El San Benito de William Querales

Es sigloXX, principio de los setenta y son las 10:45 minutos de la noche, falta poco para ver salir el tropel de los obreros de Telares Maracay por el portón principal, allí estamos parapetados panfleto en mano; pero en “bando distintos” dispuesto a confrontar nuestras ideas revolucionarias con los camaradas obreros, apenas lo diviso, amarillento y flaquito como un fideo, y con un bojote de periodiquitos del “MAS OBRERO”, intercambiamos municiones, le entrego la hoja obrera que todas las semanas elaborábamos con “la Bruja”, Ángel J Márquez y su gorda Priscila López.

Es siglo XXI, principio del dos mil siete, y de repente en una nutrida asamblea, de las que el Presidente ha denominado asertivamente, la explosión del poder popular: una representación de los trabajadores de las contratatistas petroleras, a quienes permanentemente le violan la contratación “roja rojita”; estudiantes y profesores de la Universidad Rafael Maria Baralt, quienes venían a defender el proyecto de la ciudad universitaria de Tamare; voceros de los Consejos Comunales de las distintas barriadas y urbanizaciones del sector, que fueron a solicitar la entrega inmediata de los recursos prometidos y bloqueados, por la ineficiencia de los burócratas “revolucionarios” que todo lo enredan; en fin más de trescientos dirigentes comunitarios, obreros, estudiantiles y profesionales, plenaron el salón de reuniones del “Colegio de Ingenieros, Seccional Tamare”, quien sirvió de sede al cabildo abierto improvisado e impuesto por este pujante movimiento popular, pidiéndole al diputado de Aragua, lo que no le dan los de aquí del Zulia: ¡solidaridad!. De aquí salió William comprometido hasta los huesos con sus coterráneos, ¡nos vemos el martes allá en la Asamblea!... voy a pedir un derecho de palabra; pero “no cumplió” su palabra, si proponérselo se involucró en la madre de todas sus batallas, está luchando por la vida, por su vida.

Este miércoles el parlamento está que revienta, acaba Chávez de terminar su discurso en defensa de la Reforma Constitucional, y de pronto Cilia flores, pide un aplauso en homenaje al diputado William Querales, por haber permanecido sentado en su silla de rueda, quien a pesar de su salud está cumpliendo con su labor parlamentaria.

Es viernes por la tarde, todavía el sol de Tasajera te quema la espalda y la carretera semi asfaltada se mueve cuando caminas. Allá en su pueblo natal, en la calle de su casa no cabe un alma: niños arremolinados al son de los tambores; de nuevo obreros, estudiantes, viejos campesinos, amas de casas, profesores universitarios, poetas, los eternos comunista del pueblo, todos reunidos; pero en un solo fieston, y en el centro “cargando y bailando” el San Benito, el pana William Querales, como en los tiempos de las luchas obreras de “Telares Maracay”, gritándole al mundo: ¡somos la alegría en permanente lucha contra la tristeza y la muerte!.

douglas.zabala@hotmail.com


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Douglas Zabala


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