¡No me jodan! No. 39 - El Ataque Terrorista del 11 de Septiembre

Nota de Aporrea: Visite www.unasolapatria.org

En la mañana del 11 de septiembre de 1973, se produjo un ataque terrorista en Santiago de Chile contra el Palacio Presidencial de La Moneda y el régimen constitucional del presidente Salvador Allende, quien resultó asesinado por las fuerzas militares encabezadas por el general fascista Augusto Pinochet. El gobierno democráticamente electo de Allende fue derrocado por un cruento golpe de Estado apoyado por la derecha reaccionaria chilena y financiado por el Departamento de Estado norteamericano, iniciándose una de las dictaduras militares totalitarias mas cruentas de América Latina, que con el silencio cómplice de Estados Unidos y la Comunidad Internacional, persiguió, torturó y asesinó a miles de ciudadanos defensores de la democracia, libertad y justicia social.

En sus ultimas palabras, el presidente Allende aseguró tener fe en Chile y su destino.

Superarán otros hombres el momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.

En efecto, la experiencia chilena ha servido para abrir el cause de las ideas progresistas del nuevo hombre latinoamericano. Y junto a otros grandes hombres y mujeres de la historia, Salvador Allende "en su combate por la vida" y el pueblo chileno en su eterna lucha por la democracia, libertad y justicia social, nos inspiran a trabajar por una sociedad mas justa.

A ellos le dedicamos esta edición especial de NMJ.

"A Salvador Allende en su combate por la vida"
Pablo Milanés en "La Vida no Vale Nada" (1976)


Fuente: http://members.tripod.com/~Mictlantecuhtli/Allende/galsa.html

Qué soledad tan sola te inundaba en el momento en que tus personales
amigos de la vida y de la muerte te rodeaban.
Qué manera de alzarse en un abrazo el odio, la traición, la muerte, el lodo;
lo que constituyó tu pensamiento ha muerto todo.
Qué vida quemada, qué esperanza muerta,
qué vuelta a la nada, qué fin.
Un cielo partido, una estrella rota, rodaban por dentro de ti.
Llegó este momento, no hay más nada te viste empuñando un fusil.
Volaba, lejos tu pensamiento,
justo hacia el tiempo de mensajes, de lealtades, de hacer.
Quedaba, darse todo el ejemplo,
y en poco tiempo una nueva estrella armada hacer.
Qué manera de quedarse tan grabada tu figura ordenando nacer,
los que te vieron u oyeron decir ya no te olvidan.
Lindaste con Dos Ríos y Ayacucho, como un libertador en Chacabuco,
los Andes que miraron crecerte te simbolizan.
Partías el aire, saltaban las piedras,
surgías perfecto de allí.
Jamás un pensamiento de pluma y palabra devino en tan fuerte adalid.
Cesó por un momento la existencia, morías comenzando a vivir.
Volaba, lejos tu pensamiento,
justo hacia el tiempo de mensajes, de lealtades, de hacer.
Quedaba, darse todo el ejemplo,
y en poco tiempo una nueva estrella armada hacer.

http://www.trovacub.net/pablo/discos.html

¡NO VOY A RENUNCIAR! Estas fueron las últimas palabras del presidente Salvador Allende transmitidas el 11 de septiembre de 1973 a las 9:10 de la mañana por Radio Magallanes.

Seguramente, ésta será la última oportunidad en que pueda dirigirme a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las antenas de Radio Magallanes. Mis palabras no tienen amargura sino decepción. Que sean ellas un castigo moral para quienes han traicionado su juramento: soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino, que se ha autodesignado comandante de la Armada, más el señor Mendoza, general rastrero que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al Gobierno, y que también se ha autodenominado Director General de carabineros. Ante estos hechos sólo me cabe decir a los trabajadores: ¡No voy a renunciar!

Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad al pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.

Trabajadores de mi Patria: quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeño su palabra en que respetaría la Constitución y la ley, y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección: el capital foráneo, el imperialismo, unidos a la reacción crearon el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara el general Schneider y reafirmara el comandante Araya, victimas del mismo sector social que hoy estará esperando con mano ajena, reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios.

Me dirijo a ustedes, sobre todo a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la Patria, a los profesionales patriotas que siguieron trabajando contra la sedición auspiciada por los colegios profesionales, colegios clasistas que defendieron también las ventajas de una sociedad capitalista.

Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos, porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente; en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando las vías férreas, destruyendo lo oleoductos y los gaseoductos, frente al silencio de quienes tenían la obligación de proceder.

Estaban comprometidos. La historia los juzgará.

Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la Patria.

El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.

Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.

¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!

Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.

LA VERDADERA MUERTE DE UN PRESIDENTE. Este es el extraordinario relato de Gabriel García Márquez en "El Golpe y los Gringos", sobre el asesinato del presidente Salvador Allende.


Fotografía de Allende con casco y un fusil Kalashnikov, junto a los GAPS (Grupo de Amigos Personales), de la que se ha tomado como la última foto de Allende. En 1973 esta fotografía ganó el premio de World Press y el editor del diario dijo que no podía dar el nombre del fotógrafo porque estaba preso en Chile. Al parecer, la fotografía había sido obtenida varios meses antes, en junio de 1973, durante el fallido golpe militar conocido como el tancazo". (Becquer Casa en "La última fotografía de Salvador Allende") http://www.fotomundo.com/servicio/allende.shtml

A la hora de la batalla final, con el país a merced de las fuerzas desencadenadas de la subversión, Salvador Allende continuó aferrado a la legalidad.

La contradicción más dramática de su vida fue ser al mismo tiempo, enemigo congénito de la violencia y revolucionario apasionado, y él creía haberla resuelto con la hipótesis de que las condiciones de Chile permitían una evolución pacífica hacia el socialismo dentro de la legalidad burguesa.

La experiencia le enseñó demasiado tarde que no se puede cambiar un sistema desde el gobierno, sino desde el poder.

Esa comprobación tardía debió ser la fuerza que lo impulsó a resistir hasta la muerte en los escombros en llamas de una casa que ni siquiera era la suya, una mansión sombría que un arquitecto italiano construyó para fábrica de dinero y terminó convertida en el refugio de un Presidente sin poder.

Resistió durante seis horas con una metralleta que le había regalado Fidel Castro y que fue la primera arma de fuego que Salvador Allende disparó jamás.

El periodista Augusto Olivares que resistió a su lado hasta el final, fue herido varias veces y murió desangrándose en la asistencia pública.

Hacia las cuatro de la tarde el general de división Javier Palacios, logró llegar hasta el segundo piso, con su ayudante el capitán Gallardo y un grupo de oficiales. Allí entre las falsas poltronas Luis XV y los floreros de Dragones Chinos y los cuadros de Rugendas del salón rojo, Salvador Allende los estaba esperando. Llevaba en la cabeza un casco de minero y estaba en mangas de camisa, sin corbata y con la ropa sucia de sangre. Tenía la metralleta en la mano.

