Detrás de la epidemia de miedo

Tengo una cuñada de visita laboral en México. Es consultora organizacional y se fue por un par de semanas, cuando ya era noticia global la “gripe porcina” en los predios de Emiliano Zapata. Aquí, en los de Simón Bolívar, dejó a la familia sumida en la preocupación.

—Tranquilos, que voy a estar encerrada en una oficina. Segurito ni tiempo me da para conocer las pirámides.

La cosa fue poniéndose peor, a medida que aumentaba el número de casos detectados y fallecimientos por “gripe porcina” o “gripe norteamericana”, como sugiere denominarla la Organización Mundial de la Salud.

La TV y los periódicos muestran imágenes de fin de mundo. Monjas y militares con mascarillas propias de cirujanos y enfermeras de quirófano. Lo mismo los transeúntes. Como en una película de Orson Wells, pero a colores y tomada de la vida misma.

Cuando elevaron el nivel de alerta en México, mi suegra se entregó al desconsuelo. Por teléfono imploró a su hija:

—Mijita, vente ya. Antes de que no dejen salir a nadie de allá.

Ese día invité a mi programa de radio al doctor Waldo Revelo, especialista en salud pública, quien ha sido jefe de la cátedra respectiva en la Escuela Vargas de la Facultad de Medicina de la UCV y consultor de la Organización Panamericana de la Salud, la Unicef y el PNUD.

Le pregunté sobre ese escenario hollywoodesco, pero verosímil para los legos: una cuarentena nacional, que impida a los mexicanos y sus visitantes salir de sus fronteras.

—Eso nunca ha sucedido, al menos en la historia contemporánea.

 Mi suegra debió respirar un poco más aliviada, aunque, en rigor, no lo estará hasta que tenga su muchacha de vuelta y compruebe que no está fañosa ni estornudando. ¡Zape, virus! 

El mensaje del doctor Revelo fue, en ese y otros aspectos, tranquilizador:

—No hay razones para el pánico.

Ni siquiera para andar poniéndose mascarillas, a miles de kilómetros de distancia del foco epidémico, como algunos pretenden promover.

Explicó con serenidad las medidas de control epidemiológico sobre pasajeros que ingresen al país con síntomas de gripe, procedentes de México o EEUU, así como las medidas de aislamiento básico para impedir la eventual propagación del virus.

Además de datos como teléfono y dirección de la persona, se le toman muestras de secreciones para determinar, mediante laboratorio, si trajo algún virus y, en caso positivo, las autoridades lo contactarán, a él y a su entorno inmediato, para mantenerlos bajo control médico.

 El doctor Revelo avaló la actuación de las autoridades venezolanas frente al fenómeno, que según dijo se ajusta a los protocolos de la OMS y la OPS.

Conflicto en la radio

Un rollo se armó cuando abrimos el teléfono para oir a las usuarias y usuarios de Jazz 95.5 FM y el Circuito Triple F

Jenny Martínez, médica de La Boyera, llamó para traer a debate la recuperación de la cotización de las acciones de los laboratorios farmacéuticos, como consecuencia del pánico porcino.

Aludió algo que está dando la vuelta al mundo: Donald Rumsfeld, ex secretario de Defensa de EEUU en tiempos de Bush, fue presidente de Gilead Sciencies, inventora de Tamiflu, una vacuna contra la influenza, que la transnacional Roche ha puesto a disposición de la OMS y México , a pesar de no ser específica para la variante porcina.

Martínez recordó antecedentes de guerra bacteriológica y puso de ejemplo el dengue hemorrágico con que EEUU bombardeó a Cuba.

El doctor Revelo confirmó las ganancias que fenómenos como el de la “gripe porcina” generan a las farmacéuticas, al tiempo que recordó denuncias ventiladas en Europa cuando la “gripe aviar”, que es mamá de la “porcina”. Prudente, acotó, empero, que no está demostrado que ellas hayan creado el virus.

