El pueblo enseña

Hace algún tiempo redacté el artículo que a continuación transcribo con algunas ligeras modificaciones. Al observar con detenimiento los valiosos testimonios documentales sobre lo realmente ocurrido esos días de abril de 2002, me parece oportuno publicarlo nuevamente. Es mi pequeño homenaje a ese pueblo, digno heredero de los venezolanos que dieron sus vidas por la independencia de Venezuela y demás países suramericanos.

El proceso que vivimos en el país, nos revela la importancia que tiene el pueblo-pueblo en el crecimiento y desarrollo cultural, moral, social y económico de un país.

Es el pueblo llano, el siempre excluido, el que nos enseña cuál es el camino a seguir.

Ya lo hizo en 1989, aquel 27 de febrero. Lo reafirmó con creces los días 11 al 13 de abril de 2002, cuando no permitió que se interrumpiera este proceso político, por voluntad de factores de poder de los grupos económicos dominantes externos e internos. El que tenga ojos para ver que vea. El que quiera desmenuzar el mensaje que brota de los hechos que lo haga.

El que quiera vivir engañado que se quede encerrado en su cúpula de cristal, en sus lujos y comodidades, y no se atreva a palpar el bullir intenso y permanente del pueblo. Puede quedarse con la sesgada y limitada información que recibe de medios de comunicación privados en manos de representantes de los sectores dominantes que lo encerrarán en una realidad virtual que le hace ver sólo lo que quiere ver y no lo que realmente está ocurriendo. Como quedó demostrado con la manipulación y la tergiversación de los hechos ocurridos en ese mes de abril.

Ni las clases medias ni altas, ni los intelectuales y profesionales, pueden decirle hoy a ese pueblo que su beneficio está en aquél sistema político y económico que favorezca a los que siempre se han enriquecido a su costa. No pueden convencerlo, por más retórica retorcida, que lo que beneficia a los ricos los beneficia a ellos. No pueden engañarlo con el cuento de que si hay abundancia arriba les llegarán también beneficios a ellos. O que acepten resignados que nuestro destino es ser dependientes de la gran potencia del norte y sólo así algún día saldremos adelante. O que nuestra sumisión ante los poderosos nos granjeará el paraíso.

La paciencia del pueblo se agotó. Y nos enseña a todos con un mensaje claro y transparente de que no va a dejarse embaucar de nuevo.

Por ello es ese pueblo el que nos enseña y debemos seguir con detalle sus claros mensajes para que no nos equivoquemos.

No hay élites políticas, económicas o religiosas por más ilustradas que sean a las cuales seguir, hay que seguir al pueblo siempre excluido y marginado, hay que seguir ese sendero que se va abriendo por toda nuestra América, orientando nuestros pasos hacia un horizonte distinto y abierto, hacia un amanecer luminoso para todos.

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Manuel Feo La Cruz P.


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