Allende conocía al general Palacios. Pocos días antes le había dicho a Augusto Olivares que aquel era un hombre peligroso, que mantenía contactos estrechos con la Embajada de los EE.UU. Tan pronto como lo vió aparecer en la escalera, Allende le gritó: Traidor y lo hirió en la mano.

Allende murió en un intercambio de disparos con esa patrulla. Luego todos los oficiales en un rito de casta, dispararon sobre el cuerpo. Por último un oficial le destrozó la cara con la culata del fusil.

La foto existe: la hizo el fotógrafo Juan Enrique Lira, del periódico El Mercurio, el único a quien se permitió retratar el cadáver. Estaba tan desfigurado, que la Sra. Hortencia Allende, su esposa, le mostraron el cuerpo en el ataúd, pero no permitieron que le descubriera la cara.

Había cumplido 64 en el julio anterior y era un Leo perfecto: tenaz, decidido e imprevisible.

Lo que piensa Allende sólo lo sabe Allende, me había dicho uno de sus ministros. Amaba la vida, amaba las flores y los perros, y era de una galantería un poco a la antigua, con esquela perfumadas y encuentros furtivos.

Su virtud mayor fue la consecuencia, pero el destino le deparó la rara y trágica grandeza de morir defendiendo a bala el mamarracho anacrónico del derecho burgués, defendiendo una Corte Suprema de Justicia que lo había repudiado y había de legitimar a sus asesinos, defendiendo un Congreso miserable que lo había declarado ilegítimo pero que había de sucumbir complacido ante la voluntad de los usurpadores, defendiendo la voluntad de los partidos de la oposición que habían vendido su alma al fascismo, defendiendo toda la parafernalia apolillada de un sistema de mierda que el se había propuesto aniquilar sin disparar un tiro.

El drama ocurrió en Chile, para mal de los chilenos, pero ha de pasar a la historia como algo que nos sucedió sin remedio a todos los hombres de este tiempo, que se quedó en nuestras vidas para siempre.

LOS CRÍMENES DE PINOCHET. En su edición del pasado 9 de septiembre, el diario La Jornada hace un interesantísimo recuento de los crímenes que Pinochet nunca admitió.

1. Primeros fusilamientos: Cientos de personas son fusiladas de manera sumaria en los días siguientes al golpe, en medio del estado de sitio y el toque de queda.

2. Caravana de la Muerte: En octubre de 1973, casi un centenar de sindicalistas y dirigentes de izquierda son ejecutados en Calama, Copiapó, La Serena y otras ciudades por una "Caravana de la Muerte", que encabezó el general Sergio Arellano.

3. Asesinato de Prats: el antecesor de Pinochet en la jefatura del ejército, general Carlos Prats, muere asesinado junto con su esposa, Sofía Cuthbert, al estallar una bomba en su automóvil en una calle de Buenos Aires.

4. Atentado contra Leighton: el exiliado líder democristiano Bernardo Leighton, ex vicepresidente de Chile, resulta gravemente herido junto con su esposa, cuando un individuo dispara contra ellos en Roma.

5. Asesinato de diplomático: el cadáver del español Carmelo Soria aparece a los pies de un cerro de Santiago, el 16 de julio de 1976, después de ser detenido por un comando de la Dina que encabezaba el coronel Jaime Lepe.

6. Asesinato de Letelier: el ex canciller socialista Orlando Letelier, líder opositor en el exilio, muere junto con su secretaria Ronnie Moffit cuando una bomba estalla bajo su automóvil en el centro de Washington, el 21 de septiembre de 1976.

7. Los hornos de Lonquén: Tras una denuncia de la Iglesia católica son descubiertos los cadáveres de 14 campesinos sepultados en hornos de cal en una mina abandonada al oeste de Santiago, el 30 de noviembre de 1978.

8. Asesinato de líder gremial: El dirigente democristiano de los transportistas, Mario Fernández López, muere en medio de torturas en un cuartel de la CNI (sucesora de la Dina), el 18 de octubre de 1984.

9. Caso Tucapel: El líder sindical socialdemócrata Tucapel Jiménez aparece degollado en las afueras de Santiago, el 25 de febrero de 1985, tras ser apresado por agentes de la CNI, al mando del mayor Alvaro Corbalán.

10. Caso de los degollados: El sociólogo José Manuel Parada, el profesor Manuel Guerrero y el dibujante publicista Santiago Nattino, miembros del proscrito Partido Comunista, aparecen degollados el 30 de marzo de 1985.

11. Caso de los quemados: El fotógrafo Rodrigo Rojas muere quemado y la estudiante Carmen Gloria Quintana resulta con graves lesiones, cuando una patrulla militar los impregna en combustible, el 2 de julio de 1986.

12. Asesinato de periodista: José Carrasco, editor internacional del semanario izquierdista Análisis, muere ametrallado el 8 de septiembre de 1986, un día después del atentado a Pinochet en el que perecieron cinco miembros de su escolta. En la misma acción de represalia son asesinados el obrero comunista Felipe Rivera, el profesor Gastón Vidaurrazaga y el publicista Abraham Muskatblit.

13. Operación Albania: Agentes de la CNI ejecutan a 12 miembros del clandestino FPMR (Frente Patriótico Manuel Rodríguez), los días 15 y 16 de julio de 1987, después de supuestos enfrentamientos en diferentes puntos de Santiago, según la versión oficial. AFP

SALVADOR ALLENDE, EL CHICHO. Este es un estupendo articulo del brillante sociólogo y catedrático brasileño Emir Sader, traducido por Alejandra Dupuy para La Jornada de México del pasado 9 de septiembre.


Fuente: http://members.tripod.com/~Mictlantecuhtli/Allende/galsa.html

En la última imagen que tengo de él, estaba encuadrado por la misma ventana del Palacio de la Moneda desde donde acostumbraba a dirigirse al pueblo chileno. Sólo que esa vez el escenario era muy diferente. El palacio estaba cercado por las fuerzas golpistas que le habían dado un ultimátum: abandonar la casa de gobierno y rendirse, o ser bombardeado.

Allende portaba un casco que los trabajadores de las minas le habían regalado y empuñaba un fusil soviético AK que había recibido de Fidel Castro, algo inusual para su temperamento pacífico. Con las armas en la mano y con la vida defendía la democracia que lo había elegido presidente de todos los chilenos. Prefirió inmolarse en medio del bombardeado palacio presidencial, para cumplir su palabra de que sólo saldría de allí al final del mandato que el pueblo le había confiado, o muerto, en lugar de terminar sus días melancólicamente exiliado.

