares de los colombianos, periodistas y hasta el cónsul de Colombia. Todos eran chequeados minuciosamente.
A lo lejos se oía la voz de la teniente Yandy Parada, defensora pública de 13 colombianos, quien pedía la absolución porque según su criterio “nunca se sabrá qué tipo de movimiento rebelde se dio en la Finca Daktari, porque la Fiscalía Militar no lo detalló”. La teniente finalizó con un pensamiento de Herman Hesse inaugurando lo que sería la norma de quienes ayer intervinieron:
“hay miles facetas de la verdad, pero una sola es la verdad”.
Esta vez, los 100 colombianos, entre silentes y angustiados, estaban sentados en el segundo grupo de butacas del teatro y a un costado del mismo.
Las butacas centrales fueron dejadas para los periodistas, mientras que familiares y amigos ocuparon las de la parte alta.
El grupo de militares estaban donde siempre: en primera fila sentados en tres mesas con sus respectivos abogados.
Algunos como el capitán Javier Ignacio Quintero salió varias veces del recinto; mientras que el coronel Jesús Gonzalo Faría Rodríguez, quien fuera edecán de la primera dama Blanca Rodríguez de Pérez, permaneció todo el tiempo sentado moviendo los dedos como si estuviera tocando piano.
Ayer fueron vestidos con sus trajes de gala, a excepción del general Ovidio Poggioli, quien se trajeó de marrón y corbata azul. Su abogado, Rafael Ángel Terán, le replicó al Ministerio Público diciéndole que se habían quedado sin argumentos para acusar de rebelión a su defendido; toda vez que la sentencia del Tribunal Supremo de Justicia, favorable a los cuatro militares del golpe de abril de 2002, había sido anulada por la Sala Constitucional. Terán recordó que el anulado fallo contiene un voto salvado del magistrado Alejandro Angulo Fontiveros donde explica que las rebeliones se pueden fraguar y llevar a cabo aun sin armas.
Ese fue el argumento medular que enarboló la Fiscalía Militar a la hora de probar que lo ocurrido en Daktari, donde no hallaron armas, había sido una rebelión atípica, acotó Terán.
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También ejercieron su derecho a réplica, el general Poggioli (” no vine derrotado, ni estoy derrotado; estoy disfrutando de la libertad de mi consciencia” ) ; el coronel Jesús Gonzalo Faría (” cuando no hay un juez sobre la tierra, la apelación se dirige a Dios” ) ; capitán Javier Nieto Quintero (” soy un oficial critico del carupanazo, barcelonazo, de los golpes contra Medina Angarita, Rómulo Gallegos y las elecciones de 1952” ) ; capitán Rafael Ángel Faría Villasmil (” se ha demostrado el ensañamiento contra la familia Faría” ) y el colombiano Luis Roberto Plazas Grismaldo pidiéndole a los jueces un veredicto “rápido y consciente”.
A las 2:30 pm, el juez militar, Máximo González, batió una campanita para anunciar que había concluido después de 9 meses el debate oral y público.
Hubo gritos en las barras, bostezos, murmuraciones entre los colombianos, felicitaciones entre abogados y clientes, movimiento en la tropa que custodiaba el teatro, mientras la secretaria del Tribunal buscaba una pastilla para el dolor de cabeza y Castro Yellez sacaba del bolsillo un folletico de esos que los evangélicos reparten en las plazas titulado “La Felicidad”.
El cónsul de Colombia, Darío Angarita, informó que pronto le expediría un pasaporte a sus paisanos absueltos para devolverlos al vecino país.