Letra Desatada

Hoy es un buen día, mujer

Fue una mujer, Clara Zetkin, revolucionaria, política feminista y pacifista alemana, integrante del Sindicato Internacional de Obreras de la Confección, quien propone en la 2° Conferencia Mundial de Mujeres Socialistas, celebrar anualmente un día de acción internacional por los derechos de todas las mujeres (Copenhague 1910). Dos años antes, en 1908, 146 mujeres trabajadoras de la industria textil de Estados Unidos murieron calcinadas producto de las bombas incendiarias que les lanzaron dentro de la fábrica, durante una protesta en la que exigían que la jornada de trabajo diaria fuera de 10 horas, en lugar de 16. Mucho antes, en 1789, las mujeres parisienses que pedían "libertad, igualdad y fraternidad", marcharon hacia Versalles para exigir el sufragio femenino.

Que hace cien años el voto no era un derecho para las mujeres se piensa rapidito pero es una muestra clara de que el discurso contra la “dominación masculina” no es un capricho feminista. Mi amiga y colega Diana Ovalles me escribió, a propósito de un artículo publicado en Ciudad CCS (Cosas de hombres 16-11-09), lo siguiente:

“No hay ningún problema con ser feminista, no es una mala palabra, no hay que ser lesbiana ni hay que odiar a los hombres, no hay que tener bigotes ni mucho menos ser masculina o masculinizarse: hay que reconocer que hemos sido socializadas de forma distinta, para el
frente doméstico, para el hogar, para los hijos e hijas, con otros valores -el de la sumisión y la resignación, básicamente- mientras que los varones son educados para la calle, para el poder y para no temer a nada ni a nadie”.

Sumisión y resignación contra poder y valentía. Inteligentes los hombres, sin duda.

El masculino es un poder invisible, pero se puede “ver” en la cotidianidad. Lo que sigue es producto de largos años de empírica observación de quien escribe y de varias de mis amigas. Los hombres no se dan cuenta de estas cosas… Cuando los mesoneros sirven los platos en un restaurant, siempre, siempre, le sirven más sus congéneres. Haga la prueba con una paella. La vida te da sorpresas. Cuando una pareja pide un jugo y una cerveza, siempre, siempre, le ponen la cervecita al tipo. Lo mismo pasa cuando piden la cuenta. Pueden haber quince mujeres y un tipo, siempre, siempre, se la colocan al tipo. Cuando hay varios hombres hablando de un tema y la mujer quiere intervenir, siempre, siempre, la ignoran, les parece fastidioso oírla. Su opinión no es importante ni “calificada”. Así estén hablando de los derechos de la mujer y tengan al frente a María León. Hagan la prueba. Hoy es un buen día.


mechacin@gmail.com




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Mercedes Chacín


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