Cuando las fuerzas de la resistencia chilena le propusieron rescatarlo del Palacio de la Moneda, dijo que su puesto era ése, que serían otras generaciones las que reabrirían "las grandes alamedas de la democracia en Chile". Concluía así la limpia trayectoria de un militante socialista que había comenzado su vida política como ministro de Salud del gobierno del Frente Popular en 1938, de forma coherente con su profesión de médico y su dedicación a los temas de salud pública. Tres veces candidato a la presidencia de Chile, apoyado por la coalición socialista-comunista, terminó triunfando en 1970 cuando las otras opciones -la derecha tradicional y el centrismo demócrata cristiano- fracasaron. Fue elegido para llevar a la práctica, por primera vez en el mundo, un programa de transformaciones del capitalismo al socialismo por la vía institucional de las elecciones.

Asumió el proyecto, consciente de los riesgos y del potencial que representaba. Era un socialista convencido de la superioridad de las soluciones que el socialismo planteaba a la humanidad, y era respetado como tal. El Che, de paso en una ocasión por Chile, regaló a Allende un libro suyo con la siguiente dedicatoria: "A Salvador Allende, que lucha por otros medios, por el mismo fin, el socialismo". Posteriormente Allende fue a rescatar, en la frontera con Bolivia, a los sobrevivientes de la guerrilla del Che. Era un dirigente de integridad incuestionable, que mereció el respeto de quienes en la izquierda discrepaban con él, e incluso de sus adversarios.

Como yo vivía a sólo dos cuadras del Palacio de la Moneda, pude verlo muchas veces cuando salía para caminar por la ciudad o dirigirse a alguna reunión, siempre de maneras sencillas y en contacto directo con el pueblo. Su frase preferida pertenecía a un poema de Antonio Machado: "Caminante, no hay camino, se hace camino al andar", consciente de que intentaba trazar caminos históricos, en la construcción del socialismo, que no figuraban en los manuales.

Cercado por la "justicia" del aparato del Estado, el Parlamento, las fuerzas armadas con un plan golpista articulado por el gobierno de Nixon y su secretario de Estado, Kissinger, el gran empresariado y la mayor parte de los medios de comunicación, Allende lanzó su última carta. El apoyo electoral de la izquierda, a pesar de la crisis por el desabasto impulsado por los grandes empresarios y por el plan de desestabilización interno articulado por el gobierno de Estados Unidos, había crecido de 36 por ciento en 1970 a 43 por ciento en 1973. Pero aún no contaba con la mayoría de los chilenos, ya que la centrista Democracia Cristiana se había inclinado hacia la derecha, formando un bloque golpista opositor. Allende decidió entonces convocar un plebiscito que dividiría a la oposición. Esta, sin mayoría para un golpe parlamentario, se había decidido por el golpe militar.

Allende se comprometía a abandonar el gobierno si era derrotado en el plebiscito, y consideraba que así podría mantener la institucionalidad democrática, al entregar el gobierno al presidente del Senado, el demócrata cristiano Eduardo Frei. Entonces, en la mañana del martes 11 de septiembre, día en el cual Allende había convocado a una cadena de radio y televisión para anunciar el plebiscito, se ejecuta el golpe de Estado, anticipadamente, para evitar esa última maniobra de Allende.

Aquel día me desperté con los mismos ruidos de aviones sobrevolando el palacio presidencial, como lo había hecho dos meses antes, a finales de junio, en una primera tentativa de golpe, entonces frustrada. Salí y pude ver esa última imagen de Allende, conocido como Chicho, diminutivo de Salvador en Chile. Ya se había dirigido por última vez al pueblo chileno, por la única radio a la que logró tener acceso, una estación de la central sindical chilena.

Luego, desde la Universidad de Chile, a pocas cuadras de allí, pudimos ver el bombardeo al palacio presidencial, después que Allende respondió con sonoras palabrotas la propuesta de los golpistas para que abandonase la sede del gobierno. Caía la democracia de más larga tradición en América Latina y con ella la posibilidad de que un pueblo optara, por la vía institucional, por una alternativa socialista. Queda el ejemplo de Allende que engrandece a la izquierda, mientras que para la derecha sobra el fantasma de Pinochet y su devastadora obra de liquidación de la democracia en el país del continente donde había echado sus más profundas raíces.

"Allende"
Mario Benedetti


"Pagaré con mi vida la lealtad al pueblo."
Fuente: http://members.tripod.com/~Mictlantecuhtli/Allende/galsa.html

Para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla,
para vencer al hombre de la paz
tuvieron que congregar todos los odios
y además los aviones y los tanques,
para batir al hombre de la paz
tuvieron que bombardearlo hacerlo llama,
porque el hombre de la paz era una fortaleza

Para matar al hombre de la paz
tuvieron que desatar la guerra turbia,
para vencer al hombre de la paz
y acallar su voz modesta y taladrante
tuvieron que empujar el terror hasta el abismo
y matar mas para seguir matando,
para batir al hombre de la paz
tuvieron que asesinarlo muchas veces
porque el hombre de la paz era una fortaleza,

Para matar al hombre de la paz
tuvieron que imaginar que era una tropa,
una armada, una hueste, una brigada,
tuvieron que creer que era otro ejercito,
pero el hombre de la paz era tan solo un pueblo
y tenia en sus manos un fusil y un mandato
y eran necesarios mas tanques mas rencores
mas bombas mas aviones mas oprobios
porque el hombre de la paz era una fortaleza

Para matar al hombre de la paz
para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla,
para vencer al hombre de la paz
tuvieron que afiliarse siempre a la muerte
matar y matar mas para seguir matando
y condenarse a la blindada soledad,
para matar al hombre que era un pueblo
tuvieron que quedarse sin el pueblo.

PINOCHET Y EL ESPEJO VENEZOLANO. En este articulo publicado en América Latina en Movimiento (ALAI,) de Ecuador el mes de Diciembre de 2002, el escritor y periodista uruguayo radicado en México, Carlos Fazio, realiza un análisis comparativo del golpe de Estado de 1973 contra el presidente Salvador Allende, y el perpetrado contra el también demócrata Hugo Chávez en abril de 2002.


Fotografía de Salvador Allende en Caracas recibido por el presidente Caldera (1972)
Fuente: Fundación Polar www.fpolar.org.ve/encarte/fasciculo23/fasc2312.html

Ante la indiferencia del mundo y con la complicidad de los medios masivos de comunicación, Estados Unidos está reeditando en Venezuela la política de varios carriles que llevó al derrocamiento del presidente Salvador Allende y la Unidad Popular (UP) en Chile, en 1973. Más allá de las particularidades propias de cada caso, el curso de ambos acontecimientos -el proceso de desestabilización en Chile que culminó con la sanguinaria ordalía del general Pinochet y la actual ofensiva patronal insurreccional apoyada por una dictadura mediática en contra el presidente Hugo Chávez en Venezuela- guarda una similitud pasmosa.

