Lleno hoy el más triste deber

Bolívar en los días finales del mes Noviembre sale de Bogotá hacia Cartagena y se embarca en esta ciudad en el buque MANUEL y llega el 1º de Diciembre de 1.830 al puerto de Santa Marta, allí se aloja, primero, en la Casa de la Aduana, y el 6 de Diciembre se muda a la casa cedida por el español Joaquín de Mier en la Hacienda de San Pedro Alejandrino; a pocos kilómetros de Santa Marta. Es en la noche del 10, en plena facultad mental y extraordinaria lucidez, que Bolívar dicta su testamento y la Última Proclama. El 17 a la una y siete (1:07) minutos de la tarde exhala su último aliento, él estaba acompañado por un grupo de amigos pues un poco antes el Dr. Reverand había salido al corredor manifestando que si alguien quería presenciar el momento postrer del Libertador Simón Bolívar debía pasar a su habitación; ya era la hora.

En ese momento de recogimiento todos sus amigos presentes se encontraban en un silencio profundo y muy probablemente recogiendo en sus mentes las palabras del gran hombre; como aquello de: “Mi ambición es la felicidad de Venezuela y de América toda, si fuera posible” “Yo cederé todo por la gloria, pero también combatiré contra todo por ella” “Jamás la venganza ha entrado en mi pecho” La traición es demasiado vil para que entre en el corazón de un grande hombre” “Jamás dejará de estar cerca de mi corazón la amistad” “La posteridad me hará justicia y esta esperanza es cuanto poseo para mi felicidad” “Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria” “Pero el gran día de la América no ha llegado, todavía nos falta poner el fundamento del pacto social que debe formar de este mundo unas nación de repúblicas. ¿Quién resistirá a la América reunida de corazón, sumisa a una ley y guiada por la antorcha de la libertad? “Yo ofrezco convocar al pueblo para que determine lo que quiera y haga cuanto alcance su poder”

Y seguramente tras un momento de distracción, seguirían recordando otros de sus pensamientos: “Formado una vez el pacto con el fuerte ya es eterna la obligación del débil” “La ingratitud es el crimen más grande que pueden los hombres atreverse a cometer” “La impunidad de los delitos hace que éstos se cometan con más frecuencia y al fin llega el caso en que el castigo no basta para reprimirlos” “La clemencia con el malvado es un castigo al bueno” “Si es una virtud la indulgencia, lo es, ciertamente, cuando es ejercida por un particular, pero no por un gobierno” “A la sombra del misterio no trabaja sino el crimen” “Necesitamos trabajar mucho para regenerar el país y darle consistencia, por lo mismo, paciencia y más paciencia, constancia y más constancia, trabajo y más trabajo para tener patria” “Si los hombres como usted sacan el cuerpo al peso de la patria, ella se hundirá en lo más profundo y nosotros seremos execrados” “ Todo el cuerpo de la historia enseña que las gangrenas políticas no se curan con paliativos” “Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miserias a nombre de la libertad” “Ninguno ama a Venezuela como yo” “Dios concede la victoria a la constancia” “Para nosotros la patria es América” “Yo antepongo siempre la comunidad a los individuos” Aquí se presenta otro momento que saca a todos de sus reflexiones y después de un leve acomodo de los presentes se recuerda que Bolívar al morir solo contaba 47 años de edad y que estaba tan flaco y demacrado que a su peso al no debía pasar de unos 40 kilos.

Hay quien se moviliza y después de algunas diligencias para el enterramiento del Gran Bolívar, consigue que la familia Díaz Granado ceda una tumba en la catedral de Santa Marta frente al altar de San José, es allí donde es enterrado Bolívar, en un féretro construido improvisadamente por un carpintero artesanal de nombre Diego Soto. Tres días después, el prefecto de Cartagena de Indias emite un sentido documento por el cual da a conocer la terrible noticia. El certificado comienza de la siguiente manera: “Pueblo de Cartagena. Penetrado del más acerbo dolor, lleno hoy el más triste deber, el Padre de la Patria ya no existe. Las calamidades públicas y la horrible ingratitud de sus enemigos le han conducido al sepulcro el 17 de los corrientes. Él ha muerto víctima de su consagración a la Patria; un fin prematuro ha sido el premio de sus heroicos sacrificios…” y así continúa el documento reflejando el dolor inmenso que sufre aquel funcionario encargado de dar a conocer aquella infausta novedad.

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José M. Ameliach N.


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