El superhéroe de la SIP

Clark Kent, a la sazón Superman cuando Luisa Lane se hace la bizca, dejó de ser el héroe de la Sociedad Interamericana de Prensa, el cartel mediático que tuvo su embrión en la mafiosa Asociación Norteamericana de Diarios e hizo su debut en La Habana de Fulgencio Batista, el dictador favorito de los gringos cuando Cuba era el  burdel del Caribe, ay niña Isabel.

 En el siglo XXI, el aburrido reportero de El Planeta, ha sido sustituido por Hugo Chávez, una obsesión insuperable de todos los “padrinos” de la SIP. Ya nadie se acuerda del hombre de acero que, en su versión terrícola, era el paradigma del periodismo estadounidense.

 El cartel empresarial de medios impresos, aunque ahora se cuelan allí magnates de radio y televisión, desde 1999 realiza sus convenciones solamente para intercambiar opiniones sobre Hugo Rafael Chávez Frías y refrendar el documento de condena a Venezuela, algo que ya forma parte de las tradiciones de la SIP.

 En la última convención de medio año, una reunión inventada para que Chávez no se les vuelva muy lejano, por un momento los pichones de William Randolph Hearts, se olvidaron de Venezuela y su presidente, y se fueron de las greñas entre sí. El dueño de Globovisión fue allá con el chisme de que Venevisión se vendió al gobierno. Este canal ripostó denunciando lo bajo en que ha caído periodísticamente su denunciante. El director del debate, incómodo, recordó que el punto de la agenda era Hugo Chávez y Venezuela. Por tanto, la escaramuza entre pares radioeléctricos estaba fuera de orden. “El tema es Chávez desde 1998”, recordó molesto y llamó al botón. 

 La convención retornó a su carril y la emprendió contra su blanco favorito: Hugo. El problema es que las obsesiones terminan convirtiendo en héroe al objetivo de sus odios, pues como bien lo asentara el sufrido Julio Jaramillo, el rencor hiere menos que el olvido. Los teóricos de la SIP advirtieron con descarada originalidad que un fantasma recorre a la América Latina, el fantasma del chavismo, no ve.

 La SIP acusa a Chávez de haber engatusado a medio mundo, al punto de que “los gobiernos populistas siguen los dictados del presidente venezolano” y cerraron filas en lo que denominaron “alianza antimediática”. Como prueba del poder que sobre sus colegas ejerce peligrosamente el “autócrata”, revelaron con alarma:

 “Su retórica incendiaria –del presidente Chávez-  ha sido adoptada por otros jefes de Estado del hemisferio como Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, Daniel Ortega en Nicaragua, Manuel Zelaya en Honduras, Álvaro Uribe en Colombia, Oscar Arias en Costa Rica, Álvaro Colom en Guatemala e Inacio Lula de Silva en Brasil”.

El documento olvida a Cristina Kirchner en Argentina y todavía no había ganado Mauricio Funes en El Salvador. No hay dudas de que quien ejerce tal influencia sobre todos estos presidentes, es un superman sin kriptonita a la vista, un superhéroe del siglo XXI. Dicho con titular de opera-rock, un Hugo Chávez Super Star.

 ¿Quién creó a ese superhéroe que no deja en paz a los buenos espíritus de la SIP? Lo hizo  nada menos que el propio cartel de la comunicación, cuyos medios en toda América alimentan el mito. En un continente que con el triunfo de FMLN en El Salvador se torna rojo-rojito, ¿existe alguna fórmula para curar a las almas de la SIP de esta obsesión?  No existe esa fórmula porque cuando los  carteles se fabrican un héroe, en esta caso un superhéroe, mantenerlo vivo forma parte de la obsesión. 


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Earle Herrera

Profesor de Comunicación Social en la UCV y diputado a la Asamblea Nacional por el PSUV. Destacado como cuentista y poeta. Galardonado en cuatro ocasiones con el Premio Nacional de Periodismo, así como el Premio Municipal de Literatura del Distrito Federal (mención Poesía) y el Premio Conac de Narrativa. Conductor del programa de TV "El Kisoco Veráz".

 earlejh@hotmail.com

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