En el caso chileno, mucho antes de la victoria electoral de la UP el 4 de septiembre de 1970 -que inauguró la llamada "vía pacífica al socialismo"-, Washington ya había iniciado una serie de acciones desestabilizadores encubiertas para impedir la llegada de Allende al gobierno. El 27 de junio de 1970, cuando la victoria de la UP parecía un hecho, el ubicuo y todopoderoso secretario de Estado estadounidense, Henry Kissinger, reunió en Washington al Comité de los 40 (denominación tomada de la Decisión-Memorándum No. 40 del Consejo de Seguridad Nacional) para analizar la situación chilena y diseñar una estrategia de "bajo perfil" que incluía: 1) creación del caos económico; 2) acciones paramilitares; 3) ofensiva de propaganda, 4) financiamiento a sectores derechistas, y 5) divisionismo e infiltración dentro de la izquierda.

Según reconoció ante la Subcomisión de Asuntos Interamericanos de la Cámara de Representantes de EU el ex director de la Agencia Central de Inteligencia, Richard Helms (11.X.1973), la CIA fue autorizada a emplear 400 mil dólares para financiar diversos medios de comunicación, entre ellos el diario El Mercurio. "No veo por qué tendríamos que quedarnos cruzados de brazos, contemplando cómo un país se hace comunista debido a la irresponsabilidad de su pueblo", dijo entonces Kissinger.

El símil entre la "irresponsabilidad" de los votantes chilenos de entonces y los venezolanos que sufragaron por Chávez es un simple detalle de la parodia democrática. Como dice Noam Chomsky apelando a la doctrina de las elites, el sistema está diseñado para que los países "estén gobernados por quienes lo poseen", por el poder privado. Si los pobladores en general (la "chusma", los "intrusos ignorantes"), cuyo papel es ser espectadores, intentan organizarse y entrar en la escena política para participar, hay un problema. No es democracia: es "una crisis de la democracia". La retórica de la administración Bush hoy, como la de Nixon hace 30 años en el caso chileno, es que los venezolanos pueden elegir su propio camino con libertad, a menos que las elecciones no den un resultado acorde con los intereses de "seguridad nacional" de Estados Unidos. En cuyo caso -como dice Chomsky-, Washington tiene "que restaurar las estructuras tradicionales de poder, con la violencia si hace falta". Es lo que ocurre ahora en Venezuela con las adaptaciones del caso. Como Chávez no es socialista ni comunista y ni siquiera expresamente anticapitalista, sino un reformista antineoliberal, se le construyó una imagen de "populista iluminado" y los medios masivos bajo control monopólico se encargaron de fijar en la opinión pública la noción "hordas chavistas" donde antes se decía "comunistas".

El 16 de septiembre de 1970, ante la eventualidad de que Allende fuera ratificado como presidente por el Congreso chileno, Kissinger expuso a la prensa, en Chicago, su famosa "teoría del dominó": si surgía en Chile un régimen comunista, Argentina, Bolivia y Perú podrían seguir ese ejemplo. Desde entonces, y con base en la decisión del presidente Nixon de que un régimen allendista en Chile era inaceptable para EU, la doctrina Kissinger y la CIA utilizaron los "carriles uno y dos" (ambas operaciones secretas), donde se establecía "la solución militar", sin el conocimiento de la Comisión de los 40, del Departamento de Estado y de la embajada estadunidense en Santiago.

La conspiración de Kissinger, la CIA y la empresa multinacional ITT (InternationalTelephone & Telegraph) -a la que se sumaron la Anaconda Copper y la KennecottCopper- fue un largo proceso que duró tres años, y que incluyó un boicot económico, un bloqueo invisible dirigido a "estrangular económicamente" a Chile y la subversión en el ejército. Hoy, la "teoría del dominó" de Kissinger es asimilable al peligro que representa para la "seguridad nacional" de EU el "eje del mal" que se formaría ante la eventualidad de una alianza estratégica entre Luiz I. Lula da Silva (Brasil), Lucio Gutiérrez (Ecuador) y Hugo Chávez (Venezuela), bloque del que se beneficiaría Fidel Castro (Cuba) y que a corto plazo podría sumar al Frente Amplio de Uruguay. Otra razón para apresurar el golpe en Venezuela.

La ofensiva desestabilizadora de Washington contra la UP incluyó, además, el primero de diciembre de 1971, la marcha de las cacerolas, forma de movilización ideológica protagonizada por las mujeres de clase media y alta de Santiago. El famoso cacerolazo, organizado por la organización pantalla Poder Femenino -como expresión de masas de la derecha momia- fue, en realidad, un "invento" de la CIA que había sido utilizado por primera vez en Brasil, en 1963, en contra del gobierno de Joao Goulart. La marcha de las cacerolas contó con la colaboración del Partido Nacional, del movimiento neonazi Patria y Libertad y de la Democracia Cristiana.

En septiembre de 1972, la CIA financió el paro de los transportistas y de otros gremios patronales en un intento por provocar la caída de Allende por medio del boicot económico, el terrorismo y el desorden público. El llamado Plan Septiembre puso en práctica una técnica que, bajo un contenido de masas, se basaba en el "gremialismo" de los patrones y en la "resistencia civil" de la burguesía radicalizada. Igual que ocurre hoy en Venezuela. Entonces, el embajador estadunidense Nathaniel Davis envió un cable secreto al presidente Nixon donde le informaba que "para proteger los intereses de la oposición, la confrontación puede resultar inevitable" (11.10.1972).

El 9 de octubre de ese año, la Confederación Nacional de Dueños de Camiones comenzó un "paro indefinido" al que se sumaron otros gremios patronales del comercio y la pequeña industria, que fue combinado con acciones terroristas y bloqueos de carretera. Igual que ocurre ahora en Venezuela con el "paro petrolero" de la Coordinadora Democrática - subrepticiamente apoyada por César Gaviria, el peón de Washington bajo cobertura de la OEA-, los gremios patronales financiados por la CIA presentaron al gobierno de la Unidad Popular el llamado Pliego de Chile, que "tendrá que aceptar íntegramente para que el país, paralizado de norte a sur, vuelva a la normalidad".

Los golpistas chilenos también utilizaron contra Allende "la lucha de poderes". "A la luz del derecho y la moral, nadie está obligado a respetar ni obedecer a un gobierno que deja de ser legítimo", fue la argumentación de quienes promovieron un golpe blanco contra Allende desde el Senado y la Suprema Corte, utilizando la "juridicidad" como máscara del engranaje sedicioso. La misma argumentación sobre la "ilegitimidad" de Chávez en Venezuela que alienta el golpe constitucional. La "lucha de poderes" incluyó también la subversión y el complot en las filas del ejército chileno, que provocó el alzamiento del 29 de junio de 1973 -el tancazo, como se conoce el alzamiento del Regimiento Blindado número 2- que, sofocado por el gobierno, fue el preludio del sangriento golpe de Estado de Augusto Pinochet.

