Aristóbulo y La Chilindrina: es pura coincidencia cualquier parecido con la realidad

“¡Cuantos desfiguros causa la vanidad! “

Doménico Cieri Estrada.

A Aristóbulo Istúriz lo conocemos desde hace algún tiempo. Siendo el Alcalde de Caracas y yo Presidente de la Junta Parroquial de Coche, en muchas oportunidades trabajamos juntos y hasta hace algunos años, manifiesto que sentía por él, respeto y admiración. No obstante, de un tiempo a esta parte, he visto con asombro como aquél humilde maestro de escuela, dicharachero, simpático y popular, a la par que ha venido evolucionando como político, ha venido involucionando como persona. No en balde perdió la Alcaldía Metropolitana de Caracas, no solo por la impresentable, inauditable e irrecordable gestión del Virrey de Los Roques, Juan Barreto, sino porque al profesor hace rato que se le perdió de vista la esquina, la calle, el barrio. Ahora lo de él es el área de VTR, los micrófonos, el web master, la sala de maquillaje, el estudio de televisión, la iluminación, las cámaras y la acción. El negro – y ojo que no lo digo de manera peyorativa, sino porque así es que le llamamos quienes lo conocemos y le apreciamos – se nos volvió mediático, virtual. Recuerden que fue él quien nos dijo un buen día que Chávez se había fumado una limpia. De allí la manera despreciable y burlona en como mandó a leer a un periodista el Correo del Orinoco, en sustitución del portal aporrea.org, donde Eduardo Samán, había manifestado horas antes, que su inscripción como candidato a las primarias del PSUV, no había aparecido en el listado de los admitidos al proceso electoral interno a desarrollarse, de caras a las elecciones parlamentarias del venidero 26 de septiembre.

Desde su pasantía por Globovisión, junto a Carlos Blanco en el programa “Blanco y Negro”, lo del hombre es la pose junto a Tania sobre el plató del programa “Dando y Dando”, transmitido por VTV. La pantalla de artista de cine en el escenario de Vive TV, donde cuando su apretadísima agenda revolucionaria no le permite salir, lo suple Xiomara Lucena. Atrás quedaron los días de abril, donde llegó a Miraflores, solo después que el pueblo, ese mismo que se expresa en aporrea, le abrió paso entre las hienas, para que entrara en Miraflores y se sentara plácidamente en la Silla presidencial. Sabemos que quienes allí se sientan, sin haber sido electos para eso y aún siéndolo, terminan contagiados de un sarampión que se hace especialmente virulento sobre todo cuando a uno lo llaman, lo buscan o lo saludan los viejos amigos. A mí en lo personal me pasó. La última vez que vi personalmente a Aristóbulo, andaba él en campaña, fue en Coche, en el auditorio del Liceo Pedro Emilio Coll, donde después de tres intentos fallidos para saludarle normal, como solía hacerlo en los viejos tiempos, éste no solo se negó a mirarme, sino que ni siquiera me saludó. Allí supe que lo habíamos perdido. Supe que el negro estaba narcotizado, borracho de poder, seleccionando con cuidado a quien saludar, escogiendo con detenimiento con quien reunirse. Jodido pues de manera irremediable. Así como queda uno con el televisor programado para que se apague en 5 minutos, no sólo para ahorrar energía, sino porque no es más de ese tiempo el que uno se toma para quedarse dormido, escuchando y mirando a Aristóbulo respondiendo ante todo lo que dice Chávez por televisión, aquello que La Chilindrina suele decirle a El Chavo, en el programa homónimo: ¡Sí Chavito, sí Chavito lindo, todo lo que tu digas es perfecto Chavito, sí Chavito, sí!.


rubenvillafa@hotmail.es


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Ruben Villafañe


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