Ese Magistrado


Esa decisión no se atreve a tomarla ese magistrado sin saber que tiene detrás de él respaldo de fuerzas. Esa decisión va acompañada de un vigoroso poder que lo alienta. Estimo que detrás de esa decisión está, en el plano nacional, el poder económico de la ultraderecha reaccionaria y, en el plano internacional, la desestabilización de la CIA. Sin ese apoyo este magistrado no se va a echar encima "ese cacho de agua". Es que la decisión constituye un acto de provocación. Cuando el magistrado se atreve a retar al TSJ, al gobierno y al mismo pueblo, harto de componendas desestabilizadoras, es porque la meta que busca tiene un fin preestablecido. Para el magistrado que juega a la aniquilación del Proceso Revolucionario, está claro que el plan general de la oposición para salir del Presidente Chávez ya tomó su ruta y no se puede parar. El reto del magistrado es parte de la secuencia de pasos contenidos en ese conjunto de acciones conspirativas (Guarimba I, Derechos Humanos, TSJ, Gurimba II y Paramilitares) para provocar la intervención directa de los EE.UU. La decisión de ese magistrado está orientada a que el gobierno se salga de los parámetros constitucionales. Y así, darle pie a los halcones venezolanos de invocar la Carta Democrática Interamericana. Hecho que llevaría al Presidente Bush a propinar el zarpazo final por medio del Plan Colombia.

La decisión de ese magistrado no es para favorecer la voluntad de los venezolanos. Esa no es su intención. Los planificadores de la conspiración pueden dejar de echarle leña al fuego y sus ejecutores tienen que agarrarse de lo que aguantan en sus manos. ¿Iba a perder esta oportunidad ese magistrado que sabe lo que implica una decisión de esa naturaleza? Si fuera realmente juez y su conciencia estuviese inspirada en la buena voluntad esa decisión no se toma.

Por lo tanto, lo que queda es seguir en la lucha imperecedera. El gobierno que hilar muy fino. No salirse jamás del marco constitucional. Meditar con precisión todos los pasos que se deben dar dentro de la más sabia interpretación del ordenamiento jurídico. No conformarse con la visión de una sola parte de sus asesores. Tiene que escuchar otras conclusiones de otros expertos, bien intencionados y lúcidos ideológicamente, para que la
acción de en la diana del blanco.


Los partidos y grupos políticos que protagonizan la escena de la coalición del Proceso tienen que ilustrar su discurso, estandarizar los conceptos a emitir, elevar el nivel intelectual en sus manifestaciones ante los medios de comunicación y, muy importante, darle direccionalidad al pueblo que espera ser conducido. No hay que mostrar agresión, ni desconcierto, ni gritos revestidos de incongruencia. Los representantes de estas organizaciones deben tener reuniones de coordinación previamente a la realización de eventos masivos o concentraciones puntuales. Tienen que estudiar, planificar y practicar los mensajes a emitir. Hay que erradicar en este momento crítico, cuando está juego la continuidad del Presidente Chávez y del Proceso Bolivariano, el protagonismo y la escenificación de roles estelares. Quien hable en cualquier medio y por cualquier vía debe tener un entrenamiento previo. No se puede seguir improvisando y, menos aún, improvisar mal.


Al pueblo soberano, al pueblo militante del Proceso Revolucionario, le queda continuar labrando su futuro. No puede irrumpir en desbandada y hacer brotar irracionalmente su pena. La formación política y la difusión ideológica debe ser el camino a seguir. Los planes de contingencia, resultado su conciencia, solo se aplicarán cuando las circunstancias extremas de la escalada opositora y de intervención internacional este próxima a ocurrir. Y en ese caso, sólo el Presidente de la República como líder del Proceso, será quien indicará el cómo y el cuando actuar en colectivo.

El Plan de la desestabilización está activado. Pero eso no nos puede desmoralizar. Ese magistrado, así como ayer fue Milos Alcalay, es componente de la conspiración contrarrevolucionaria. No obstante, a pesar de los inmensos recursos logísticos y los voceros de considerable envergadura de la oposición reaccionaria, el gobierno conoce al pelo toda su intencionalidad. Por eso hay que confiar en el Presidente y en los organismos que están desmontando la conspiración. No podemos vacilar ni mucho menos ser portador del correaje de los rumores. No hay que dudar de la buena voluntad que nos acompaña ni de nuestra búsqueda final que es el Bien Común. De tal manera, aunque exista ese magistrado y miles más igual a él, a paso de vencedores la Revolución triunfará.


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William E. Izarra

Oficial de las FANB, retirado como Comandante (Teniente Coronel) de la Aviación Militar. Siendo oficial activo logró realizar estudios en todos los niveles académicos del saber universitario obteniendo su título como Licenciado en Educación (UCV); Maestría en Planificación (Harvard University) y Doctorado en Ciencias del Desarrollo (Cendes, UCV). Ha sido miembro del MBR-200, MVR, PSUV, Director Nacional de Ideología del Comando Maisanta, Colectivo Democracia Directa y creador del Centro de Formación Ideológica (CFI). Ha ocupado algunos cargos dentro del Gobierno Bolivariano Revolucionario bajo el mandato de Hugo Chávez Frías, siendo unos de los más relevantes el de Vice-Ministro de Relaciones Exteriores para Asia, Oceanía y Medio Oriente. Ha escrito una serie de folletos y libros para la compresión de los valores y principios socialistas.

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