Como en octubre del año anterior, el 25 de julio de 1973 de nuevo los camioneros cesaron actividades, cercaron y casi paralizaron Santiago y Valparaíso. A comienzos de agosto se sumaron al paro otros gremios patronales y Poder Femenino realizó otra marcha de las cacerolas. El 10 de septiembre, un día antes del golpe, el Comando Multigremial de los sectores patronales señaló, por conducto del abogado Jaime Guzmán, miembro del OpusDei y ligado al movimiento fascista Patria y Libertad: "La hora de la rectificación ya pasó". El empresariado industrial y los grupos financieros aliados de Washington habían dictado la sentencia de muerte de Allende. Las "fuerzas vivas", "democráticas", preparaban una nueva Operación Yakarta.

"Unos conspiran y otros quieren dar ropaje constitucional a la sedición", había advertido el presidente Allende. Pero ya era tarde. Como dijo Pinochet, "ha llegado la hora de que Chile tome un baño purificador". El desenlace es de todos conocido. Allende se inmoló y la "purificación" instrumentada por los militares golpistas fue avalada por el director de la CIA, William Colby, ante un comité secreto de la Cámara de Representantes: dijo que los fusilamientos en Chile eran "beneficiosos" pues evitaban el estallido de una guerra civil. Después se supo que Colby había destinado a la prensa golpista chilena un millón y medio de dólares; la mitad se los embolsó la empresa El Mercurio, la cadena de diarios de Agustín Edwards, socio de la familia Rockefeller.

Según The New York Times, la CIA destinó a la oposición antiallendista 8 millones de dólares entre 1971 y 1973; la mayor parte de esos recursos fue para financiar la huelga patronal de los camioneros y a los medios de prensa escrita, radial y televisiva. Todo está documentado. Hoy la tragedia se repite en Venezuela con la pasividad y/o la complicidad de los "demócratas" del mundo. Si triunfan los golpistas vendrá un nuevo Pinochet y habrá una nueva "purificación". Pero de nada valdrá decir después "yo no sabía".

UNA DIFERENCIA. Un gran amigo chileno-venezolano me comentaba la gran similitud que hubo entre el "pinochetazo" del 11 de septiembre de 1973 en Chile, y la "carmonada" del 11 de abril de 2002 en Venezuela. Como testigo presencial de ambos hechos, mi amigo se asombraba por la exactitud de las palabras, decretos, arrogancia y prepotencia que rodeaba a los miliares, politiqueros y medios de comunicación reaccionarios en ambos escenarios. Mi amigo también reconoció la reacción de indignación que tuvo el pueblo venezolano cuando salió a las calles para defender la democracia, tal y como también lo hizo el pueblo chileno el 11 de septiembre de 1973.

Sin embargo, "solo hubo una diferencia", me dice.

"En Chile, el ejercito salió a masacrar al pueblo. En Venezuela, la FAN salió a defenderlo."

En efecto, la causa principal de que ambos episodios históricos tuvieran un desenlace distinto, a pesar de la gran similitud con que la derecha actuó para derrocar los regímenes constitucionales de Chile y Venezuela, fue la actuación del ejercito ante la coyuntura política, el cual estuvo regido por las características inherentes a la filosofía política y composición social del estamento militar de ambos países.

En Chile, el ejercito de Pinochet que derrocó al presidente Allende se formó bajo la influencia del prusianismo militar. En su trabajo "Prusianisno militar, poder y castigo corporal", el analista Juan Domingo Silva asegura que "la introducción del modelo militar prusiano en la estructura militar de Chile, en particular en el Ejército, tiene a la base el objetivo de reforzar un cuerpo armado, que sea ideológica y orgánicamente funcional a la estructura económico-política dominante." Incluso el propio Pinochet afirma que el Ejército y las milicias chilenas de aquel entonces, "serian pilares esenciales, junto a otros estamentos como el religioso, el político y el administrativo, sobre los cuales se construirá el nuevo Estado".

Cuando a principios del siglo XX el oficial prusiano Emil Körner (1910) se encargó de reconstruir el ejercito chileno, observó que "el Ejército, lejos de ser una mezcla de todas las clases de la sociedad, se componía de las personas que no tenían capacidad o vocación para otra ocupación... era corriente la bebida y el juego además del vicio de la ‘camaradería’ -convivencia con mujeres sin mediar matrimonio-...”. Para Silva, esta reflexión "estaba cargada del clasismo que caracteriza a nuestra fuerzas armadas. Al revisar la composición de la oficialidad, se ataca contra quienes procedían de la tropa cuyo ascenso lo habían conseguido gracias a muchas muestras de capacidad en la guerra, pero que mantenían los mismos vicios de su sector de origen." En este sentido, Körner admitía que el oficial de mas valor era el formado en la Escuela Militar que además del arte militar, inculcaba "disciplina y conciencia de los altos deberes del status de oficial."

Para Silva, no existe duda de la gran influencia de los elementos ideológicos del militarismo prusiano-alemán en el ejercito chileno, entre los cuales destacan:

a. El aislamiento de casta del cuerpo de oficiales ante el conjunto de clases, capas y fracciones sociales, como asimismo de la gran masa de soldados;

b. un sistema de órdenes que hicieron receptivo al soldado para luchar en una guerra injusta, como para reprimir toda disidencia interior mismo de la formación social alemana, llegando incluso a combatir por intereses ajenos y a ofrendar la vida por ello;

c. un espíritu de sumisión de corte militar, el cual llegó a penetrar todos los tejidos de la sociedad;

d. una deformación de la economía, situación que llegó a obstaculizar el desarrollo multifacético de las fuerzas productivas en sus más diversas áreas; y

e. una ideología de guerra que tuvo como misión justificar, desde un punto de vista estratégico, la agresión bélica y las acciones de tipo colonialistas”.

Al respecto, Quiroga y Maldonado señalan que "el trabajo de Emil Körner tuvo una enorme importancia en la aparición de la cosmovisión de los militares. En esta visión, plagada de colonialismo, racismo y de encendida admiración por el ideario prusiano, se encuentran los principales pensamientos que van a irradiar al interior de las Fuerzas Armadas y especialmente en el Ejército."

