La Revolución en las elecciones

En el nuevo escenario electoral hay que avanzar en la conceptualización teórica. El orden ideológico exige, para la unidad y el convencimiento revolucionario de todos, asumir con conciencia el empleo del poder. Si de veras creemos en la palabra ductora del Presidente, tenemos que comprometernos en asimilar los preceptos de la revolución bolivariana. El poder, bajo la categorización del Proceso, no es para usufructuarlo, tal como se hace bajo los parámetros de la IV República. Es decir, hacer uso del mando burocrático del Estado para favorecerse a sí mismo y su grupo. El poder empleado por el puntofijista (reformista o reaccionario), no apunta a satisfacer las expectativas en sus niveles más elevados de lo moral, lo material y lo espiritual del ser humano. No, el poder de la IV República descansa en las cúpulas que se adjudican la potestad del Estado para actuar con base en sus propios intereses. Esta forma de mando, en cualquiera de las instancias de elección popular, tiene que ser erradicado. En su lugar, hay que darle cabida al principio revolucionario de emplear el poder para alcanzar el bien común. En contraposición al reformismo o a la reacción, en esta nueva fase del Proceso el poder tiene que construirse con base en la transferencia de la toma de decisiones al pueblo. Concepción fundamental para lograr el convencimiento de los militantes revolucionarios aspirantes a cargos de elección popular.

Después del 15-A tal como lo señala el Presidente Chávez se debe profundizar la conciencia revolucionaria. El poder no es para el usufructo. El poder es para llevarle felicidad al colectivo nacional. El poder no solo se ubica en la dimensión del aparato burocrático del Estado; sino también, en la decisión directa del pueblo. El que triunfe en las elecciones regionales, no va a ejercer el mando sin tomar en cuenta al pueblo organizado. El que sea electo para un cargo ya no será más el señor dueño de los destinos de la comunidad que va a dirigir. No, esa práctica desaparece. El que sea electo se convertirá en vocero del pueblo. El vocero expresa y manifiesta lo que le determina la comunidad que dirige. Su mando va a depender de los dispositivos de participación popular consagrados en la Constitución; valga decir, Consejo Local de Planificación Pública (CLPP), contraloría social, asambleas populares, cabildos abiertos. Por lo tanto, el que aspira a ser electo bajo los preceptos revolucionarios no puede emular la práctica clientelar de los jerarcas del Estado de la IV República. De hecho, en esta nueva fase los programas de gobiernos tienen que formularse con base en las necesidades de la comunidad. Los presupuestos tienen que ser elaborados con participación de los CLPP. Las decisiones tienen que tomarse en conjunto con las asambleas populares y cabildos abiertos.

De tal manera que, vale tanto y hasta más el ejercicio de la comunidad organizada en la conducción de su destino, que el del actor electo para un cargo público. Si esto se asume con conciencia, la rivalidad desaparece y con humildad se tiene que aceptar la necesidad del consenso revolucionario. Bajo estos preceptos, el poder no es del individuo electo deformación estructural estimulante del egocentrismo y demás desviaciones perversas del poder. Ahora, el poder lo ejerce directamente el pueblo. Por lo tanto, la coyuntura de las próximas elecciones regionales tiene que estimular: (i) el consenso de los candidatos que mantienen posiciones triunfalistas tomando la bandera de ser ellos el preferido en lugar de los demás. El consenso obliga a ceder posturas de parte y parte, para entender que la suma del todo es el camino que nos está indicando el líder del Proceso; (ii) asimilar la nueva categoría política que caracteriza al proceso revolucionario, para saber que el poder no le pertenece al individuo, sino a la comunidad; (iii) la importancia de la difusión ideológica para convencernos que estamos en un Proceso revolucionario y que las prácticas reformistas quedaron atrás. izarraw@cantv.net





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William E. Izarra

Oficial de las FANB, retirado como Comandante (Teniente Coronel) de la Aviación Militar. Siendo oficial activo logró realizar estudios en todos los niveles académicos del saber universitario obteniendo su título como Licenciado en Educación (UCV); Maestría en Planificación (Harvard University) y Doctorado en Ciencias del Desarrollo (Cendes, UCV). Ha sido miembro del MBR-200, MVR, PSUV, Director Nacional de Ideología del Comando Maisanta, Colectivo Democracia Directa y creador del Centro de Formación Ideológica (CFI). Ha ocupado algunos cargos dentro del Gobierno Bolivariano Revolucionario bajo el mandato de Hugo Chávez Frías, siendo unos de los más relevantes el de Vice-Ministro de Relaciones Exteriores para Asia, Oceanía y Medio Oriente. Ha escrito una serie de folletos y libros para la compresión de los valores y principios socialistas.

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