Ni piruetas individuales ni arrepentimiento solitario

En el cambio, los modos de ver la realidad siguiendo esquemas funcionales que reiteran y propician la división de tareas entre conocedor-ignorante, dirigente-ejecutante, explotador-explotado, rico-pobre; estas teorías revolucionarias resultan insuficientes por la pretensión científica que se persigue, quedan colonizadas por la estructura lógica y epistemológicas de la cultura actual, en donde el concepto objetivista de la economía y de la historia solo da origen a la burocratización de la política.

RC Laing decía que,” un proceso posible y necesario en nuestra sociedad y en determinados momentos esta entretejido en un conjunto de sistemas que se prestan para un constante cambio revolucionario en el mismo proceso; pero no es en los extremos micro y macro, es decir, no a través solo del gobierno individual, apoderándose del aparato del estado, sino mediante cambios cuantitativos repentinos y radicales en los sistemas intermedios”.

En el proceso, las piruetas individuales y los arrepentimientos solitarios de quienes no desean desprenderse del egoísmo provocan crisis objetivas lo que a su vez acentúan la crisis del cambio. La dialéctica de lo existente y lo deseado juega, entonces, su máxima intensidad. La revolución privilegia al proletariado, es la ideología del cambio. La masa es la infantería al servicio del estado mayor de profesionales revolucionarios, es lo que nos hace falta, grupos operativos, concretos, cuyo conocimiento permita participar con posibilidades revolucionarias a toda la masa campesina, obrera y estudiantil. Es esta disociación la que castra las posibilidades reales del cambio, hablar de revolución implica establecer una unión entre lo micro y lo macro social, entre la realidad interior con la realidad exterior.

El interés histórico de un proceso revolucionario es quebrar el psicodrama que se hace gala en los cambios sociales, parte de una necesidad de entender la revolución en términos de participación y liberación real de los hombres y mujeres, y sobre todo de encontrar técnicas que permitan cambiar las estructuras públicas y psíquicas que impiden el cambio, sin considerar la economía, o considerándola secundaria, es un grave error.

El resultado de la experiencia vivida en estos años de proceso, es la implicación directa y testimonio inmediato de las situaciones no elegidas en nuestro itinerario militante. Exilio permanente de nuestras ideas, es la parte oscura de nuestro discurso revolucionario apartado por la dirigencia chavista, aun cuando, de alguna manera, tenga la intención de aportar un trozo de historia revolucionaria bolivariana actualizada.

La primera década del 2000 se abrió en casi toda Sudamérica con la promesa de convertirse en la década de la liberación, ante las frustraciones revolucionarias levantadas por los cuestionamientos radicales descalificando al capitalismo; nuevas organizaciones con un nuevo tipo de revolución movilizaron crecientes masas incorporando temas e intereses que van mas allá de la modificación material en las condiciones de producción económica buscando otra cultura.

Cultura crítica surge, no solo a nivel intelectual sino a nivel de masa, lo que ocasiono una división en las huestes revolucionarias entre chavistas y bolivarianos, que desintegra bajo su mirada crítica, todas las manifestaciones del sistema, sin arrepentimientos solitarios ni piruetas individuales en la que el mismo gobierno, y en muchos de sus funcionarios, no está preparado. Solo se vive una perspectiva jubilosa a volcar el balance de la histórica frustración en favor de una tarea de resistencia que conduce al cuestionamiento y a la desobediencia del sistema imperialista y a sus valores, instituciones, obligaciones neoliberales conformistas con su paralela participación de compromisos globales, pero, en cuanto a lo relacionado con la creatividad del pueblo y a su aceptación para los proyectos administrativos e industriales, continuamos en el exilio.

Y, se requiere que la ola caliente de creatividad socio-político de las nuevas revoluciones que impulso a millones de gentes al cambio, no se enfrié. La socialización colectiva no debe quedar en teoría, hay que impulsar la práctica mediante la creatividad del pueblo y comience a ejercer fuerte influencia en los cambios profundos, en los aspectos significativos de la igualdad de oportunidades.

Pensar y repensarse, significa abrir la conciencia para lograr el cambio. En la permisividad y solidaridad de los nuevos grupos políticos y militantes para formarlos en su conocimiento revolucionario y social científico en la que, la mayoría de funcionarios carecen de conocimiento, por lo tanto de convencimiento socialista para manejar y manejarse en un solo partido unido…

La formación en base a la persistencia tiene sus consecuencias, las piruetas individuales y su consiguiente arrepentimiento. Los funcionarios y sus hábitos, son un mundo que en apariencia muere, pero, su accionar nos permite ver que no son un nuevo mundo que nace. La falta de ideología los hace susceptibles de provocar piruetas dentro del burocratismo, área de acción que la maneja a la perfección por el convencimiento cultural de la corrupción y la mediocridad. La lealtad no es suficiente para la práctica socialista y la libertad económica.

rcpuma061@yahoo.com


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Raúl Crespo


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