En cambio, el proceso que privó en la constitución de la Fuerza Armada Nacional que defendió el régimen constitucional de Venezuela tras el golpe de Estado del 11 de abril de 2002, fue diametralmente opuesto al chileno. La FAN no se formó bajo las ideas reaccionarias y ultra conservadoras que marcó la identidad del ejercito chileno y tantos otros de América Latina, sino bajo "un ideario nacional, patriótico y revolucionario, visto con simpatía por las fuerzas de Izquierda y por amplios sectores del pueblo." (Fernández, 2003)

En su trabajo "Venezuela: una revolución sui géneris", Marta Harnecker (2003) relata que a partir de la generación de oficiales contemporáneos al presidente Chávez, se comienzan a producir enormes transformaciones en la idiosincrasia y pensamiento de los militares venezolanos formados en la Académica Militar. El Plan Andrés Bello, por ejemplo, elevó la docencia a grado universitario permitiendo que los oficiales estudiarán ciencias políticas y otras carreras en el área de las ciencias sociales. Irremediablemente, esto acercó a los militares a la realidad política del país, a conocer las ideas políticas progresistas de pensadores venezolanos y extranjeros, a intercambiar conocimiento con otros estudiantes universitarios del mundo civil, y a estudiar a estrategas militares como Clausewitz y Mao Tse Tung. Según cuenta Harnecker, el joven soldado Hugo Chávez fue impactado por las ideas de Mao que sostienen que "la moral de la tropa es mucho más importante que cualquier sofisticado medio tecnológico; o que el pueblo es al ejército como el agua al pez."

Esta nueva generación de oficiales surgió en ausencia de conflicto, cuando los movimientos guerrilleros se habían adherido al programa de pacificación del gobierno de Caldera. De acuerdo a Harnecker, "eran muy pocos los núcleos guerrilleros que persistían, por lo tanto no tuvieron que actuar contra la guerrilla, y por el contrario, cuando recorrían las zonas campesinas donde éstas podían refugiarse, no encontraban guerrilleros sino la inmensa pobreza de esas zonas… los militares venezolanos ven detrás de la pobreza a la oligarquía venezolana que acapara las riquezas y a los Estados Unidos, vocacionados para sembrarla."

No obstante, la característica mas resaltante de la FAN que contribuyó enormemente a la rebelión cívico-militar que derrocó la breve tiranía de Carmona y la derecha ultra reaccionaria, es su composición social popular que permitió la estrecha identificación y compenetración Pueblo-FAN. Los oficiales eran pueblo y el pueblo se confundía con los oficiales.


13 de abril de 2002: fotografía de soldados en el Palacio Presidencial de Miraflores saludando al pueblo con la señalando la victoria sobre el breve régimen dictatorial de Carmona. www.antiescualidos.com


13 de abril de 2002: fotografía de soldado saludando una marcha del pueblo que exigía el retorno del presidente constitucional, Hugo Chávez. www.antiescualidos.com

Tal como lo afirma Harnecker, en Venezuela no existe la "casta militar." Con contadas excepciones, el servicio militar "obligatorio" en Venezuela solo lo hacían los pobres forzados por la recluta o por necesidad. Nuestra clase media y media alta con acceso a la red política clientelar puntofjisista, era demasiado exquisita como para permitirle a un hijo vestir la prenda militar y servir a la nación. En este contexto, los muchachos de familias de pocos recursos lograron cursar la carrera militar y obtener altos cargos.

Es precisamente esta identificación con lo popular que hizo que el "Caracazo" de 1989, donde mas de mil ciudadanos perdieron la vida por ordenes directas del corrupto Carlos Andrés Pérez, causara una gran conmoción en la generación de militares contemporáneos al presidente Chávez, quienes rechazaron ser utilizados como instrumentos de represión. Según Harnecker, "algunos comandantes más conscientes se negaron a usar sus tropas para reprimir al pueblo. Un militar entrevistado por mí me contó como él al ver al pueblo hambriento saqueando un supermercado se decidió a poner disciplina al saqueo. Llamó a la gente a organizarse en colas (filas) para obtener determinados productos: la cola de la carne, la del arroz, la de los productos lácteos; pero no dejó que se llevaran las máquinas de contabilidad, porque ese no era una necesidad de la gente sino que era aprovecharse de la situación para robar."

En este sentido, los jóvenes soldados que el glorioso 13 de abril rescataron el Palacio Presidencial de Miraflores y le abrieron sus puertas al pueblo, han asimilado las hermosas palabras del Libertador Simón Bolívar que han venido escuchando reiteradamente de la boca del presidente Chávez desde el 4 de febrero de 1992 cuando todavía eran unos niños.

"Maldito sea el Soldado que vuelve las armas contra su pueblo."

Maldito Pinochet….

RECETA CHILENA PARA DERROCAR A CHAVEZ. A 30 años del ataque terrorista orquestado por el Departamento de Estado norteamericano contra el régimen constitucional del presidente Salvador Allende que instauró una de las dictaduras totalitarias mas salvajes del continente, las garras del norte vuelven a posarse sobre la soberanía de América Latina para corromper su libertad y democracia. Esta vez, la Ingerencia Intolerable de la administración Bush sobre la política interna de Venezuela nos debe llenar de indignación, y alertar sobre su intención de aplicar la Receta Chilena para derrocar a Chávez. (Pedro Fernández. Revista Punto Final, 2003)

Venezuela vive horas decisivas para el gobierno del presidente Hugo Chávez. La oposición -en que se dan la mano el empresariado, los medios de comunicación, los partidos socialdemócrata y democratacristiano (derrotados por Chávez en 1998) y el Departamento de Estado norteamericano-, ha fracasado hasta ahora en sus intentos por provocar un golpe de Estado. Un paro nacional el 10 de diciembre del año pasado y sucesivas declaraciones públicas de tres oficiales de la fuerza aérea, la Guardia Nacional y la marina -rodeados de espectacular publicidad- no fueron suficientes para provocar una crisis y producir la caída de Chávez. Los opositores buscan ahora apoyo más explícito de Estados Unidos y trabajan en la línea de organizar una huelga general. Sin embargo, para eso necesitan asegurar la participación de los trabajadores de Petróleos de Venezuela (Pdvsa), la poderosa empresa estatal que es la llave maestra de la economía venezolana.

Siguiendo un libreto desestabilizador -que repite en lo esencial el aplicado en Chile en los años 70-, la oposición venezolana ha ganado presencia en la calle - en los barrios de la clase alta caraqueña-, aunque los partidarios del gobierno han replicado con manifestaciones masivas. Han firmado también un documento, Bases para un Acuerdo Democrático, que pretende ser el esbozo de un programa de nuevo gobierno. Amplificado por una aplastante propaganda, puesto que la oposición controla casi todos los medios de comunicación, el documento fue firmado por Pedro Carmona, presidente de Fedecámaras, organización que agrupa a los empresarios; Carlos Ortega, presidente de la CTV (central de trabajadores), militante del partido Acción Democrática; y el sacerdote Luis Ugalde, rector de la Universidad Católica (la Iglesia no se atrevió a aumentar el nivel de su presencia en el pacto opositor). Este grupo tiene el propósito de viajar a Washington invitado por el Instituto Republicano. Será acompañado de dirigentes de los partidos opositores Acción Democrática y Copei. El objetivo -nada difícil- es obtener un espaldarazo para el intento de derrocar a Chávez. El terreno está abonado en Washington: tanto el secretario de Estado, Colin Powell, como el director de la CIA, George Tenet, han formulado declaraciones que revelan abierta animosidad contra el gobierno venezolano.

