Entre Canonizaciones y Brujos

Hoy las redes sociales son el más notable canal de comunicación (o sea, de intercambios de mensajes, que no excluyen las peleas). Como ocurrió en su momento con la escritura misma, con la radio, el cine y la TV, se les ha acusado de ser causa o el lugar de las estupideces que hasta justifican posiciones antidemocráticas que cuestionan que a los idiotas se les permita hablar. Por estos días, las redes hirvieron con el debate, a veces interesante, a veces no tanto, acerca del Premio Nobel de la Paz otorgada a la señora Machado.

Las posturas de rechazo mostradas por personajes tan aparentemente dispares como Grenel, altos funcionarios del gobierno de Trump, Putin, Netanyahu, los medios oficiales de divulgación de Maduro, grupos trotskistas y algunos de izquierda en general, parecían ilustrar la tesis de que "los extremos se tocan"; pero también que el premio sigue teniendo un capital simbólico importante, un prestigio de proyección global. En general, unos mensajes tendían a desprestigiar el Premio mismo, la academia Nóbel. Otros, apuntaban directamente a la laureada. El señalamiento clave era que se trataba de un premio guiado por intereses y criterios "políticos", con todas las connotaciones negativas que puede producir el adjetivo. La polarización de las opiniones en torno, ya no del Premio, sino de la destinataria de este, tenían un efecto paradójico. Unos, decían que la persona en cuestión no tenía lo méritos (como los tendría, por ejemplo, Trump); otros, que la persona en cuestión más bien simboliza la guerra y la violencia por su apoyo al despliegue militar norteamericano. Tanto unos como los otros, han contribuido con el efecto: la relevancia política, insoslayable, de la señora Machado, que la convertía en un elemento inevitable para cualquier "solución" de la crisis venezolana.

Por supuesto, siendo una decisión política, el otorgamiento, la justificación del premio, fue controversial, como siempre lo ha sido, si revisamos la lista de los ganadores. Para no hacer tan largo esto, solo mencionaré algunos ejemplos. Empecemos por aquellos otorgados por la participación en procesos de paz: Kissinger y Le Duc Tho, por las conversaciones de París ara terminar la guerra de Vietnam, que, al final, ninguno de los dos asistió a la entrega porque la guerra siguió un buen rato más, durante la llamada "ofensiva del Thet". Ya darle el premio a Kissinger puede parecer un horror por ser representante, precisamente, de un enfoque "realista", o sea, basado en la fuerza, de las relaciones internacionales. Mandela y De Klerk, este último representante del apartheid, odioso sistema de discriminación racial, mientras que el otro, hasta hacía poco, encabezaba la lucha armada contra el régimen y llamaba a sanciones e intervenciones contra su país (por supuesto, completamente justificado). Juan Manuel Santos, entonces presidente de Colombia, fue un premio Nóbel de por sí raro, porque solo se le dio a él y no a su par en el proceso de paz colombiano, algún representante de las FARC. Más extraño todavía el que le dieron a Obama por "sus esfuerzos extraordinarios para fortalecer la diplomacia", un presidente norteamericano que bombardeó por todos lados en el globo. También está la señora de Birmania Aun San Suu Kyi, que encabezó la lucha contra la dictadura en su país y después, ya en el poder, impulsó masacres contra la minoría musulmana. Mejor no sigo, porque la lista es larga, y hasta a la Madre Teresa de Calcuta le señalaron unos negocios medio raros en una persona supuestamente entregada a los pobres.

En todo caso, en la justificación del premio a la señora Machado se tomó en cuenta sobre todo su trayectoria política, ciertamente pacífica, desde 2023, cuando optó por la vía electoral y democrática, unificó a la oposición (incluida la que la adversa), movilizó masas nutridas resistiendo el ventajismo y el asedio represivo del gobierno y enfrentando, con las actas en la mano, el evidente fraude del 28 de julio, cuando no se mostraron las actas, se violentó la ley, no se revisaron las actas, hubo una decisión írrita del un TSJ controlado por el Partido de gobierno, y se desató una ola represiva de desapariciones que sigue hasta hoy, cuando la Premio Nóbel continúa en la clandestinidad. Como reza la justificación del Premio, y ella misma ha reiterado, se está reconociendo la lucha por la democracia en Venezuela en un momento particularmente crítico, cuando la represión y la militarización se agudizan, y hay un despliegue militar norteamericano frente a nuestras costas ejerciendo la "presión máxima" contra un supuesto cartel narcotraficante que ejerce el poder en el país.

Acaba de circular una carta abierta a MCM de otro premio Nobel, Pérez Esquivel, donde dice cosas como que "en Venezuela hay una democracia…" que evidencia, por lo menos, mucha desinformación del desatacado personaje. También llama a la señora Machado (la "bruja maligna", acaba de llamarla Maduro) a abrir la mente y buscar el diálogo. Sería bueno que este señor se informara de los cientos de presos políticos, de los desaparecidos forzosos como Macario González, Rocío San Miguel, Enrique Márquez y muchos otros, de la censura de prensa, la eliminación del derecho laboral, de los salarios, de la libertad sindical y el fraude electoral del 28 de julio de 2024. Pero además, si de verdad es sincero, podría hacer una carta abierta a Maduro también llamándolo a abrir la mente y el corazón y que libere a los presos políticos (así sea por "contraproducentes" como llamó Fuenmayor a lo que es evidentemente una violación de derechos. Ojalá que una carta suya sea más eficaz que los llamados de la Conferencia Episcopal venezolana a una amnistía general, solicitud que fue recibida con insultos por los cinco mandones.

De verdad que, como decíamos en un artículo anterior, hacen falta muchas cosas para conseguir la paz. Se cerró la vía electoral porque esta gente sigue en sus trece de no reconocer unos resultados electorales "ni por las buenas ni por las malas". Cerrada la vía pacífica, provocan la vía violenta que, esta vez, no es una guerrilla, sino una intervención extranjera, análoga a la que Chávez solicitó a la OEA para sacar a los militares que le dieron un golpe a un aliado, Zelaya, en Honduras. Y en medio del hambre y un dólar y una inflación que no paran de subir, se llama a una "guerra asimétrica" (o sea, sabotajes y asesinatos) y a una "Unidad Nacional" que hasta Ochoa Antich y Fuenmayor critican por chucuta, insincera, llena de arbitrariedades "contraproducentes". Además, hablando de cartas, se emiten unas cartas a Trump ("excelentísimo señor") y al Papa, mientras se llama "zamuros" a los obispos y le ofrecen de todo a Trump a cambio de que los dejen "donde haiga".

De modo que, aun cuando hay Premio Nóbel de la Paz y hasta van a canonizar dos santos próximamente, aunque Lennon y Francisco I aclararon que el infierno no existe, las tensiones en este país no son ni pacíficas ni santas, sino infernales. Los señalamientos alcanzan niveles metafísicos y mágicos por el señalamiento de "bruja maligna" a la Sayona. ¡Ave María Purísima!

Por eso, ojalá (o sea, quiera Dios en árabe) el 19 de octubre, día de la canonización de José Gregorio y María, los cielos se abran, se disipen las sombras, se produzca la medida de gracia para los presos políticos y se tiendan puentes de diálogo entre la bruja y el brujo, y así se evite una escalada en el conflicto. Ese milagro bastará para neutralizar mi escepticismo y hasta puede que me haga devoto, aunque Alí siga cantando que no basta rezar.



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Jesús Puerta


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