La Bolsa o La Vida(*)

En la cita estudiantil del sexto encuentro «Globalización y Problemas del
Desarrollo» (La Habana, febrero 2004), usted señaló el actual cometido del
Banco Mundial (BM) y del Fondo Monetario Internacional (FMI), pero, ¿cómo
aparecieron estos en la geografía contemporánea?

El BM, junto con el FMI, fue creado tras la Conferencia de Bretton Woods.
Ese es el nombre por el que pasó a ser conocida la Conferencia Monetaria y
Financiera de las Naciones Unidas, realizada en julio de 1944 en la
localidad homónima del Estado norteamericano de New Hampshire. La
Conferencia, a la cual acudieron representantes de 44 países, fue convocada
para intentar lograr la estabilidad de las unidades monetarias y del
crédito, y, con ello, conseguir un nuevo orden económico internacional
cuando finalizara la Segunda Guerra Mundial.

Algunos confunden al BM con el Internacional para la Reconstrucción y el
Desarrollo (BIRD).

Cuando se habla del Banco mundial se está hablando de dos entidades: el BIRD
y la Asociación internacional para el desarrollo (AID). El Banco
Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo (BIRD), financia
proyectos sectoriales, públicos o privados, en especial de los países del
Tercer Mundo. También acuerda créditos concernientes a grandes esferas de
actividad como son la agricultura y la energía. La Asociación Internacional
para el Desarrollo (AID), otorga préstamos a largo plazo -entre 15 y 20
años- con bajas tasas de interés, dirigidos a los países menos
industrializados. El Grupo del Banco Mundial, entidad diferente del Banco
Mundial está compuesto, además de las dos instituciones citadas, por

a. la Corporación Financiera Internacional (CFI), gestora del
financiamiento de instituciones o empresas privadas,

b. la Agencia multilateral de garantía de las inversiones (AMGI), y

c. el Centro internacional de arreglo de diferendos relativos a las
inversiones (CIRDI).

Por extensión, y debido a ser el principal organismo de este grupo de
organizaciones, suele hablarse del BM cuando se refiere al BIRD.

Recordaba usted que el FMI nació junto con el BM.

Sí, por su origen el FMI sería el defensor del nuevo sistema de cambios
fijos. Sin embargo, a poco de caducar los acuerdos de Bretton Woods (1971),
siguió en pie, y se transformó en gendarme y bombero del capitalismo
mundial: gendarme cuando impone los programas de ajuste estructural; bombero
cuando interviene para apuntalar a un país tocado por la crisis financiera.
Su modus operandi coincide con el del BM, y considera el reparto del derecho
del voto según los aportes nacionales. Cinco Estados dominan: EE.UU. (17,35
% de voces), Japón (6,22 %), Alemania (6,08%), Francia (5,02 %), y Gran
Bretaña (5,02%). Los otros se juntan en grupos dirigidos, a su vez, por un
país. El más importante lo encabeza Bélgica, posee un 5,21% de votos y está
integrado por Austria, Bielorrusia, Eslovenia, Hungría, Luxemburgo,
Kazajstán, República Checa y Turquía. El menos trascendente lo preside
Gabón, apenas cuenta con un 1,17% de voces y reúne a Benin, Burkina Faso,
Cabo Verde, Camerún, Comores, Costa de Marfil, Chad, Malí, Guinea,
Guinea-Bissau, Guinea Ecuatorial, Madagascar, Mauricio, Togo, Mauritania,
Nigeria, República Centroafricana, República del Congo, Rwanda, Senegal,
Yibuti y Santo Tomé y Príncipe. Nótese, entre líneas, su verdadera
naturaleza...

Sucintamente, sobre el presente papel de estas dos instituciones, ¿qué
subrayaría usted?

A juzgar por el reparto antes descrito, el BM y el FMI son instrumentos en
manos de las mayores potencias industriales, con Estados Unidos al frente,
para domesticar a los gobiernos de los países de la periferia, entiéndase
del Tercer Mundo y del ex bloque socialista.

¿Domesticar?

Sí, para supeditar a aquellos gobiernos a los intereses de las
transnacionales, a los intereses de los países más desarrollados, a los
intereses de las instituciones políticas que gobiernan allí, a los intereses
de las clases capitalistas de estas potencias hegemónicas: no existe una
clase capitalista mundial homogénea, perdura un nexo de dependencia de las
clases capitalistas de los países periféricos respecto de las clases de los
centros imperialistas. El BM, de conformidad con el FMI, realiza sus
intervenciones en una perspectiva macro-económica, impone la implementación
de políticas de ajuste para equilibrar la balanza de pagos de los países
endeudados y «aconseja» a los sometidos a las terapias del FMI, el modo de
reducir los déficit presupuestarios, de movilizar el ahorro interno y de
liberar las tasas de cambio y los precios, mientras incita a los inversores
extranjeros a instalarse en el Sur.

Allende los bancos y los fondos
Usted dijo que dicho papel lo asumieron estas instituciones sobre la marcha.

