El acto revolucionario

En la nueva fase del Proceso iniciada a partir del 15-A, la verdadera
dimensión del poder se ubica en las instancias expresadas en la
Constitución Bolivariana. La sustancia del poder está en: (i) la contraloría social,
(ii) los consejos locales de planificación pública, (iii) la asamblea de
ciudadanos, (iv) los cabildos abiertos, (v) los gobiernos comunitarios.
Por lo tanto, las próximas elecciones regionales pasan a ser el canal para
materializar el poder popular.


No obstante, hay que precisar el modo de asumir estas elecciones. Para el
revolucionario auténtico, las elecciones son para tomar el poder y cederlo
al pueblo. Por el contrario, para el contra-revolucionario o reformista las
elecciones son para mantener la estructura de dominio sobre pueblo. La
primera concepción se inscribe dentro del espíritu del acto revolucionario.
Es colocar el gobierno al servicio del pueblo. Es darle viabilidad a la
democracia directa. Es consolidar el poder constituyente. Por su parte,
el reformista desea ganar las elecciones para usufructuar del poder. Esto
en sí es un acto burocrático. Es darle continuidad a la reforma. Es tolerar
la vigencia del sistema político de democracia representativa.

En la nueva fase del Proceso se hace indispensable el acto revolucionario,
tanto en su concepción ideológica como en su práctica. Tomar el poder a
través de las elecciones es para entregarle el mando de los entes
descentralizados del Estado al servicio del pueblo. Tal como lo establece
la bandera emblemática del Presidente: "el gobierno se transforma en
instrumento del pueblo". Esta es la línea a seguir para ascender un nuevo
escalón en la ruta hacia la revolución. Tomar el poder público en los
estados, alcaldías y concejos legislativos, significa materializar el cuerpo
primario de los preceptos del poder popular. Esa es la acción de la
democracia directa.

Las próximas elecciones regionales no son para repetir los esquemas
burocráticos del usufructo del poder. Ya es el momento de acabar con los
actos burocráticos electorales. El nuevo escenario exige a los que aspiran
ser electos, asimilar la concepción del acto revolucionario y aniquilar
el modo de gestión reformista que aún prevalece en gobernaciones y
alcaldías.

Instalarse en los gobiernos regionales y locales es para luchar por el bien
común. Es reemplazar el mando reformista actual por la acción revolucionaria
del pueblo organizado. Eso implica hacer realidad el poder popular: (i)
gobernar para el pueblo por medio de la satisfacción de sus necesidades
colectivas e individuales; (ii) transferir la toma de decisiones a las
comunidades organizadas; (iii) establecer el método de rendición de cuentas
ante las organizaciones comunitarias; (iv) darle consistencia a los mandatos
constitucionales de cogobierno (estado-pueblo), a través de las asambleas
populares; consejos locales de planificación pública; contraloría social;
cabildos abiertos; (v) propiciar la vía constituyente para la transformación
de las estructuras rígidas que aún no se ajustan a la revolución
bolivariana.

Pero, crear el poder popular y luchar por su instauración demanda: (i)
identificación plena con el pueblo; (ii) convencimiento ideológico; (iii)
compromiso con la revolución; y (iii) conciencia de servicio a la causa
emancipadora. Si no se siente esto en el alma, si no se ha incubado en el
corazón, ni se ha practicado el bien común fundamentado en el amor al
prójimo y la buena voluntad, será muy difícil alcanzar las metas
revolucionarias. Sin espíritu revolucionario el pragmatismo corruptor
continuará vivo. Por lo tanto, solo la conciencia del colectivo logrará la
determinación de los líderes que se identifican con sus luchas. Es ahora
cuando se necesita la desintegración de las cúpulas y la eliminación de
las decisiones sin consulta al pueblo. Es ahora cuando este método
antidemocrático debe dar paso al de las decisiones en asambleas y desde
la base.

En la nueva fase del Proceso, la toma del poder adquiere un nuevo sentido de
lógica en el pueblo. Los que aspiran su dirección, que asuman la revolución
y luchen por ella. Luchen por el poder popular. Procedan con base a lo
que indica el acto revolucioario. izarraw@cantv.net


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William E. Izarra

Oficial de las FANB, retirado como Comandante (Teniente Coronel) de la Aviación Militar. Siendo oficial activo logró realizar estudios en todos los niveles académicos del saber universitario obteniendo su título como Licenciado en Educación (UCV); Maestría en Planificación (Harvard University) y Doctorado en Ciencias del Desarrollo (Cendes, UCV). Ha sido miembro del MBR-200, MVR, PSUV, Director Nacional de Ideología del Comando Maisanta, Colectivo Democracia Directa y creador del Centro de Formación Ideológica (CFI). Ha ocupado algunos cargos dentro del Gobierno Bolivariano Revolucionario bajo el mandato de Hugo Chávez Frías, siendo unos de los más relevantes el de Vice-Ministro de Relaciones Exteriores para Asia, Oceanía y Medio Oriente. Ha escrito una serie de folletos y libros para la compresión de los valores y principios socialistas.

 izarra1947@gmail.com      @williameizarra

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