Manuela la mujer (XVI)

Bolívar se propone una nueva estrategia y envía dos emisarios con el propósito firme de conciliar y reducir a Riva Agüero por la vía pacifica, pero este peruano tenia sus propios planes, experto en traiciones muestra una cara de complacencia y le manifiesta a los emisarios que es necesario para llegar a los acuerdos que estos vengan solicitados por escrito y firmados directamente por el mismo Bolívar, mientras el ex presidente Agüero trabaja secretamente con los españoles.

El regreso de los emisarios a Lima, coinciden con la llegada del general Sucre, quien ha dejado el Sur y viene a trazar nuevos planes con su jefe para proyectar las tácticas de la nueva campaña. Sucre visita a Manuela, conversan, él la respetó como a la legítima esposa del Libertador y su trato fue de excelentes amigos, confidente, compañera de campañas militares y es de resaltar que estos dos seres, fueron únicos en lealtad y comprensión para con el que consideraron el líder máximo de la causa de la liberación americana. En esta entrevista Manuela le manifiesta a Sucre su decisión definitiva en abandonar para siempre a su marido y el propósito que ya trabajaba, como era, el de participar directamente en la lucha por la emancipación. Su corazón femenino latía solo por un hombre y ese era Bolívar y su temple de patriota era el de una voluntad invencible para la causa bolivariana.

Sucre recibe informaciones secretas de Manuela y cuando parte hacia el Norte para establecer su cuartel general en el pueblo cordillerano de Huylas, logra interceptar comunicaciones secretas entre los españoles y Riva Agüero y descubre los planes traicioneros del peruano, quien de inmediato pone en conocimiento de su jefe. Bolívar activa inmediatamente un plan y exige a los delegados del ex presidente, La Fuente y Castilla, mantener el acuerdo conversado y escrito, quienes viajan a la ciudad de Trujillo apresan al traidor y a sus ministros y los trasladan a Guayaquil, donde posteriormente los destierran a México. Decide el Libertador viajar también al Norte para actuar con energía e impedir la traición de Riva Agüero. Sofocada por completo esta acción regresa a Lima. Es el 3 de enero de 1824, el Congreso lo felicita con extraordinario fervor, pues ha impedido una desastrosa guerra civil y la entrega de lo que quedaba de los realistas. Bolívar declara con energía y firmeza, “la causa se compromete seriamente con la libertad del Perú. Las fuerzas enemigas son poderosas y bien disciplinadas. Necesito auxilio de Colombia, sin ellos será imposible la causa”.

Por otra parte los ejércitos peruanos y argentinos adolecían de disciplina, no se les pagaba a los primeros y los segundos eran reclutas sin moral. “Parecían montoneras”. ¿Por qué no se corregían estas peligrosas irregularidades?

Resultó que Torre Tagle también era experto conspirador y lo hacia desde la presidencia contra los colombianos preparando una traición semejante a la de Riva Agüero. Ofrecía la entrega del Callao a Canterac por medio de su ministro de guerra, el tristemente afamado Juan Berindoaga. Canterac convencido de este triunfo sonreía de placer. La Serna aprobaba y favorecía con astucia estas acciones, en las que no podía cimentarse sino el restablecimiento pleno del poderío realista.

Por otra parte, Bolívar tenia que aguardar de cinco a seis meses para que llegasen sus tropas leales, consciente de estos terribles problemas, acciona una campaña de distracción para con el enemigo, lo entretiene hábilmente. Previamente despacha a Berindoaga como comisionado especial en el cargo de obtener de los españoles una tregua de seis meses, pero a la vez, Berindoaga lleva instrucciones secretas de Torre Tagla para pactar con Canterac, en contra de Bolívar. A su regreso el comisionado informa que no fue aceptada la tregua propuesta pero si a logrado estipular la traición contra la causa libertaria del Perú.

El Libertador no espera, prosigue de nuevo hacia el Norte, se detiene en Pativilca, allí cae gravemente enfermo. Manuela se ha quedado en Lima, trabajaba arduamente obteniendo informaciones, vigilando la retaguardia para comunicar minuciosamente todo cuanto obtenía y descubría. En ese momento ella era para Bolívar la única esperanza en Lima.

(Continuará)

vrodriguez297@hotmail.com




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Víctor J. Rodríguez Calderón


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