¿Que hacemos con nuestra justicia?

Una vez más, podemos afirmar que la historia vuelve a repetirse. Quizás los hechos en esta ocasión sean de más o de menor tenor, aunque parece que ahora tenemos de nuevo acompañamiento paramilitar colombiano. ¿Qué podríamos preguntarle a Don Varito? ¿Posiblemente ya se le preguntó, quien sabe?

Si mis ojos me permiten ver y mis oídos oír, puedo afirmar sin lugar a dudas que existe un intento fuerte de desestabilización del país y un nuevo atentado contra todos los logros obtenidos por nuestro pueblo en estos diez años de gobierno revolucionario. El Imperio trabaja y no por el gusto viene manipulando desde hace tiempo la opinión pública mundial contra Venezuela. ¿Cuál es su objetivo final?

Todos sabemos quienes son los protagonistas y nadie sabe quien será el que le ponga el cascabel al gato. La pregunta de las cien mil lochas: ¿Se podrá dominar la impunidad y castigar al culpable?

El ciudadano común, quien es el que realmente padece en estas anomalías políticas, se pregunta: ¿Hasta cuando nos tenemos que calar esta posición irracional de unos cuantos disociados mentales? No es posible que aquellos que atentan descaradamente contra el Estado y sus instituciones, se paseen libre y holgadamente a lo largo y ancho de nuestro territorio nacional conspirando abiertamente y sin temor a ser castigados por la ley.

Desgraciadamente, hay una impunidad permanente que raya en los límites de la tolerancia permisible. Ya basta!!

La realidad es que esa impunidad permanente ha sido ocasionada por la propia estructura gubernamental que tenemos; si ha sido por negligencia, temor, corrupción, exceso de permisibilidad o complacencia, no lo se. Lo que si se es que esa impunidad existe y no se ha atacado nunca como debe ser, es decir: con autoridad suficiente.

Hoy vemos con perplejidad como la justicia se hace benigna ante la actitud de esos piromaniacos que incendian el Ávila o agreden abiertamente a las autoridades del estado, cuando en lugar de ser detenidos para ser juzgados, más bien se les permite la aplicación legal de una medida cautelar por su conducta. Será que estos niños de bien, tienen dinero suficiente para comprar la justicia. Que tal si “esos muchachos” provenían de las clases más humildes de nuestra bella sociedad. Apuesto fuertes a centavos de que ya estuvieran presos y bien castigados por atentar contra el Sistema ecológico de la ciudad, contra ese pulmón natural que aún le queda a Caracas y mucho más, a nivel internacional, serían considerados como entes causantes del efecto invernadero que atenta contra toda la humanidad. ¿Quién sabe cual sería la magnitud del juicio y de la pena?

En fin, me imagino que la pena sería horrorosa y todos diríamos que es bien merecida, sobre todo la bendita Iglesia Católica que es tan justa e infalible en sus santas consideraciones.

¿Que tal si dentro del paquete habilitante se hubiese incluido la modalidad de someter a consideración de la Asamblea Nacional la continuidad o no en sus funciones, a los miembros del poder público y a los del Tribunal Supremo de Justicia por un período determinado?

Una medida tan valida, democrática y constitucional como lo es la enmienda constitucional que hoy tanto se discute cuando es tan simple y justa que no amerita tanta explicación. Sólo la mente oposicionista y enferma hace que lo fácil se haga tan complicado para los desubicados. Diría algún connotado líder político de oposición: “He allí la grandeza de la disociación psíquica”

Pues bien, creo que la Asamblea Legislativa de este, nuestro querido país, aún está a tiempo de impedir las tantas aberraciones judiciales que hoy se presentan, si se permite analizar esa posibilidad de premiar o destituir por un nuevo período, (tendría que someterse a discusión el tiempo que define al período), a estos funcionarios del estado venezolano. En especial consideraría a los magistrados del TSJ y a los jueces de la Fiscalía General de la República incluyendo por supuesto a la Fiscal General.

Señores la democracia es para todos y no pueden haber privilegios ni privilegiados. Unos limitados y otros sin limitaciones dentro de sus funciones llegando incluso a ser vitalicios como el papa de la Roma. Si no hay un control efectivo por parte de las instituciones llamadas a ese fin, la democracia revolucionaria y participativa se desmorona como el azúcar en un vaso de agua y luego... luego a llorar al valle.


alexriver870@hotmail.com


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Alex Rivero


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