Si la huelga general no prospera, los opositores de Chávez piensan apelar a la vía institucional ya que existen mecanismos en la propia Constitución que permiten remover al presidente de la República. En la Asamblea Nacional la diferencia entre gobierno y oposición es sólo de diez votos a favor del Movimiento V República, sustento político de Chávez. La conspiración -que cuenta con fondos ilimitados- cree posible alcanzar un acuerdo con algunos diputados del MVR, mediante presión, promesas o soborno.

Por otra parte, la Constitución bolivariana de 1999 señala (artículo 27) que "todos los cargos y magistraturas de elección popular son revocables". Puede hacerse a la mitad del período del funcionario -en este caso el presidente Chávez-, mediante un plebiscito convocado por el 20% de los electores inscritos.

Estas variantes aparecen en el camino de una conspiración que no ha logrado empujar a las FF.AA. al golpe de Estado. La reticencia militar no sólo se explica por el apoyo indudable que el gobierno tiene en amplios sectores militares que participan lealmente en la "revolución democrática y bolivariana" de Chávez, sino también por circunstancias históricas. Los militares tienen motivos sobrados para sospechar de la utilización que de ellos quisieran hacer los partidos opositores. En especial recelan de Acción Democrática.

Hugo Chávez no ha sido el primer militar venezolano en intentar -el 4 de febrero de 1992- derrocar a un gobierno del socialdemócrata partido Acción Democrática (AD). A diferencia de lo que suele ocurrir en América Latina, tanto el movimiento de Chávez como los anteriores contra AD no se guiaban por principios conservadores ni representaban tampoco intereses oligárquicos. Por el contrario, se inspiraban en un ideario nacional, patriótico y revolucionario, visto con simpatía por las fuerzas de Izquierda y por amplios sectores del pueblo. En ese sentido el fracasado golpe del 92 contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez, caudillo de Acción Democrática, de alguna manera hizo suya una presencia democrática e incluso revolucionaria de larga tradición en las FF.AA. venezolanas. Su composición social, netamente popular, caracteriza al ejército venezolano. Esto ha permitido que las ideas progresistas encuentren en parte de la oficialidad venezolana menor resistencia que en otros ejércitos también orientados y penetrados por el Pentágono, como el chileno, cuya oficialidad proviene mayoritariamente de las clases altas comprometidas con el sistema dominante y los intereses imperialistas. Bajo el gobierno del fundador de AD, Rómulo Betancourt, por ejemplo, estallaron dos rebeliones militares de signo popular: el 4 de mayo y el 2 de junio de 1961 en Carúpano y Puerto Cabello.

En el primero participaron efectivos de la Infantería de Marina y de la Guardia Nacional (policía militarizada), encabezados por el capitán de corbeta Jesús Teodoro Molina Villegas, el mayor Pedro Vega Castejón y otros oficiales. En Puerto Cabello se alzaron la Infantería de Marina y buques de la escuadra al mando de los capitanes de navío Manuel Ponte Rodríguez, Pedro Medina Silva y Víctor Hugo Morales. Esos movimientos acusaban a Betancourt de "entreguista" a los norteamericanos y de traicionar las aspiraciones de justicia social del pueblo venezolano. Los levantamientos fueron sofocados a sangre y fuego pero muchos de esos militares se incorporaron luego a la lucha guerrillera que impulsaban el Partido Comunista y el MIR. Esta última era una organización desprendida de Acción Democrática, el partido en el gobierno.

En agosto de 1962, desde la cárcel de Ciudad Bolívar, el capitán Molina Villegas, jefe de la rebelión de Carúpano, escribió un manifiesto que señalaba: "El 4 de mayo le dije a la nación, en compañía de un grupo de patriotas oficiales, que también en el ejército venezolano existen hombres de uniforme que no hacen caso omiso al hambre y la miseria que agobia a nuestro pueblo... Nos rebelamos porque este gobierno (el de Betancourt) ha desencadenado la opresión y la anarquía, porque ha dejado de ser eminentemente popular..." Por su parte, el capitán de navío Ponte Rodríguez, jefe del alzamiento de Puerto Cabello, prisionero en el Cuartel San Carlos de Caracas, escribió: "Allí (en Puerto Cabello) se puso de manifiesto que los sectores progresistas de las fuerzas armadas están llamadas por una necesidad histórica a tomar parte activa en el proceso de liberación nacional que se desarrolla en Venezuela... Los oficiales han ido comprendiendo que el gobierno utiliza la bandera del anticomunismo para continuar el proceso de entrega del país al imperialismo yanqui... Los oficiales de las fuerzas armadas van abriendo los ojos a medida que aumenta esa crisis, pues ellos no pueden estar alejados de la realidad nacional, cuando saben que es el pueblo quien ha puesto en sus manos las armas para que defiendan nuestras riquezas y los intereses de las masas trabajadoras, y no es posible que ahora sigan empleando esas armas contra quienes se las confiaron honradamente..."

El 20 de febrero de 1963 esos oficiales dieron otro paso al frente y firmaron el acta de fundación de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (Faln), que optaba por la lucha armada. El PC y el MIR ya tenían dos frentes guerrilleros rurales en Falcón y El Charal. En el ámbito urbano operaban las Unidades Tácticas de Combate (UTC). El capitán de navío Manuel Ponte Rodríguez se convirtió en comandante nacional de las Faln cuyo objetivo era "establecer un gobierno revolucionario, nacionalista y democrático". Frente a la acusación de que pretendían repetir en Venezuela la revolución cubana, el capitán Ponte señaló: "No pretendemos parecernos a nadie, luchamos por una revolución democrática, patriótica, nacionalista y antifeudal". Entre los fundadores de las Faln figuraban el capitán de fragata Pedro Medina Silva, el capitán de corbeta Molina Villegas y el mayor Pedro Vega (de las rebeliones de Carúpano y Puerto Cabello), el teniente coronel Juan de Dios Moncada Vidal y el mayor Manuel Azuaje, ambos del ejército, en representación de la Unión Cívico-Militar. Los otros fundadores fueron los comandantes de los dos frentes guerrilleros: Douglas Bravo (que en la actualidad dirige un grupo de extrema izquierda, Bandera Roja, opositor a Chávez), y Juan Vicente Cabezas.(1)

Las Faln se dotaron de una dirección política: el Frente de Liberación Nacional (FLN). Allí participaban el PC, el MIR y sectores revolucionarios de los partidos de gobierno, AD y Unión Republicana Democrática (URD). El dirigente más destacado de URD en las Faln era el periodista y diputado, Fabricio Ojeda, que más tarde fue asesinado en dependencias del Ministerio de Defensa. Fabricio Ojeda gozaba de enorme prestigio: había encabezado la clandestina Junta Patriótica que el 23 de enero de 1958, mediante una insurrección popular apoyada a último momento por las fuerzas armadas, derrocó a la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez. Hasta el día anterior Fabricio Ojeda cumplía rutinariamente su trabajo de reportero del diario "El Nacional" en el Palacio de Miraflores(2), sede del gobierno, entrevistando con frecuencia al dictador, a sus ministros y hasta al temido Pedro Estrada, jefe de la policía política del régimen.

