Los ojos de Bush

Soy amante de la paz. Tanto, que a veces llego a ser un tanto comeflor. Soy de esas personas a las que les cuesta mucho justificar un acto de violencia. Considero, por ejemplo, que gritar es un acto de violencia. Violencia verbal le dicen. Alguna vez me atracaron y recuerdo que solo reaccioné cuando el tipo gritó: ¡dame el teléfono perra! Y yo le respondí, cual subalterna indignada: ¡Ya voy, pero no me grites carajo!.

Creo también que los motorizados me traen de cabeza entre otras cosas porque la mayoría son violentos. Tienen un andar violento. No hay algo que me indigne más que un motorizado gritándome: ¡Muévete vieja! Me molesta por el grito y por lo que grita. Ni falta decirlo. Creo que he perdido varios años de mi vida producto de la berraquera que me produce un motorizado cada vez que combina un manotazo en el carro con el "muévete vieja".

Una vez, ya hace tantos años que no quisiera contarles cuántos, un Policía Metropolitano, me cargó a peinillazos desde el puente de Plaza Venezuela hasta Puerta Tamanaco, una de las entradas de la UCV. No le devolví los golpes, ni lo entrompé. La violencia me paralizó. Y creo que no reaccioné no sólo porque no tenía con qué (era su humanidad de 1,80 contra la mía de 1,53, su peinilla contra mi incredulidad) o porque fuera admiradora de Gandhi y de su discurso de la no violencia… Creo que no reaccioné porque como ya les dije soy un tanto floripondia. Sólo le decía ¿por qué me pegas? ante la cara de asombro de mi compañera de infortunio que por el contrario le pegaba y le gritaba al tombo: ¡c… de tu madre!! Aun no he olvidado su mirada, la de del policía, debajo del casco protector de cobardes.

Y les cuento además que hace menos años, decidí no ver películas violentas. Mi cultura cinematográfica se limita a comedias y dramas. Ya con eso tengo bastante.
Con todas estas convicciones a cuestas lamenté y lamento que el periodista iraquí errara sus "tiros" a Bush. Y lamenté los reflejos de Bush. Y es que esos zapatos iban cargado de dignidad. De sangre. De la muerte de millones de seres humanos. De niños mutilados. Fue una metáfora sublime. Un verso contra la violencia. Lo vi en los cínicos ojos de Bush.

mechacin@gmail.com


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Mercedes Chacín*


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