Al principio el BM y el FMI regularían el sistema capitalista e impedirían
la degradación competitiva entre los países imperialistas, sirviendo al
restablecimiento de Europa y Japón luego de la Segunda Guerra Mundial, mas
el papel del BM comenzó a cambiar en los años 60, y sobre todo en 1968,
cuando Robert McNamara dimitió del cargo de Secretario de Defensa de Estados
Unidos para convertirse en su presidente, puesto en el que permaneció hasta
1981. Del mismo modo, las tareas del FMI empezaron a «crecer» a partir de
los 70, y en especial a inicios de los 80, cuando estalló la crisis de la
deuda externa del Tercer Mundo (1982). Desde entonces ambas entidades forman
un tándem perfecto: aúnan fuerzas y se complementan para disciplinar a los
países endeudados e imponerles políticas de ajuste estructural. ¿Resultados?
Estos abren sus economías a las inversiones y exportaciones de las
transnacionales, y terminan respondiendo a los intereses estratégicos,
geopolíticos, de las superpotencias.

También se refirió a las crisis que sufren ambos organismos.

Crisis de índole diversa. En los predios del BM, en la segunda mitad de los
años 90, se intentó el ensayo de políticas económicas heterodoxas, es decir,
implementación de espacios keynesianos según las fórmulas del experto
británico J. M. Keynes (1883-1946); de ahí la elección de J. E. Stiglitz
como economista-jefe (1997-1999), y de otros nombramientos reformistas. La
tentativa terminó con la salida de Stiglitz, a fines de 1999, y con la
renuncia, en junio de 2000, de Ravi Kanbur, jefe del equipo que redactaba el
Informe (del BM) sobre el Desarrollo Mundial. La crisis interna igual se dio
en las filas del FMI con el retiro, antes del término de su mandato, de M.
Camdessus, su director gerente, y ahora con el de Kenneth Rogoff, su
economista jefe, un neoliberal que dice que prefiere regresar a su
universidad y dedicarse a los estudios.

Del mismo modo, el BM y el FMI padecen crisis de legitimidad.

Estas ocurren en medios contrapuestos: una, frente a una parte de la clase
política dominante de Estados Unidos, y otra, frente a la opinión pública
mundial. Mientras un sector de aquella clase norteamericana juzga
innecesario el uso de instituciones multilaterales para dictar a otros la
línea de su gobierno -alegan que son un lujo inútil para la política
exterior yanqui, que pueden arreglárselas con acuerdos bilaterales-, en los
últimos años se sucedieron inéditas, constantes y masivas movilizaciones
contra esos organismos a lo largo y ancho del planeta.

Se trata de una nueva forma de resistencia de los pueblos contra el capital.

En ella participan diversos movimientos y organizaciones, inclusive de
países ex socialistas como la República Checa. Estuve allí en septiembre de
2000, durante la campaña contra la 55ª cumbre anual del FMI y del BM. Está
sería la primera reunión de su tipo en Europa Central y Oriental. Miles de
representantes del capital se reuniron en Praga, y a ellos nos opusimos
otros tantos manifestantes llegados de Italia, España, Grecia, Finlandia,
Bélgica... El anuncio, por parte de los mandatarios, de la clausura
anticipada de la cumbre, fue nuestra gran conquista. Debieron separarse sin
llegar a un arreglo, totalmente desmoralizados. Se reunieron en un edificio
de la época del socialismo real, en una especie de bunker que, con una
salida especial hacia el metro, les evitaba enfrentar las protestas, pero
infiltramos el subterráneo y los mantuvimos bloqueados y angustiados durante
horas entre el túnel y la plataforma. Debían arribar a otro sitio de la
ciudad para cenar y escuchar una ópera, e igual los retuvimos a la entrada
del teatro, y, por supuesto, no hubo cena ni ópera. Tres años después, en
septiembre de 2003, tendrían que reunirse en Dubai, ciudad del noreste de
los Emiratos Árabes Unidos, en la costa oriental de la península Arábiga...

Muchos se preguntan si los países pobres podrían salir adelante al margen
del BM y del FMI.

Los créditos de estas entidades no son donaciones, sino préstamos
reembolsables que hay que pagar con intereses y con la adopción de medidas.
El asunto es hallar nuevas fuentes de financiamiento. No comparto la idea de
que estos países no tienen cómo respaldar su progreso. Mediante políticas
redistributivas, a través de legislaciones tributarias, cobrándoles a los
ricos una tasa excepcional sobre su patrimonio -los ricos de Argentina,
Brasil o México amasan un caudal enorme-, podría financiarse un importante
fondo de desarrollo interno. Así se impone su intervención activa en el
comercio mundial, formando frentes de productores para aumentar los precios
al estilo de la Organización de los Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
El fomento del precio de venta, del petróleo o de otras materias primas y
productos básicos, aumentaría los ingresos por concepto de exportación, y
estos, a su vez, potenciarían el mercado interno.

Acciones, bonos, muerte, vida y amor
Usted también aconsejó el establecimiento de tasas globales a escala
internacional.