Pérez Jiménez, último dictador militar en la historia contemporánea de Venezuela, fue originalmente un aliado de Rómulo Betancourt. Juntos dirigieron el golpe militar del 18 de octubre de 1945 que derrocó al gobierno progresista del general Isaías Medina Angarita. Esto abrió paso a la elección democrática del novelista Rómulo Gallegos como presidente de la República. Pero el gobierno de Gallegos duró muy poco. El 24 de noviembre de 1948 fue derrocado por Pérez Jiménez. La dictadura militar duró diez años, reprimió duramente a la oposición y miles de venezolanos fueron lanzados al exilio. La insurrección popular del 23 de enero de 1958, organizada por la Junta Patriótica que presidía Fabricio Ojeda, instaló un gobierno provisional encabezado por el contralmirante Wolfgang Larrazábal y con presencia empresarial. Esto cerró el paso a conquistas populares que fueron postergadas. Sin embargo, el gobierno de Larrazábal -recogiendo un profundo sentir popular con origen en una histórica hermandad venezolano-cubana-, apoyó con armas y recursos al Movimiento 26 de Julio de Fidel Castro, que aún combatía en la Sierra Maestra. El gobierno provisional, asimismo, aumentó la participación del Estado en la explotación del petróleo.

Las siguientes elecciones presidenciales dieron la victoria a Betancourt y a su partido, AD. Había nacido el llamado Pacto de Punto Fijo para compartir el gobierno entre los partidos que habían sufrido prolongada ilegalización, salvo el PC que fue excluido. El gobierno de Betancourt -contemporáneo del triunfo de la revolución cubana- se caracterizó por su anticomunismo y adhesión incondicional a las políticas norteamericanas, frustrando las expectativas del pueblo. En ese marco se desencadenó la lucha guerrillera y se produjeron los alzamientos militares de Carúpano y Puerto Cabello. El Pacto de Punto Fijo tuvo corta duración al romper URD la coalición. De ese partido provienen José Vicente Rangel, importante figura del gobierno de Chávez, y Luis Miquilena, hasta hace poco ministro del Interior y ex presidente de la Asamblea Constituyente.

Tanto Betancourt como su sucesor, Raúl Leoni, también de AD, consiguieron mantener la adhesión institucional de las FF.AA. y volcarlas a la lucha contra las Faln. La represión policial fue despiadada. La dirigió en su primera fase el ministro del Interior, Carlos Andrés Pérez, que heredaría el liderazgo de AD a la muerte de Betancourt. Los gobiernos de AD (Betancourt, Leoni, Carlos Andrés Pérez, Jaime Lusinchi y nuevamente C.A. Pérez) se turnaron con los de Copei (Rafael Caldera, Luis Herrera Campins y otra vez Caldera), hasta la irrupción en escena del teniente coronel Hugo Chávez. En las elecciones del 6 de diciembre de 1998, Chávez y su Movimiento V República barrieron con los partidos tradicionales, AD y Copei, alcanzando casi el 57% de los votos. Desde entonces Chávez ha ganado otras cinco elecciones y plebiscitos, incluyendo el de la nueva Constitución de 1999.

En la época de las rebeliones revolucionarias de Carúpano y Puerto Cabello, Chávez sólo era un niño pobre del villorrio de Sabaneta, en los llanos venezolanos. Apenas tenía siete años y su sueño era ser beisbolista profesional. Sin embargo, como militar, le tocó participar en la lucha que el ejército libraba contra los últimos focos de una guerrilla ya derrotada. Pero sus ideas estaban lejos del pensamiento conservador y pro imperialista. En 1978 ascendió a teniente y empezó a conspirar con otros oficiales: "No queríamos unirnos ni a las guerrillas ni a la llamada democracia", ha dicho sobre esos años.

Chávez había creado un pequeño grupo (tres soldados, dos sargentos y él mismo) al que dieron el pretencioso nombre de Ejército de Liberación del Pueblo de Venezuela. Se limitaron a esconder unas cuantas granadas de mano y a esperar tiempos mejores. En 1982 el grupo aumentó -pero no mucho-, tomando el nombre, no menos pretensioso, de Movimiento Bolivariano Revolucionario-200 (MBR-200). Chávez entretanto conoció militares que proyectaban una nueva dimensión del rol de los ejércitos en América Latina: Juan Velasco Alvarado en Perú y Omar Torrijos en Panamá, líderes populares, nacionalistas y antimperialistas. El factor detonante del MBR-200 fue el "caracazo" de 1989: el 27 de febrero de ese año, a poco de asumir el presidente Carlos Andrés Pérez, estalló un levantamiento espontáneo del pueblo que se inició como protesta por el aumento de tarifas del transporte urbano y del precio de la gasolina. El segundo gobierno de Pérez satisfacía, así, las exigencias del Fondo Monetario Internacional. El "caracazo" duró cuatro días durante los cuales fueron saqueados más de cinco mil establecimientos comerciales. Pérez ordenó al ejército y a la Guardia Nacional reprimir sin contemplaciones, dejando más de 300 muertos y 500 heridos. El MBR-200 en que participaba Chávez, reaccionó indignado y se dispuso a pasar de las palabras a los hechos. Así se gestó la rebelión del 4 de febrero de 1992 que encabezó Chávez, seguida por otra de altos oficiales de la fuerza aérea y la marina el 27 de noviembre del mismo año.

Carlos Andrés Pérez, no obstante, consiguió terminar su mandato, y fue reemplazado por Rafael Caldera del socialcristiano partido Copei. El suyo sería el último gobierno del Pacto de Punto Fijo que había durado cuarenta años. Ese período se caracterizó por una escandalosa corrupción que dilapidó miles de millones de dólares. Un país que podría tener los niveles de vida de Suecia o Noruega, quedaba con el 80% de su población sumida en la pobreza.

(1) Sobre el origen y objetivos de la lucha armada en Venezuela puede consultarse "Venezuela, Okey", Manuel Cabieses Donoso, Ediciones del Litoral, Santiago, 1963.

(2) El presidente Chávez ha anunciado que el centenario Palacio de Miraflores será convertido en la Universidad Popular Bolivariana. (En su lugar, la Universidad Bolivariana de Venezuela fue inaugurada a mediados de 2003 en los edificios administrativos de PDVSA en Caracas, y otra sede fue inaugurada en la ciudad de Maracaibo.)

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