¡Un patriota!

Fue uno de los presidentes de Venezuela más polémicos en la política de su tiempo, y por ello uno de los más satirizado, calumniado, satanizado, vilipendiado y mal valorado en su profundo amor por la patria. Siendo muy joven fue administrador del periódico EL ALBUM y por algunos escritos aparecidos en él tuvo un muy fuerte encontronazo con un sacerdote de nombre José Ramón Cárdenas, lo que le cuesta cárcel por seis meses, y no más, por haber aprovechando un descuido de los guardias de la prisión y escaparse; pasando luego a la ciudad fronteriza de Cúcuta.

En varias oportunidades invade a Venezuela desde el territorio colombiano, acompañando a los generales Carlos Rangel Garbiras, Buenaventura Macabeo Maldonado y Evaristo Prato. El 23 de mayo de 1.899 invade de nuevo a Venezuela, ahora liderando la llamada “invasión de los sesenta”, y exactamente a los cinco meses siguientes se hace del gobierno. Se dice que un abogado tachirense de nombre Pedro María Morantes, conocido como Pío Gil, le pone el apodo de El Cabito por su pequeña de estatura. Debido a su particular forma de gobernar se atrae muchos enemigos nacionales e internacionales y entonces varias empresas multinacionales alientan las conspiraciones de los oligarcas de la época para tratar de derrocarlo, es así como El Cabito tiene que enfrentar varios alzamientos, entre los que se cuentan la del banquero Manuel Antonio Matos y el bloqueo de las costas venezolanas por parte de las armadas de Inglaterra, Alemania, e Italia; desde el mes de Diciembre de 1.902 a Febrero de 1.903. (Obsérvese como coinciden los meses con el sabotaje oligárquico ocurrido exactamente 100 años después, 2.002-2.003). Entre las manifestaciones orales presidenciales de El Cabito, se destaca la siguiente frase: La planta insolente del extranjero ha profanado el sagrado suelo de la patria. El lector deberá sentir como esta expresión llena el corazón y la mente de un profundo nacionalismo, ya que ella salió del alma de aquel ser humano.

Durante el terremoto del 23 de Octubre de 1.900, la residencia presidencial era la hoy Casa Amarilla, al lado de la plaza bolívar, y El Cabito saltó por una ventana con un paraguas en la mano pensando que este artefacto aminoraría el golpe, por eso la gente de Caracas y del mundo empezaron a mofarse de él, atribuyéndole la invención del paracaídas. Cuando viaja una vez a Margarita, las autoridades de la isla le brindan un agasajo con su debida velada musical, una de las piezas le gusta mucho al presidente y pregunta a su compositor, quien había compuesto la pieza a una dama que lo había rechazado, que como se llamaba el tema musical, el compositor después de un breve titubeo contesta: Señor Presidente, esa pieza musical se llama CASTRO EN MARGARITA. El Cabito fue un buen militar y un fervoroso amante del país, por lo que equivocado o no en su gestión de gobierno no se le puede negar que fue un convencido patriota venezolano.

El Cabito, con anterioridad a la nombrada invasión de los sesenta se casa con una hermosa mujer de nombre Zoila Rosa Martínez y por ser ella infecunda, tiene relaciones sexuales con muchas otras mujeres en procura de tener descendencia, ésto le hace contraer enfermedades venéreas que por ser mal curadas va agravando su salud, tanto, que ya no puede ser atendido en el país; razón por lo que tiene que pensar en trasladarse a Europa para su tratamiento médico. Cuando el general Cipriano Castro, nacido en Capacho, estado Táchira, el 12 de octubre de 1.858 e hijo de José del Carmen Castro y Pelagia Ruiz, sale a comienzo de Noviembre de 1.908 para el exterior a operarse con un famoso cirujano urólogo, Dr. David Israel, nombra a su querido compadre Juan Vicente Gómez encargado de la Presidencia, el compadre lo traiciona y el 19 de diciembre de ese mismo año le da un golpe de Estado, incruento, y se proclama Presidente de la República en ejercicio. A Cipriano Castro, El Cabito, jamás se le permite volver a su patria y asediado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos y la gente de Gómez, muere en Puerto Rico el 4 de diciembre de 1.924. Sus restos fueron repatriados 50 años después, el 25 de Mayo de 1.975, e inhumado en su pueblo natal.


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José M. Ameliach N.


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