El conflicto estalló cuando Carlos Silva llamó desde Caricuao para recriminar a Martínez por su llamada —y a mí por no haberla callado—, despachándola como “una loca”.

—No sé qué tienen los chavistas en la cabeza. Por todo le echan la culpa al imperio.

—Lo mismo que tiene usted en la suya.

La hipersensibilidad política desvió el curso del programa.

Luis Carreño llamó desde Valencia para atribuir a Globovisión la “disociación” de Silva y le pidió al presidente Chávez que cierre ese canal. Le reclamó:

—¿Hasta cuándo vamos a seguir con eso, papito?

Antrax demodé

 Costó un poco retomar el tema central de la entrevista, pero ésta llegó a feliz término, gracias a la serenidad de Revelo y de la gente que siguió llamando.

Después me quedé hablando con el especialista y recordamos el pánico que se desató, en el año 2001, alrededor del “ántrax”.

La gente tenía miedo de abrir sobres de correo, pues podían contener el maligno polvo blanco con el cual “los terroristas” atacaban al “mundo occidental”.

Por esos días, un periodista venezolano de TV apareció en cámara mientras se prestaba para que los bomberos lo bañaran, vestido, con una de sus gruesas mangueras, pues había tocado un sobre “sospechoso”.

Nunca se supo qué tanto de verdad y qué tanto de mentira hubo detrás de aquella epidemia de miedo.

Los  “terroristas” dejaron de mandar cartas o quién sabe qué sucedió, pero esa moda pasó y, al poco tiempo, ya nadie se acordaba del “ántrax”. Todo el mundo se reconcilió con su correspondencia y ningún otro periodista apareció prestándose al show.

Revelo me recordó el libro de un periodista español, llamado Miguel Jara, quien ha escudriñado en el “marketing del miedo” por parte de los laboratorios.

Miguel Jara es autor de Traficantes de salud. Cómo nos venden medicamentos peligrosos y juegan con la enfermedad  (Icaria Editorial, 2007), y estuvo hace un tiempo en Caracas. En su página: http://migueljara.wordpress.com, colgó una entrevista que le hice en aquella ocasión.

Sobre el tema también escribió un libro el periodista australiano Ray Moynihan: Vendiendo enfermedades (2005), que empieza así:

“Hace treinta años Henry Gadsden, director entonces de la compañía farmacéutica Merck, hizo unos comentarios sorprendentes y, en cierto modo, candorosos a la revista Fortune. Dijo que su sueño era producir medicamentos para las personas sanas y así vender a todo el mundo. Aquel sueño se ha convertido en el motor de una imparable maquinaria comercial manejada por las industrias más rentables del planeta”.

De su lado, Jörg Blech escribió Los inventores de enfermedades (Editorial Destino, 2005), donde describe cómo “la industria farmacéutica nos manipula y hace todo lo posible por convertirnos sistemáticamente en pacientes”.

Sea cual sea el origen de esta “gripe porcina”, lo cierto es que cada vez es mayor la desconfianza hacia las transnacionales del medicamento.

El director del diario Excélsior de México, Pascal Beltrán del Río, escribió  un artículo titulado “Tamilflu, Rumsfeld y la gripe porcina”, donde pide prudencia y transparencia a las autoridades en las decisiones frente a la gripe bautizada con el gentilicio de su país.

Recordó que la revista Fortune dedicó una nota a Donald Rumsfeld:

“Él fue presidente de Gilead entre 1997 y 2001, antes de formar parte del gabinete del presidente George W. Bush. En el momento de la publicación, Fortune estimó que el valor de las acciones de Rumsfeld podían alcanzar los 25 millones de dólares y que la demanda internacional de Tamilflu que se dio en 2005 había engrosado los bolsillos del secretario en un millón de dólares”.

No es cuestión, pues, de chavismo-antichavismo. Sino del mundo en que vivimos. ¡Salud a todos!


columnacontralacorriente@yahoo.es



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Ernesto Villegas Poljak

Periodista. Ministro del Poder Popular para la Comunicación e Información.

 @VillegasPoljakE

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