Los “gurús” de la economía venezolana

Desde diciembre de 1998, los “gurús” de la economía venezolana vienen haciendo pronósticos caracterizados por la sentencia común de que el agravamiento de la situación económica y social hundirá la nación y con ella a los venezolanos, en las más oscuras y tenebrosas de las miserias humanas; según esas premoniciones, a estas alturas deberíamos estarnos revolcando en cataclismos de caos y colapsos dignos de los escenarios pintados por Dante Alighieri en la Divina Comedia, y a la entrada por los puertos y aeropuertos de Venezuela debería estar la inscripción, cual si se tratara de la llegada al Infierno: “Por mí se va a la ciudad del llanto; por mí se va al eterno dolor; por mí se llega al lugar en donde moran los que no tienen salvación; la justicia animó a mi sublime arquitecto; me hizo a la Divina Potestad, la Suprema Sabiduría y el primer Amor. Antes que yo no hubo nada creado, a excepción de lo inmortal, y yo duro eternamente. ¡Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza!”.

Pero esos pronósticos, esas advertencias de los “gurús” siempre han estado “haciendo aguas”. Gurú es un vocablo indio que significa espiritual, y por ello sus expresiones son consideradas sagradas. También, en esa lengua, suele denominárseles con  los vocablos Arada, Kamala, Rāma, Krishná, Buda, Kabir. El Gurú Nanak, en tanto, es reverenciado por los sikhs, y también por los hindúes y los musulmanes en Panyab y por todo el subcontinente indio. En Venezuela, los sinónimos populares de gurú son las expresiones “vaca sagrada”, y “experto”.

En el ámbito de la economía detractora de la realidad nacional, son encabezados por José Guerra, Pedro Palma, Emeterio Gómez, Teodoro Petkoff, y coreados intermitentemente por Sara Levy, Humberto García Larralde, Carlos Hernández Delfino, Isaac Mencía, Francisco Faraco, Orlando Ochoa, Víctor Olivo, Luis Carlos Palacios, Ronald Balza, Jesús Casique, Alcides Villalba, William Camacaro; en otras palabras, la “crema” del pensamiento económico venezolano; últimamente se les han sumado Domingo Maza Zavala, Héctor Silva Michelena y  Héctor Malavé Mata, todos firmantes de aquel famoso documento publicado  en la prensa con el encabezado de “Economistas venezolanos alertan sobre crítica situación nacional”. Más recientemente se les ha incorporado Luis Mata  Mollejas.

Ahora bien, ¿por qué utilizo la expresión “gurú”? Porque, en sentido figurado, el término gurú es utilizado para denominar a una persona que posee ciertas cualidades que hacen de él un experto en una materia concreta. Y no hay ninguna duda sobre el calificativo de experto -aunque prefiero la expresión estudioso-. Salvo los maestros Maza Zavala, Malavé Mata y Silva Michelena, el resto no es más que “corifeos”, porque yerran cada vez que opinan sobre la economía venezolana. Y tiene que ser así, porque no sustentan sus aseveraciones, vale decir, sus pronósticos, en el comportamiento que dictan las cifras, tanto del Banco Central de Venezuela como del Instituto Nacional de Estadísticas, ambos organismos oficiales que desde siempre hacen estudios prosecutivos de las variables económicas del país, al igual que lo hacen la CEPAL y muchos otros organismos internacionales, y se limitan a descalificar tales indicadores.

Y entonces, ¿cómo interpretar esa calificación de crítica situación nacional? Como lo he señalado en artículos anteriores, tales críticas no son pronósticos. Los pronósticos suelen sustentarse con cifras, con datos estadísticos, con proyecciones que dicta el comportamiento de éstos. Pues bien, tales expresiones no constituyen otra cosa que “deseos”. Sí, deseos. Deseos por que fracase el actual intento de transformar las estructuras que han rigieron la sociedad venezolana desde 1830. Y es que muchos de ellos ocuparon cargos de singular importancia durante los años estelares de la IV República, con resultados que todo el mundo conoce. Estuvieron al lado, codo a codo, cual hermanos siameses, de Miguel “paquetico” Rodríguez, Gérver Torres y Moisés Naím, y de T. Petkoff durante la odisea fúnebre de Caldera II.

Huelga mencionar la robustez del PIB a lo largo de estos años. El crecimiento del consumo de los venezolanos, restringido durante décadas, se ha desbordado de manera inusual alimentado por el incremento del ingreso. Alimentos, bebidas, vestidos, calzados, la construcción, los servicios de transporte, telecomunicaciones, educación, salud, turismo, aeronavegación, todas las variables macroeconómicas muestran signos vitales de crecimiento; allí están las cifras, revisen las estadísticas. Las ventas de vehículos, por caso, han pasado de poco menos de 400.000 entre 1998 y 2002, a 1.469.607 entre 2004 y 2008, un crecimiento del 267%. El indicador de desarrollo humano, por su parte, ha evolucionado de 0,8210 en 1990, a 0,7921 en 1994; para bajar a 0,6915 en 1998; subir a 0,7648 en 2003, y alcanzar un tope de 0,8786 en 2006, indicativo indubitable del mejoramiento de la calidad de vida de los venezolanos.

No, no estamos en un paraíso terrenal. La diatriba política, la inseguridad, muchos sectores desasistidos aún de los servicios básicos, una prensa desbordada en epítetos irrefrenables, siguen marcando la pauta en esta Venezuela de contradicciones. Los llamados al diálogo que hacen algunos opinadores de oficio no lucen sinceros. Hay serios indicios de intentos que nada tienen que ver con el ejercicio de la democracia.

El futuro inmediato tiene que ser esperanzador;  no porque los precios del petróleo den muestras de una robusta recuperación, sino porque los esfuerzos destinados a logros en la diversificación de la producción industrial, agroindustrial y manufacturera, deben comenzar a dar resultados en los próximos cuatro a seis años.

Por último, tengo que manifestar que estoy muy preocupado por el futuro a corto y mediano plazo de la industria petrolera y petroquímica, en manos de una gerencia que no quiere o no puede dar muestras de eficiencia y eficacia en el campo de la productividad. Los costos de Pdvsa se han remontado a indicadores jamás observados en el sector, al margen de los gastos en las misiones sociales. Esto,sin embargo, no implica que lo estén haciendo peor que Giusti, Espinasa y Cía. ¡Ojo, eso es caca!

Insisto, además, que me gusta la idea del cambio dual de Guerrita el vademécum. Debería, al menos, ensayarse por un período prudencial. De no existir INDEPABIS, la voracidad dolarística de la oligarquía y la boliburguesía venezolanas habrían vaciado las arcas de las reservas internacionales en una semana.

cepo39@gmail.com


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César Prieto Oberto

Profesor. Economista. Miembro de Número de la Academia de Ciencias Económicas del Estado Zulia. Candidato a Dr. en Ciencia Política.

 cepo39@gmail.com

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