Exacto, y el paradigma es la conocida tasa Tobin, impuesto sobre las
transacciones de cambio, o sea, sobre las conversiones de moneda, propuesto
en 1927 por el economista estadounidense James Tobin para estabilizar el
sistema financiero internacional. La idea ha sido retomada por la Asociación
por una Tasa a las Transacciones Especulativas y la Acción Ciudadana (ATTAC)
y por otros movimientos empeñados en el hallazgo de alternativas, entre
ellos el CADTM, con el fin de reducir la especulación financiera y
redistribuir el beneficio del impuesto entre los más necesitados. Los
especuladores que se dedican a cambiar dólares por yenes, luego yenes por
euros, más tarde euros por dólares, y así sucesivamente, convencidos de que
esta moneda se depreciará y que aquella otra se apreciará, tendrían que
pagar una tasa mínima por cada una de esas transacciones, entre el 0,1 y el
uno por cientos. Según ATTAC, el impuesto reportaría unos 100 mil millones
de dólares anuales a escala mundial. Para justificar su rechazo, la medida
ha sido tildada de subjetiva por parte de las clases dominantes, pero el
análisis de las finanzas realizado por ATTAC y otras sociedades demuestra la
simpleza y pertinencia del gravamen.

¿Habría que pensar igual en otras tasas globales?

Se implementarían tasas sobre: uno, inversión extranjera; dos, repatriación
de ganancia; tres, emisión de dióxido de carbono... Estas permitirían
dirigir el ingreso fiscal internacional hacia fondos -para el desarrollo-
que no generan deudas externas. Se trata, insistimos, de una política
redistributiva mundial en favor de los países de la periferia, como
desagravio por los cinco siglos de pillaje a los que han sido sometidos por
parte de metrópolis e imperios. El dominio de los actuales centros
imperialistas sobre las naciones llegó a consolidarse a consecuencia de la
explotación del proletariado de sus países respectivos, pero también, y
fundamentalmente, por efecto del saqueo de la periferia: ahí está el origen
del capital. Podemos renunciar a los créditos del BM y del FMI y practicar
políticas dibujadas por los gobiernos del Sur, conforme a los acuerdos
Sur-Sur, y respetando acuerdos internacionales factibles sobre tasas
globales, intervención activa en el comercio mundial y otras iniciativas.

¿Entonces otro mundo es posible?

Es verosímil la forja de un modelo alternativo coherente, signado por una
política de cambios sociales en beneficio de los pobres, de redistribución
de riquezas, que juzgue como prioritarios los temas agrícolas y de
sustitución de importaciones. Pero son las fuerzas sociales las que,
movilizándose, pueden darle un sustento real.

En los últimos años Latinoamérica mostró una gran capacidad de resistencia
al neoliberalismo.

Las resistencias son más fuertes que hace 10 ó 15 años. Además de la lucha
del pueblo de Cuba, de las jornadas vividas por Argentina desde diciembre de
2001, y del combate de Venezuela, un ejemplo magnífico es Bolivia y la
aptitud de su ciudadanía para reiniciar un ciclo de lucha y recuperar el
control sobre sus recursos naturales. Esa capacidad fue probada en abril de
2000 con la honrosa batalla de Cochabamba contra la privatización del agua,
y, entre septiembre y octubre de 2003, con la sostenida por todo el país
contra la venta de gas natural a Estados Unidos. A medio siglo de la
nacionalización de las minas y del decreto del monopolio público sobre la
exportación del estaño (1952), y luego de dos décadas de una ofensiva
neoliberal que privatizó y puso en manos foráneas, en connivencia con la
burguesía nacional, servicios públicos y recursos naturales, una vez más
Bolivia nos señala el camino.

La presentación en La Habana de su libro La bolsa o la vida: las finanzas
contra los pueblos, nos recordó un antiguo proverbio: «Quien lleva algo en
el saco para ofrecer al ladrón, salvará su pellejo.» El trato con los
demandantes financieros, ¿aconseja admitir la sugerencia?

En verdad los acreedores internacionales no nos permiten elegir entre una y
otra cosa, no nos dan opción entre la bolsa o la vida, sino que nos toman la
bolsa y la vida, y es preciso rechazar esa amenaza. Pero detrás del título
subyace otra esencia: el deber de escoger entre la vida y la bolsa, ese
mercado en el que se efectúan operaciones mercantiles y financieras con
valores mobiliarios, acciones, bonos... Aquí sí debemos votar una de dos, y
optar por la vida, contra una bolsa de lógica mortal, contra una bolsa de
cifras, contra una bolsa que sube cuando miles de trabajadores son
despedidos y Estados Unidos invade Iraq. Siendo esta una lógica mortífera,
debemos preferir la vida y negarnos a la bolsa de valor.

(*) Eric Toussaint, "La Bolsa o la Vida. Las Finanzas contra los pueblos",
Editorial Ciencias Sociales de Cuba, La Habana, 2003, 395p. ISBN
959-06-0620-2




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Eric Toussaint, entrevista por Hilario Rosete S. de la Revista Cubana Alma Mater


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