¿Dialogar con quién?

Este domingo pasado, 05 de abril de 2009, José Vicente Rangel dando a conocer los datos de la encuestadora señala que:

“a) A la pregunta sobre la posibilidad (deliberadamente subrayo la palabra) de que haya diálogo, entre gobierno y oposición, para llegar a acuerdos acerca de los problemas del país: es posible 55,1%; es difícil 26,6%; es imposible 16,2%; NS/NR, 2,2%; b) Sobre la necesidad (también subrayo la palabra) de un diálogo, entre gobierno y oposición, para solucionar los problemas del país: es necesario 87,9%; no hace falta 10,5%; NS/NR 1,6%”

Sabemos que José Vicente Rangel es un convencido del diálogo con la oposición, actitud que ha mantenido a lo largo del tiempo. Por el mismo Rangel, conocemos que el Presidente Chávez, en diversas oportunidades, ha tenido la disposición de dialogar con la oposición. Sin embargo, ningún diálogo ha sido posible.

Por otra parte, Vladimir Acosta reiteradamente ha señalado “que la derecha gobierna sola”. Esta afirmación es corroborada por el «Decreto de Carmona Estanga». Dicho documento, que forma parte de la historia política de Venezuela, contiene expresamente lo que la Derecha quiere; esto es, la erradicación de la Quinta República, con todo lo que este proyecto político contiene.

De allí la pregunta ¿Dialogar con quién?

Cuando se plantea la posibilidad de dialogar con la oposición, me da la impresión que la mayoría de los venezolanos, o mejor dicho chavistas, puede caer en un simplismo político. Dijo simplismo político, por cuanto se puede que pensar que la oposición es sólo oposición política, la cual está representada por un conjunto de partidos políticos. No obstante, la oposición, contra Chávez y sus partidarios, es política, social-cultural —fundada ésta en el racismo y la exclusión—, industrial, económica, religiosa, educativa, comercial y otros modos más de oposición; algunos modos, bien sabemos, están en el exterior de la República. Es decir, que la oposición es un conjunto más complejo, porque va más allá de unos cuantos políticos que aparecen en televisión.

En este conjunto diverso que es la oposición, el «Decreto Carmona Estanga» es un documento que patentiza la aspiración de quién o quienes, en realidad, son dueños de la oposición. Esos que el Presidente llama oligarcas. Y que muchos simpatizantes de Un Nuevo Tiempo, Primero Justicia, Acción Democrática… asumen para sí. Estos dueños del circo, no los payasos, “gobiernan solos”. No dialogan. Por ello, el «Decreto Carmona Estanga» es la expresión de toda una concepción política, y no la manifestación apresurada de un día de abril del 2002. Este decreto es muy importante porque él contiene toda la concepción conservadora del Estado en Venezuela. Es un documento que hay que estudiar de manera muy seria, por las consideraciones que él contiene; el mismo no es un documento escrito a la ligera.

Entonces, ¿dialogar con quién?

Bien se sabe, aunque muchos mantienen la tesis de la polaridad, que en lo político Venezuela está dividida en tres segmentos o sectores. Asumo los datos del CNE. Una parte mayoritaria vota por Chávez y el PSUV; otra por la oposición política al chavismo; y otra no vota. Esta última, aunque no vota, forma parte de la dinámica de la República. ¿Será con este sector con el que hay que dialogar? ¿Está el mismo dispuesto a dialogar con el gobierno? Interlocutor válido es.

Sin embargo, este sector no es el que se considera de oposición.

La oposición política quiere dialogar, siempre y cuando, el Presidente renuncié y se vaya del país. La oposición industrial quiere dialogar, siempre y cuando, el Presidente asuma plenamente el modelo liberal y el libre comercio. La oposición religiosa quiere dialogar sólo en la medida que la iglesia católica tenga el monopolio de culto y de la educación en Venezuela. La oposición socio-cultural dialogará sí todos los monos y niches abandonan el gobierno y les devuelven las instituciones culturales.

A lo anterior se objetará que existe la encuesta, ésta es un dato cierto. Eso es cierto. Podemos especular. Primero, será que en público asumen la posición de un pensamiento amplio, pero en privado no. Una pose. Segundo, la encuesta es realizada a personas comunes, no a los Amos del Valle. Tal vez éstos últimos también guarden una pose, aunque por dentro digan: reconóceme como tu superior y luego te ordeno (En esto consiste su dialogar).

Es indudable que los venezolanos quisieran vivir en ambiente político más tranquilo. ¿Pero qué quiere decir más tranquilo? ¿Indiferente acaso? ¿Qué otros, aparentemente, les resuelvan sus problemas ciudadanos?

La propuesta de dialogo suena esperanzadora, e incluso es una buena idea. Pero, en última instancia ¿Qué quiere decir dialogar? ¿Significa lo mismo para todas las partes? Pues, sabemos que en Venezuela están enfrentados dos modelos políticos. La oposición pretende un Estado liberal, que es opuesto al modelo socialista de la Quinta República. Con respecto al Estado liberal, Norberto Bobbio señala: “Un Estado liberal no es por fuerza democrático: más aún, históricamente se realiza en sociedades en las cuales la participación en el gobierno está muy restringida, limitada a las clases pudientes” (Norberto Bobbio. Liberalismo y Democracia, Breviario 476, México, Fondo de Cultura Económica, 1997, p. 7) Además, el Estado liberal “se vuelve defensor de la democracia cuando el adversario que debe impugnar es el socialismo” (obra citada, p. 67) El liberalismo como defensor de la democracia hace del derecho al voto una pura apariencia. “Únicamente —indica Norberto Bobbio, p. 92— la democracia socialista permitirá la participación popular también en la toma de decisiones económicas que en una sociedad capitalista son tomadas autocráticamente”.

La problemática del dialogo en Venezuela se centra no en el dialogo mismo, sino en ¿Con quién dialogar? ¿Con quién o con que sector de la oposición dialogar? ¿Quién de la oposición quiere dialogar y no imponer su criterio? De allí, la imposibilidad del dialogo. Ya que se dialoga con alguien, no con una entelequia.


coasfi@yahoo.es


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Obed Delfín


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